Claudio Iglesias: El aficionado alemán que demuestra su amor al Dépor a 2.000 km de Riazor
Este joven nació en la ciudad alemana de Osnabrück, pero eso no impidió que sintiera un gran amor por el conjunto blanquiazul. El pasado sábado intentó llegar a A Coruña para ver el partido, pero una serie de infortunios provocaron que viviera uno de los peores días de su vida
19 junio, 2022 06:00Su nombre es Claudio Iglesias, creció a 2.000 km de Riazor en la ciudad alemana de Osnabrück, pero desde que tiene recuerdo su amor por el Deportivo está presente en su vida. Hace unos días intentó llegar a A Coruña para ver la final del playoff, pero una serie de infortunios lo impidieron, como si fuera una señal de la desolación que se produciría unas horas después.
"Desde que puedo pensar tengo recuerdos de amor al Deportivo. Mis abuelos me regalaron mi primera equipación cuando tenía cuatro años, era la camiseta verde del Dépor del año 97″, recuerda Claudio a Quincemil en el comienzo de su relato.
Sus abuelos son de A Coruña, y ellos fueron los que le inculcaron ese amor por el conjunto blanquiazul. Camisetas, mochilas y cualquier cosa que llevara el escudo del Dépor llegaban a las manos de un pequeño Claudio, que iba sintiendo al club como suyo.
"Con el amor que tiene mi familia por el Deportivo solo había una opción para mí: ser aficionado de ese club", afirma Claudio, que empezaba a tener contacto con la ciudad en los veranos que venía de visita a A Coruña.
El Deportivo tuvo una época dorada por Europa, en la que consiguió ser el primer equipo español que ganaba al Bayern en Múnich. En este país no abundan los deportivistas, ya que la mayoría de emigrantes españoles son del Real Madrid y del Barça.
A pesar de ello, Claudio y su familia siempre se las han apañado para poder ver los partidos de su club. Uno de sus mejores recuerdos fue la Champions de 2004, en la que el Deportivo consiguió llegar a semis: "Estuvo toda mi familia junta en Alemania y pasamos noches increíbles con el Deportivo desde la distancia. Yo iba siempre al día siguiente con mi camiseta del Dépor al colegio", recuerda.
Su primer partido en Riazor tardó en llegar, pero llegó y dejó un recuerdo imborrable: "Fui por primera vez cuando tenía 18 años. Me emocioné mucho y empecé a llorar porque no hay palabras para describir este sentimiento que tenemos todos los deportivistas dentro del corazón".
Claudio es el único socio del Deportivo en Osnabrück. Lleva siéndolo desde hace 7 años y es accionista del club. Su relación con el Dépor va más allá y ayuda a que los más pequeños puedan jugar torneos en Alemania: "Yo lo ayudo en el tema de la organización, intermedio entre el club y la organización de las competiciones. También busco familias alemanas para que puedan dormir allí los niños. Luego voy a los torneos y ayudo al cuerpo técnico en lo que necesite, como si fuera un delegado. Para mí cumplo un sueño de formar parte de este club y poder demostrarle todo mi amor y cariño".
En su ciudad regenta una pizzería que está decorada con motivos blanquiazules. Allí tiene entre otras cosas una camiseta de Mollejo firmada, uno de los jugadores más queridos de los últimos años. Los clientes recuerdan a aquel equipo que enamoró a Europa cuando visitan su establecimiento.
El sueño del ascenso acabó en pesadilla
Este año, este deportivista ha seguido los partidos de su equipo en la distancia a través de la plataforma Footters. El pasado sábado había preparado todo para poder venir a Riazor y vivir la fiesta del ascenso. Lo que podía haber sido un sueño, se convirtió en una auténtica pesadilla para Claudio y los suyos.
"Habíamos comprado los vuelos para venir al partido. Teníamos que viajar desde Alemania a Países Bajos, de ahí a Oporto y de Oporto a A Coruña. Todo en menos de 24 horas. Al final el conductor del coche se equivocó de aeropuerto y perdimos el vuelo. En una gasolinera miramos el partido y fue uno de los peores días de mi vida", cuenta Claudio apenado.
Una sensación que vivieron miles de deportivistas el pasado sábado, pero que fue todavía más dura para él. A pesar de ello el optimismo ya vuelve a inundar a una afición que es el mayor trofeo que ha ganado nunca este club. Desde A Coruña hasta Alemania el amor por el deportivo demuestra que no tiene fronteras y sin duda esa será la gasolina que hará que este club vuelva, algún día, a lo más alto.