El Deportivo no pasó del empate a cero en casa ante un Teruel que vino básicamente a defender el resultado desde el primer minuto de juego. Una expulsión por roja directa de Lucas en la primera mitad condicionó un encuentro en el que el Dépor tuvo la posesión pero que fue incapaz de materializar los diversos acercamientos que generó.

El Dépor cuajó una primera mitad más gris que en las dos primeras jornadas de liga. La ausencia de Yeremay por lesión y la decisión de Idiakez de dejar en el banquillo a Barbero, no sentaron bien al equipo. El técnico explicó en rueda de prensa que el delantero había pasado mala noche y eso condicionó la alineación.

Los coruñeses pronto se dieron cuenta de que el Teruel llegaba a Riazor con una idea muy clara: desesperar al Dépor a través de faltas, pérdidas de tiempo y un esquema altamente defensivo. Los blanquiazules optaron por una idea de juego más parecida a la del año pasado, con Villares, Jurado y Hugo Rama por dentro y buscando huecos a través de la paciencia y de mover el balón de un lado a otro.

El resultado fue una primera parte de amplio dominio blanquiazul en el que no hubo grandes ocasiones de gol. Un disparo lejano de Villares que despejaba el guardameta y una acción individual de Pablo Vázquez que finalizó con un disparo ajustado abajo que atrapaba el portero visitante, fueron las ocasiones más claras.

Sin embargo la primera mitad quedó condicionada por la expulsión de Lucas Pérez. Tras una semana marcada por las quejas sobre decisiones arbitrales por parte del Dépor, el colegiado volvió a desesperar a la parroquia deportivista. Lucas fue expulsado por dar una patada sin balón que, reglamento en mano puede ser expulsión, pero que en muchas ocasiones pasa por los partidos sin que se señalice ni falta.

El Teruel se dedicó a pegar patadas bajo el amparo de un colegiado que volvió a premiar el juego brusco y las interrupciones, un colegiado que ya hace dos años se comió un claro penalti del Racing de Ferrol en Riazor por mano de Quintana.

El Dépor se enfrentaba por tanto a una segunda mitad en inferioridad en la que tenía que buscar un gol. El equipo salió enchufado y realizó un gran esfuerzo físico en busca de ese tanto. Lo mereció y lo buscó sin descanso pero una y otra vez se estrelló ante un muro. La única vez en la que logró superar esa telaraña defensiva, Davo batía al portero y la asistente lo anulaba por fuera de juego.

Todas las decisiones arbitrales caían del mismo lado y el Dépor se desesperaba cada vez más. El gol no llegaba y los minutos seguían cayendo. Idiakez reaccionó sólo cuando los calambres se adueñaron de Rama y Mella.

Los cambios dieron otro aire al equipo que tuvo profundidad pero adoleció de puntería. Así se llegaba al final de un partido intenso y que dejó cierta decepción por no lograr los tres puntos.