El Deportivo vive una situación deportiva realmente complicada. Las altas expectativas de la pretemporada se han disipado tras un inicio muy dubitativo de campeonato. El equipo es decimocuarto con siete puntos, igualado con la zona de descenso y a diez del líder.

Tras siete partidos el conjunto blanquiazul sólo ha logrado una victoria. Fue en la jornada dos ante el CD Lugo en el Anxo Carro. A partir de ahí, una plaga de lesiones y un atasco preocupante en Riazor en materia ofensiva, han condenado al Dépor en este inicio de liga.

La luz roja de alarma se enciende para un equipo que ha ido de más a menos. Las derrotas ante Fuenlabrada y Celta Fortuna han generado dudas tanto dentro como fuera del club. A la hora de buscar algún dato al que agarrarse, el Dépor puede mirar a lo que sucedió la temporada pasada en el grupo dos.

Allí el Amorebieta logró el ascenso directo al terminar la temporada en primera posición. Y lo consiguió tras un inicio todavía peor que el de los blanquiazules. El conjunto vasco era colista con cinco puntos en la jornada siete y salió del descenso en la diez.

Es obvio que en el mundo del fútbol cada temporada y cada club son un mundo. En este caso el Dépor ha dado muestras en estas dos últimas semanas de un bloqueo mental y una falta de juego y de gol alarmantes. Con esta sensación viaja al campo de la Ponferradina, un equipo que sobre el papel debería luchar con los coruñeses por el ascenso. El conjunto berciano es tercero con quince puntos, ocho más que el Dépor. Un triunfo en el Toralín podría suponer el punto de inflexión necesario para iniciar la remontada.