La coordinadora del departamento técnico y formación de la Asociación Vida Sana, Montse Escutia.

La coordinadora del departamento técnico y formación de la Asociación Vida Sana, Montse Escutia. Cedida

Sostenibilidad

Montse Escutia visita A Coruña: "Tenemos que estar más atentos al leer las etiquetas"

La ingeniera agrónoma visita este fin de semana BioCultura, donde hablará sobre la importancia de lograr la sostenibilidad ambiental, social y económica y dará claves sobre cómo saber si un producto es ecológico o no, así como la forma de conocer el suelo del huerto y aprender a controlar las plagas

28 febrero, 2023 06:00

BioCultura acogerá entre el viernes y el domingo a decenas de productores y empresas que van a dar a conocer sus productos ecológicos y de ecoturismo. Esta feria que cada año recibe miles de visitantes en A Coruña, sin embargo, va mucho más allá y acoge talleres y ponencias de diferentes expertos que sensibilizan sobre la importancia de saber qué consumimos o cómo diferenciar los artículos ecológicos de los que no lo son.

Una de ellas es Montse Escutia. La coordinadora del departamento técnico y de formación de la Asociación Vida Sana, una de las organizadoras de Biocultura en Expocoruña, hablará sobre la importancia de conocer el suelo para fertilizarlo mejor o las claves para diferenciar los productos ecológicos de los convencionales, además de presentar, con desayuno local y ecológico incluido, el proyecto Menudatierra. Hablamos de todo ello con esta ingeniera agrónoma unos días antes del arranque del evento.

Biocultura reúne cada año a miles de personas en A Coruña. ¿Cuál es su importancia?

Biocultura es una feria de consumo responsable. Aunque nació para promocionar la alimentación ecológica, nos dimos cuenta de que las personas consumidoras que se preocupan por su alimentación se preocupan también por todo lo demás: la ropa que visten, la cosmética que utilizan, a dónde ir de viaje… Poco a poco la feria fue creciendo con otros sectores con la idea de que sea un escaparate. Siempre presentamos BioCultura como un escaparate para las empresas que trabajan con productos de consumo responsable puedan enseñarlos. Es una feria mixta, tanto para profesionales como público en general, y uno de sus puntos fuertes es que hay muchas actividades paralelas en diferentes espacios que son un polo de atracción.

Funciona como un escaparate pero también tiene esa parte más informativa y didáctica.

De sensibilización. Vas a la feria, conoces a un productor que te vende productos ecológicos y hay un espacio de showcooking en el que hay unos cocineros que te explican por qué son mejores esos productos y cómo puedo cocinarlos. También hay un espacio para niños que es el Mamaterra. Si va una familia y los hijos pequeños se aburren, hay talleres de cocina, de pan… para que los niños entren en contacto con todo esto. Hay además un showroom de cosmética donde empresas de cosmética explican sus productos y los dan a probar. No es una feria como tal, donde ves un montón de expositores, sino que además hay muchos espacios donde me van a explicar por qué son importantes, qué los diferencian.

Las personas consumidoras estamos cada vez más concienciadas y las empresas se apuntan al carro. Tenemos que estar más atentos al leer las etiquetas.

Uno de los asuntos que vas a tratar son las claves para conocer si un producto es ecológico o no. ¿Puedes darnos algunas claves?

Hay muchas personas que ya saben diferenciar un producto ecológico en el mercado y hoy en día todos los productos ecológicos que se comercializan en Europa van con un logotipo verde con las estrellas europeas formando una hoja. Está regulado y no puedes vender un alimento como ecológico si no lo es porque te pueden denunciar, la ley lo protege. Pero hay otras muchas más denominaciones que la ley no protege.

Estamos hablando no solo de palabras, como esto sostenible o regenerativo. No digo que esté mal per se, porque muchas veces son proyectos que están bien, pero en realidad no hay nada protegiéndolo. Además de esto, muchas veces las empresas usan etiquetas con colores verdes, un prado con vacas pastando o imágenes que parecen un logotipo pero en realidad no lo son. A veces te encuentras con cosas como que una empresa te dice que va a hacer un sorteo de una bicicleta eléctrica y te pone "muy ecológico" y lo que es ecológico es el sorteo. Son pequeñas trampitas que la Comisión Europa está denunciando y lo quiere regular. Las personas consumidoras estamos cada vez más concienciadas y las empresas se apuntan al carro. Tenemos que estar más atentos al leer las etiquetas.

Dices que uno de los términos con los que más trampas se hace es con "sostenible". ¿Que algo sea sostenible quiere decir que es ecológico y que algo sea ecológico quiere decir que es sostenible?

En alimentación no son sinónimos. Personalmente, me niego a que nos roben las palabras. Sostenible quiere decir algo, tenemos que definirlo. Si hablamos de un alimento sostenible, es ecológico de producción y además es de origen local. Es una crítica que se nos hace al sector ecológico: un producto ecológico que viene de la otra parte del mundo tiene una parte de sostenibilidad porque es ecológico, no he utilizado pesticidas y he respetado el ecosistema, pero me va a venir con un transporte que me va a emitir CO2, y eso es poco sostenible. La sostenibilidad, cuando hablamos de alimentación, se refiere a cómo lo produzco y a quién se lo compro. Este término, aunque haya mucha gente usándolo mal, yo me voy a pelear para utilizarlo bien. El problema es de quien engaña, no de quien lo hace bien. Es absurdo, porque perdemos palabras: si ahora no se usa sostenibilidad, se dice regenerativo.

Crea confusión.

Claro, el consumidor dice: otra palabra. ¿Por qué? Porque siempre va a haber alguien usando mal esa palabra y yo siempre voy a tener que estar buscando otra. Pues no. Hay que defender lo que tenemos. Yo soy una defensora de la palabra sostenible aunque esté muy denostada porque lo que hay que hacer es explicarlo bien.

La ingeniera agrónoma Montse Escutia (Cedida).

La ingeniera agrónoma Montse Escutia (Cedida).

Entonces, ¿uno de los primeros aspectos que debe tener en cuenta una persona que apuesta los productos sostenibles es ser consciente de lo que significa, tanto en cuanto a la producción como a la cercanía?

Cuando hablamos de cercanía, estamos hablando de muchas cosas. No solo estamos hablando del transporte que te ahorras, sino que estoy generando economía cerca de mí, estoy ayudando a mantener a esas poblaciones locales, sobre todo cuando hablamos de alimentación y de productos del campo. Nos hemos dado cuenta con la guerra de Ucrania de lo dependientes que somos de los alimentos que vienen de fuera. Tenemos que volver a ser lo más sostenibles posible respecto a esto.

Nos hemos enterado ahora de que el aceite de girasol viene de fuera, cuando vamos por el campo y vemos un montón de girasoles. ¿No podemos producirlo nosotros? Sí, pero está montado de una manera en la que vienen muchas cosas de fuera, no tiene sentido. Comprando a la tienda del barrio o a la cooperativa de consumidores también estoy siendo sostenible porque no solo es el producto que compro, sino a quién le estoy comprando y a quién le estoy dando mi dinero para permitir que esas personas sigan en mi barrio. Esa tienda va a estar abierta y va a haber más movimiento, más economía, va a estar iluminado, me voy a sentir más segura. Todo lo que tiene que ver con una economía más cercana, más de proximidad, es positivo en todos los sentidos. Sostenibilidad ambiental pero también social y económica.

Antes mencionabas el cultivo y el viernes a las 18:45 horas hablarás de conocer el suelo para fertilizar mejor. ¿A quién va dirigida esta charla?

Intento que mis charlas sean lo más divulgativas posible. Tanto esta como la del control de plagas en el huerto ecológico del domingo no están pensadas para el nivel técnico. Si soy un hortelano o una hortelana y tengo mi huerto, es importante que sepa algo de mi suelo porque me va a ayudar a cultivar mejor, a ahorrar en fertilizantes, a tener menos plagas… Es muy transversal y abierta a todo el mundo.

No todo el mundo tiene la suerte de tener un huerto o de conocer a alguien que le pueda dejar un trocito de tierra, pero cada vez está más desarrollada la horticultura urbana y encontramos huertos verticales

¿Notas que la gente apuesta más por cultivar sus propias verduras, hay más interés?

Sí, cada vez hay más gente interesada. Es una actividad que es muy buena a todos los niveles, no solo por la satisfacción que te produce producir tus propios alimentos, el ahorro económico que tiene y que son mucho más gustosos y cargados de vitaminas al consumirlos frescos, sino que muchos médicos la recomiendan. Es un espacio que te permite relajarte, es una actividad física. No todo el mundo tiene la suerte de tener un huerto o de conocer a alguien que le pueda dejar un trocito de tierra, pero cada vez está más desarrollada la horticultura urbana y encontramos huertos verticales y mesas de cultivo para poder cultivar simplemente en un pequeño recipiente.

Presentáis también en Biocultura el proyecto Menudatierra el domingo a las 11:00 horas. ¿Podrías darme unas pinceladas sobre en qué consiste?

Es un proyecto que estamos desarrollando para ayudar a las personas que quieren alimentarse de forma más sostenible a hacerlo fácilmente. Hemos recopilado una serie de recetas tradicionales que se podrían considerar sostenibles a partir de las que proponemos unos menús de temporada. La gente tiene las recetas y los menús en la web, pero además hemos editado vídeos y podcast en los que entrevistamos a personas expertas para enseñar qué hacen y cómo los agricultores, y también con contenido nutricional sobre hábitos o dudas que tenemos sobre el pan, los lácteos, la carne o la sal. También tenemos una app para que la gente sepa dónde comprar los productos ecológicos de temporada y hemos hecho una guía para escuelas de alimentación sostenible que hemos traducido al gallego. Es una herramienta para facilitarnos la vida a las personas que queremos hacer ese cambio.