Arde sobre quemado
Fahrenheit 451. Esa es la temperatura a la que arde el papel, tal y como explica la novela homónima de Bradbury. “Quedan días difíciles en Galicia” anunciaba Pedro Sánchez tras visitar O Barco de Valdeorras
23 julio, 2022 12:14Desgraciadamente, las palabras son mucho más volátiles y las promesas de una gestión eficiente de los incendios forestales se las lleva cada Septiembre el viento hasta que, cada nuevo verano desde que tengo uso de razón, Galicia vuelve a enfrentarse al infierno de las llamas devorando su patrimonio natural. Arde sobre quemado.
La imagen que ilustra la cabecera de este artículo, tomada por los satélites del Sistema de Observación de la NASA, ilustra la gravedad de un problema global que alcanza el espacio. Sumando toda la serie histórica de la que dispone la Consellería do Medio Rural, entre 1970 y 2020, en Galicia han ardido más de 114.500 ha. Lo que representa un escalofriante 4% de la superficie total de nuestra comunidad autónoma. Durante los últimos 14 años, perdemos aproximadamente 17.000 ha/año en una media de 2.950 incendios cada año, pero en la última semana, hemos perdido ya más de 30.000 ha de las provincias de Lugo y Ourense, incluyendo valiosos ecosistemas de O Courel (geoparque mundial de la UNESCO), del Parque Natural do Invernadoiro o del Parque Natural Serra da Enciña da Lastra. Cada vez queda menos por arder.
Nos estamos cargando nuestra propia existencia con el abandono rural, el estrés hídrico y el cambio en el uso de los suelos, llegando a un punto de no retorno en el que poco podremos hacer contra el cambio climático y sus consecuencias (olas de calor intermitentes, tormentas explosivas, sequía recurrente, etc.), aunque la realidad es que los incendios que provoca la madre naturaleza para advertirnos de que algo no va bien con nuestra gestión medioambiental representan únicamente el 7% de los incendios de la primera década del siglo XXI. Anótatelo en el cerebro, el 78% de los fuegos son provocados o causados por negligencias humanas. El mayor enemigo de nuestra supervivencia somos nosotros mismos.
En Galicia, seguimos representando más de un 30% de la superficie afectada anualmente por el fuego, mientras que apenas dedicamos un 15% del presupuesto en prevención de incendios del país (he tenido que sumar los datos de cada uno de los presupuestos de la comunidades autónomas ya que, casualmente, no se publica este reparto). No aprendemos. Pese al Pladiga 2021 (Plan de prevención y defensa contra los incendios forestales de Galicia) seguimos sin controlar y proteger de forma efectiva y continua nuestros recursos naturales, el gran tesoro gallego y uno de los principales pulmones del país. No acabamos de interiorizar que la prevención continua y la ordenación de nuestros montes es nuestra mejor defensa para prepararlos adecuadamente de cara a la lucha contra la propagación del fuego. Los incendios se apagan en invierno.
El coste inmediato de cada hectárea calcinada asciende a 3.385 euros, incluyendo las rentas económicas perdidas asociadas a sus recursos forestales (como la madera o sus derivados) y el coste de la extinción. No lo digo yo, lo dice un reciente informe publicado por AXA. Las 30.000 ha que se han quemado, han provocado el desalojo de más de 1.500 familias, muchas de ellas han perdido su casa y su sustento. Los modelos predictivos estiman que más de 250.000 animales silvestres y domésticos han muerto en este desastre natural. En los últimos 7 días han ardido más de 100 millones de Euros, pero este este sistema capitalista, acostumbrado a ponerle un precio a todo, no es capaz de valorar (en todas sus acepciones) el coste de lo que es verdaderamente incalculable: las tragedias humanas y la irreparable pérdida de un pedazo de nuestro ecosistema natural. El fuego quema nuestra cultura, nuestro bienestar y nuestro futuro.