Formas de ‘facer país’
La presidenta de Mulleres de Seu reflexiona sobre la necesidad de dar valor a la actividad productiva que se desarrolla en el medio rural gallego, visibilizando la contribución del sector agroalimentario, y particularmente del lácteo, con la seguridad alimentaria y nutricional de la población; al tiempo que enfatiza en cómo las elecciones de compra de los consumidores pueden ayudar a la viabilidad del medio rural
Si tuviese que definir qué significa para mí vivir en el área rural gallega, lo resumiría con la palabra "raíces". Como tantas otras gallegas y gallegos, yo provengo de una familia de tradición ganadera. Mis padres ya se dedicaban a este oficio, y mis abuelos también. De ellos he heredado un idioma, una serie de valores, costumbres y saberes que se han transmitido de generación en generación.
La aldea para mí es mucho más que un sitio en el que habitar, es una forma de vivir y de entender la vida. Es, por así decirlo, una filosofía. Aquellas personas que hayan nacido, crecido y vivido en el rural y del rural, entenderán perfectamente lo que trato de decir, porque quienes nos sustentamos de lo que produce la naturaleza, tenemos un vínculo muy profundo con el territorio. Diría que es prácticamente una relación simbiótica, porque el territorio es nuestro medio de vida, al tiempo que, nosotras y nosotros, con nuestra actividad diaria le damos vida al territorio. Y lo hacemos fijando población, creando riqueza, velando por el bienestar animal, gestionando la biodiversidad, el paisaje y los recursos naturales.
El fruto del trabajo de quienes nos dedicamos a la producción de alimentos, ya seamos ganaderos o agricultores, genera una riqueza que sustenta a nuestras familias y que alimenta a muchas otras.
Los productores somos el primer eslabón de la cadena de un sector -el agroalimentario- que es estratégico y elemental para la seguridad alimentaria y nutricional de la población. Así se ha evidenciado en los últimos tiempos, en los que los más de dos años de pandemia y, más recientemente, la guerra en el "granero de Europa", han abierto brecha para, cuando menos, abrir el debate público y la reflexión sobre cuestiones como la independencia alimentaria y la necesidad de transformar los sistemas alimentarios y hacerlos más eficientes y sostenibles.
A los productores, por tanto, se nos plantea el reto de alimentar a la población con alimentos saludables, nutritivos y asequibles que estén producidos de manera segura y sostenible medioambientalmente. Nosotros lo asumimos, pero necesitamos, a su vez, que se cumpla la ley de la cadena alimentaria, que establece no vender nuestros productos por debajo de los costes de producción, y necesitamos que se tomen las medidas necesarias para garantizar las rentas agrarias y ganaderas de las familias.
La sostenibilidad social y la viabilidad del rural pasa, en gran medida, por garantizar rentas dignas para las familias productoras, sí; pero también por garantizar servicios como la educación, la atención sanitaria, los medios de transporte, la conectividad…. Estas son vías necesarias para que las personas que tenemos nuestras raíces en el rural, y muchas otras que deseen sumarse, podamos realmente elegir este medio como opción personal de vida. Debemos, insisto, poder tener la capacidad de elegir quedarnos para vivir una vida digna y próspera en el rural y del rural.
El futuro, lo sabemos, tiene que caminar por la senda de la innovación y la agregación de cada vez más valor al producto. Por ese motivo, y siendo conscientes de la calidad de los alimentos que producimos aquí, estamos adaptándonos para dar respuesta a las demandas de unas consumidoras y unos consumidores cada vez más sensibilizados con la importancia de consumir alimentos que garanticen la sostenibilidad del medio ambiente.
Mi intención hoy, al escribir estas líneas, es visibilizar la situación que vive el sector agroalimentario en general y el lácteo en particular, y también contribuir a que los consumidores y las familias gallegas conozcan la realidad de quien está detrás de los alimentos que producimos aquí en Galicia, para que sean conscientes de que con sus elecciones de compra pueden ayudar a la economía del país y, sobre todo, a la viabilidad del medio rural gallego. Al fin y al cabo, ofrecer y consumir lo mejor de Galicia es, también, una forma de facer país y de alimentar un xeito de ser.