El bullying o acoso escolar: su repercusión en la vida adulta

El bullying o acoso escolar: su repercusión en la vida adulta

La tribuna

El bullying o acoso escolar: su repercusión en la vida adulta

Marina González Lago, psicóloga general sanitaria fundadora de Marea Psicología, reflexiona sobre el bullying, las consecuencias en la edad adulta del mismo, y la importancia de la prevención y actuación temprana.

3 diciembre, 2022 11:27

A una consulta de psicología las personas llegan por motivos muy diferentes, desde ansiedad, depresión, problemas de autoestima, estrés laboral, o dificultades familiares, hay decenas de motivos pero todos ellos tienen en común un aspecto, que para entender el presente, debemos echar un ojo al pasado.

Personalmente en terapia hago mucho uso de las “tareas”, es decir, trabajo que las personas se llevan para casa y realizan entre una consulta y la siguiente, y una tarea clave que no suele faltar al comienzo de las intervenciones es la línea de vida. La línea de vida es una tarea que consiste en coger un folio (hay quien coge dos, o incluso más) pintar una línea, y poner el año en que naciste y tu edad, por ejemplo (1990, 0 años), y hacer una marca en la línea con cada año de vida. A esa línea se le añaden múltiples notas, entre otros aspectos, se anotan todos los eventos que marcaron tu vida negativamente, denotados por un símbolo “-”.

Pues bien, después de ver decenas de líneas de vida, de personas de diferentes edades, niveles educativos, tipos de personalidad y motivos de consulta, me llamó mucho la atención un aspecto, que casi todas tenían en común que uno de los eventos que marcaron su vida de manera negativa fue una situación de bullying en la niñez o adolescencia. Las situaciones concretas más comunes son los insultos relacionados con la apariencia física, las situaciones donde una persona o un grupo da la espalda sin explicación aparente y dejan a la persona sola sin entender que ha hecho para que esto ocurra, y la invención de rumores de carácter sexual con el objetivo de humillar. En otros casos por suerte menos comunes, tienen lugar situaciones de violencia física, chantaje, o acoso por la orientación sexual de la persona. (Existen a mayores muchos otros tipos de bullying, aquí menciono los que yo he observado).

La mayoría de estas personas, 10, 20, 30 o 40 años después, narran lo sucedido con angustia, y algunas incluso con vergüenza, como si fuera responsabilidad suya haber sido víctima de estos sucesos, incluso pasado tanto tiempo es un trago amargo de recordar.

En la línea de vida no es el único momento en terapia donde una persona adulta habla de su experiencia de acoso escolar, sino que hay otro momento donde es común que esto salga de nuevo a la luz. Cuando un/a paciente comparte el motivo que la trae a consulta, suele ser algo relacionado con el presente, pero que evoca emociones y pensamientos que no son nuevos ni mucho menos. Es importante para el proceso que la persona adquiera poco a poco la capacidad de autoevaluarse, mirar hacia dentro y observar y entender que está pasando, y por eso habitualmente cuando hablan del problema que les ocurre ahora mismo yo pregunto ¿y cómo te sientes cuando eso ocurre? Algunas personas lo tienen claro de primeras, a otras le hace falta darle una vuelta, pero una vez que tenemos clara la emoción que sienten, toca la siguiente pregunta… “¿y cuando fue la primera vez que te sentiste así?, ¡esta sí que suele hacer falta pensarla un poquito más! Pues bien, aunque en la mayoría de las personas recuerda una situación en casa, muchas otras recuerdan esa situación de acoso escolar que escribieron en la línea de vida, como la primera vez que se sintieron impotentes, pequeñitas, menos válidas, inútiles, o no aceptadas por los demás.

¿Cuánto sufrimiento nos ahorraríamos si esto no ocurriese?

Por suerte cada vez los educadores desarrollan más protocolos para actuar y detectar de forma temprana estas situaciones. Así como los padres y las madres están más informados sobre el bullying, y cómo pueden educar a sus hijas/os para prevenirlo, alertarlo y ponerle fin.

Esto resulta muy prometedor, y si todos ponemos un granito de arena, podemos crear un mundo mejor donde las siguientes generaciones no tengan que sufrir esta experiencia, y espero con ansia que en 20, 30 y 40 años, cuando en consulta ponga como tarea una línea de vida, el bullying ya no sea un evento negativo que haya marcado la vida de mis pacientes.

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