Rochester: educando el paladar cervecero de A Coruña desde 1997
Miguel Rodríguez tenía el sueño de abrir una cervecería. Ahora, su local tiene más de 100 referencias y es uno de los más populares de la ciudad
8 agosto, 2019 12:51En 1997, Miguel Rodríguez paseaba por el centro de la ciudad cuando se fijó en un cartel. En él ponía, con una tipografía clara y grande, "Se traspasa". Era en la calle de la Franja. Por aquel entonces, Miguel ya tenía un pub en Betanzos, pero su ilusión era abrir una cervecería. Observando aquel local de piedra, se dio cuenta de que había encontrado el lugar adecuado.
Así surgió la Rochester, una de las cervecerías más populares de la ciudad. Aquel bajo de piedra es ahora otra cervecería, El Viejo. Ahora hay que ir a Panaderas para encontrarse a Miguel sirviendo cervezas. La Rochester está desde hace dos años y medio en el antiguo establecimiento del pub Dublin. Un local más amplio, pero con el mismo espíritu cervecero.
Charlamos con Miguel de la historia de este icónico bar y de cómo ha evolucionado la cultura de la cerveza en A Coruña.
La ilusión de un joven, la necesidad de una ciudad
¿Cómo surge el cambio de local?
Este local pasó por varias manos mientras fue el Dublin. Las últimas personas que estuvieron me lo ofrecieron. Tenían otros trabajos y no daban a basto. A mí me interesaba cambiar de sitio, a un lugar más grande y amplio. Entre ese y otros motivos económicos y de diversa índole, decidí dar el paso.
Por las circunstancias, no parece que fuese tan grande el cambio.
Nosotros ya teníamos una fama en la zona de la Franja. Fue un cambio grande, aunque solo sean dos calles. Este local ya tenía un nombre, una historia detrás. Pero decidimos trasladarnos con todo, el nombre incluido. En este local tenían una política de trabajo muy buena, pero distinta a la nuestra. Nosotros abrimos solo con cervezas y alcohol, no tenemos servicios de cafetería. Los cambios fueron pequeños, porque el local era muy bonito y estaba preparado para cervecería.
¿Te costó tomar la decisión de cambiar de local?
Sí, por supuesto. Pero se dieron estas circunstancias y hubo que valorarlo seriamente. Allí se daban otras cosas que hacían inviable que siguiésemos. Era un riesgo, pero decidimos dar el cambio. A la gente le costó acostumbrarse, pero la clientela ha respondido.
¿Cómo es la clientela de la Rochester?
Siempre ha sido acorde a mí edad. Cuando la abrí venía gente joven, que fue creciendo, ha tenido hijos y ahora vienen con ellos. Seguimos teniendo esa clientela y otra nueva. Hay una buena variedad.
¿Cómo surgió la idea de abrir una cervecería?
A mí me gustaba mucho la cerveza de distintos tipos. Monté muy joven un local en Betanzos, pero mi ilusión era tener una cervecería. Un día, paseando por la ciudad, vi que nuestro antiguo local de la Franja estaba cerrado y por circunstancias terminé cogiéndolo.
¿Cómo fueron los primeros años en la Franja?
No es como hoy. La gente no tenía información sobre todas las cervezas que teníamos. Había más cervecerías en la ciudad, como la Internacional de Cuatro Caminos o Camelot. Ahora la gente está muy informada y saben lo que quieren. De aquella, solo conocían Franziskaner, Coronita y Guinness. El ABC de las cervezas extranjeras. Ahora, si me apuras, saben más que yo. El mundo de la cerveza ha evolucionado mucho en los últimos años.
¿Era fundamental el papel del camarero como experto?
Aún a día de hoy también les gusta que les informes. Tipo de cerveza, graduación, sabor…
¿Cuántas referencias teníais al principio?
Teníamos 5 grifos y unas 40 referencias. De aquella estaba muy bien. Hoy, aquí, tengo más de cien y no llegan. La gente las demanda mucho. Conocen muchas más, quieren probar y cambiar de estilo. Aquí procuramos tener de todo y las últimas novedades, tanto de aquí como de fuera.
Imagino que también ha mejorado la distribución.
Hoy en día es totalmente distinto a como era hace más de 20 años. Hay una variedad multiplicada por diez. Antes, las distribuidoras decidían lo que se vendía en la ciudad. Ahora te puedes buscar la vida para traer cosas de fuera.
¿La clientela se fue formando con el tiempo o había demanda de una cervecería en la zona de la Franja?
Un poco de ambas cosas. Había una parte pequeña de clientela que ya demandaba el producto por haber viajado, conocido cervezas. Después también venían muchos estudiantes. Otras personas fueron viniendo poco a poco y acabaron siendo grandes expertos en cerveza.
Es muy europeo que los estudiantes frecuenten este tipo de cervecería.
Estos últimos años hay más Erasmus en la ciudad. Eso hace que muchos vengan a este tipo de cervecerías a probar variedades que ya tienen en sus casas.
Además, en la zona de la Franja imagino que irían muchos turistas.
Una parte importante siempre ha sido la clientela de fuera. No solo cruceristas o turistas, también gente que trabaja o estudia aquí, que vive aquí. Siempre se crea un núcleo de gente a la que le gusta este tipo de locales y frecuenta la Cova, el Penique o la Rochester.
¿Llegaron a superar a la clientela coruñesa?
No era lo habitual, pero hubo días puntuales que sí. Lo que pasa es que la gente ha adquirido mucha cultura cervecera. A distintos rangos de edad. Ha sido un bum los últimos años y ahora se entiende mucho de cerveza. Hay gente que me da un repaso a mí.
¿Guardas especial cariño a alguna anécdota que haya ocurrido en la Rochester?
Las hay buenas y malas. A mí me hace mucha ilusión la historia de unos profesores de una escuela de cultivos marinos de Winchester, que hacen cada año un curso aquí. Desde el primer año que abrimos en la Franja, siempre paran en la Rochester y se traen a sus alumnos. Son cosas que te hacen mucha ilusión.
Es muy bonito ver como ha evolucionado esta cervecería. Por ejemplo, hace 20 años había algún cliente que tenía un hijo recién nacido. Hoy se vienen juntos a tomar unas cervezas. Es muy bonito ver eso. También han cambiado las relaciones sociales. Antes veían como las parejas tardaban mucho más en cuajar, entre cerveza y cerveza. Ahora vienen quedan a través del teléfono y se encuentran aquí sin haberse visto en persona.
¿Hay mucho colegueo entre las cervecerías coruñesas?
La verdad es que nos conocemos casi todos y hay muy buen ambiente. No hay ni un mal rollo, pese a ser competencia.
¿Cómo es el día de San Patricio aquí?
Es el día más fuerte del año. Es una locura. Vuelves a ver a clientes que no ves el resto del año. Hay clientes viejos y nuevos. El ambiente es muy sano y amistoso. Se nos queda pequeño el local a nosotros y supongo que al resto de las cervecerías coruñesas. Aunque cuadre a martes, el bar se llena.
¿Notáis una mayor afluencia en semanas como esta, con conciertos del Noroeste muy cerca de aquí?
Sí, por supuesto. Yo creo que ha sido una muy buena idea. Es un acierto para los locales, que lo notamos mucho, y también para las pequeñas bandas locales, que tienen su hueco en el festival. Espero que continúe.
¿Cómo fue la creación de la estética y decoración de la Rochester?
Siempre me ha gustado este tipo de locales, con un estilo anglosajón, de pub irlandés o inglés. Me parece que va muy acorde al mundo cervecero. Ahora se llevan otras líneas, pero seguimos fieles a esto. Cuando estábamos en la Franja, buscábamos que fuese una taberna con aire cervecero, aunque tenía decoración gallega, detalles de Buño. Pero parecía un auténtico pub irlandés, corroborado por propios irlandeses. Creo que se está perdiendo un poco esa estética de taberna, pero a nosotros es algo que nos gusta mucho.
¿Trasladasteis toda esa decoración para aquí?
Este local estaba muy preparado, ya que era un antiguo bar irlandés. Pero sí que tenemos aquí todo lo que había antes en la Rochester de la Franja. Las mesas, parte de la iluminación, los cuadros, los detalles…
¿Serías capaz de decirnos cuál es tu cerveza favorita?
Depende del momento del día. No es lo mismo tomarse una cerveza relajado a venir de la playa y querer algo más refrescante. Un dia de semana, yo disfrutaría de una Rocheford 10. Al volver de la playa me tomaría encantado una Punk Ipa de Brew Dog, por ejemplo.