Kiko Pastur, el coruñés que lo dejó todo por la magia enamorado del "universo que esconde"
- Kiko Pastur es todo un referente en el mundo del ilusionismo de la ciudad herculina y está detrás del ambicioso proyecto que esconde la antigua Botica de la calle Real
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Como cualquier otro niño, el primer contacto que tuvo Kiko Pastur con la magia fue en el colegio. Con referentes en la tele como Juan Tamariz, David Copperfield o Anthony Blake, era raro el joven que no pedía por Navidad una varita o un juego de cartas. En una época sin YouTube, la única forma de aprender trucos era mediante libros. Fue con su primera guía cuando el mago coruñés comenzó a interesarse de verdad por el mundo del ilusionismo.
A Kiko no le bastó con la saga entera de Harry Potter. A sus 48 años, todavía recuerda con nostalgia a aquel niño que aprovechaba los recreos y sus ratos libres para aprender más trucos con los que sorprender a sus compañeros y familiares. Tuvo suerte, ya que en el colegio coincidió con otras dos personas igual de interesadas por el ilusionismo: su hermano Román García, también un reconocido mago, y el famoso Luis Piedrahita.
"Yo estudié en Santa María del Mar, aquí en A Coruña. Luis Piedrahita iba en la clase de mi hermano y los tres empezamos juntos a interesarnos por los libros de magia y a aprender algunos trucos más avanzados", cuenta Kiko. Eran uña y carne: una amistad inquebrantable forjada a través de un gran truco de magia. "Fue como encontrar un mundo secreto especial que veíamos que, cuando lo poníamos en práctica, la gente flipaba. Hay unas reacciones increíbles con cosas muy elementales, como unas moneditas, con unas cartas, con unos palillos", explica.
Pero la cosa no se quedó solo en un juego de niños. Kiko desarrolló una faceta más "artística" y "poética". "Luis siempre ha sido como más cómico y Román más inteligente y creativo. De hecho, hicimos un espectáculo los tres juntos en su día, te estoy diciendo hace ya más de 15 años: se llamaba Sin trampa ni cartón y lo estrenamos aquí, en el Teatro Rosalía", cuenta. Pero eso fue más adelante.
"Lo dejo todo"
Kiko logró construir todo un imperio de la magia. A los 18 años, Kiko ya se presentaba en pequeños escenarios locales, perfeccionando sus trucos y creando un estilo propio: "Con eso me sacaba mis dinerillos". Se metió en la carrera de Biología por probar. Aunque la materia le gustaba, él tenía claro lo que verdaderamente le apasionaba. La carrera no la terminó; antes, se convirtió en todo un ilusionista de prestigio.
"Me di cuenta con el tiempo que me gustaba más la magia como oficio. Incluso hoy en día, tener tu oficio como autónomo, y como mago, resulta un poco excéntrico, difícil. Ya en la universidad empecé a actuar, y con las actuaciones me sacaba un sueldo. Actuando tres o cuatro veces al mes ya tenía un sueldo, un sueldo mínimo para independizarme, pero lo suficiente para independizarme. Entonces, llegó un momento que dije: 'Pues mira, me dedico a esto y lo dejo todo'", cuenta.
Conferencias de magos
El asistir a conferencias en Italia, Inglaterra, Turquía, Estados Unidos o Japón le ofreció ciertos conocimientos que luego transformó con su propia esencia. Según cuenta, su proceso de consolidarse como mago y obtener reconocimiento fue "parecido al de un pianista o cantante que, al componer o interpretar una pieza exitosa, logra que su talento sea apreciado". "El método es la trampa que hay detrás y que a lo mejor es algo que tiene que ver con tecnología o a lo mejor es solo habilidad o psicología", explica.
"La magia toca todas las ciencias: matemáticas, física, química, incluso biología..."
En su caso, esa distinción vino cuando empezó a crear efectos de magia originales, que fueron reconocidos tanto por otros magos como por el público en general. A medida que su prestigio crecía, Kiko comenzó a participar en conferencias y circuitos de magia, donde otros magos presentaban sus propios trucos o efectos. Estos eventos, organizados en clubes y asociaciones de magia, eran espacios donde los magos no solo demostraban sus habilidades, sino también revelaban los secretos detrás de sus creaciones.
"Yo empecé a hacer estos circuitos de conferencias, en los clubs o asociaciones de magia, donde magos presentaban sus trucos, ya fuera con cartas, cajas o abrigos, y compartían los secretos de sus efectos", explica Pastur.
Además, al profundizar en la magia, Pastur descubrió que este arte no solo está vinculado a la destreza manual o la ilusión, sino que también abarca múltiples disciplinas. "La magia toca todas las ciencias: matemáticas, física, química, incluso biología...", comenta. Fue esto lo que le enamoró del mundo del ilusionismo: "El universo que esconde".
Último proyecto: La Botica Encantada
Aunque nacido y criado en A Coruña, Kiko ha llevado su pasión por la magia a diferentes rincones del mundo: ha pasado por Madrid, Londres o Santiago de Compostela, pero siempre con un pie firme en su ciudad natal, que ahora ve florecer uno de los proyectos más personales de su carrera: un bar donde la magia es la verdadera protagonista. Junto a Marcos Waldemar, han logrado transformar la antigua farmacia de La Botica, ubicada en el número 63 de la calle Real: se trata del primer bar temático de magia de la ciudad.
La Llave Encantada, una escuela de magia que abrió Kiko con sus socios Marcos Waldemar y Josua Kenneth en A Coruña el año pasado, ahora forma parte de la Botica Encantada, dando la oportunidad a los interesados de aprender sobre la materia en un lugar inigualable con los mejores mentores. Sin embargo, la verdadera esencia del local es poder ofrecer al cliente una experiencia única, con la posibilidad de disfrutar de trucos de magia mientras se toma una copa.