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Es temporada de sandías y melones, las mejores frutas para combatir el calor de agosto
Pocas frutas tienen tanto éxito cuando llegan los días de calor y sol. Te contamos todos los detalles sobre sus propiedades, sus orígenes y cómo elegir la mejor pieza a la hora de hacer la compra
18 agosto, 2021 06:00Este mes de agosto está siendo especialmente sofocante para muchas zonas de España, y aunque Galicia se ha “librado” de la actual ola de calor, las temperaturas se están manteniendo por encima de los 20ºC. Refrescarse se ha convertido en la actividad principal de muchas personas durante sus vacaciones. Por eso, hay algunos afortunados que aprovechan las horas de sol para disfrutar en playas, piscinas, ríos… o terrazas y chiringuitos. Combinados como el mojito o la sangría ayudan a disfrutar de las sobremesas cuando el sol aprieta; y las comidas frías, como la ensaladilla rusa o el gazpacho; o frescas, como las ensaladas tradicionales, se han convertido en un salvavidas frente al calor.
Sin embargo, el mejor remedio natural contra el calor (además de beber agua de manera frecuente) son las frutas de temporada, que tienden a tener una gran cantidad de agua por lo que son también una opción estupenda para refrescarse. Y si hablamos de frutas de temporada conocidas por su poder refrescante, tenemos que hablar de las sandías y de los melones, que se han convertido en unas de las frutas más populares del verano.
Orígenes similares, gustos dispares y una disputa “acalorada”
La sandía tiene su origen en el continente africano, ya que existen evidencias arqueológicas que prueban su cultivo en el Antiguo Egipto, extendiéndose alrededor del río Nilo. De allí pasó a Italia, Grecia y España, que se ha convertido en el mayor productor europeo de esta fruta. Su nombre viene del árabe sindiyya, en relación al río Indo, en Pakistán, que es el origen árabe del fruto.
Algo similar pasa con el melón, cuyo origen también se atribuye al territorio africano (aunque hay quien apunta que se trata de una fruta propia del Asia Central). Al igual que la sandía, se trata de un cultivo que aparece en representaciones en tumbas egipcias. El melón, además, gozó de una mayor fama a lo largo de su historia. En Roma se servía en grandes banquetes y en la cultura árabe el melón tiene una gran presencia como un alimento espiritual y como símbolo de fecundidad y abundancia gracias a su gran tamaño. Los melones también tuvieron su minuto de oro en Francia, a finales del siglo XV, cuando se convirtieron en el postre y aperitivo preferido de la nobleza.
En la actualidad, cada fruta tiene su buena legión de fans detrás, e incluso hay discusiones por saber cuál es la mejor. La sandía suele ser más acuosa y dulce, mientras que el melón resulta más saciante y carnoso. El melón “gana” en el contenido de vitamina C y minerales a la sandía, mientras que esta contiene mayor cantidad de vitamina A. Sin embargo, la sandía tiene un as bajo la manga: tiene un alto contenido en L-citrulina (lo que favorece a la dilatación de los vasos sanguíneos) y puede llegar a mejorar la disfunción eréctil y la posmenopausia. El melón no se queda atrás y saca su jugada maestra: su alto contenido en folato, magnesio y vitamina K ayuda a favorecer nuestra salud ósea.
Cómo comprarlas y aprovecharlas al máximo
Existen numerosos trucos para elegir entre una buena sandía o un buen melón. Lo ideal es conocer de primera mano el origen de la fruta (¡preguntad al frutero!), ya que existen numerosas zonas dentro de España que a lo largo de la temporada de recogida (abril-septiembre). La sandía y el melón son dos plantaciones que necesitan un clima neutro, ni frío ni calor, por lo que ir rotando el origen de la compra desde las zonas calientes hasta las más frías a lo largo del año es la mejor opción; para disfrutar del mejor sabor en todo momento.
Una buena sandía debe pesar, y cuanto más, mejor. Eso indicará que está en su punto de maduración óptimo, y que no estamos ante una sandía pasada. Para evitar comprar una pieza demasiado blanca, a veces tendremos que tirar por lo básico: comprar la sandía cortada por la mitad (o en cuartos). Son todo ventajas, ya que se ve mejor el interior de la fruta, su almacenamiento es más sencillo y evita que desperdicies comida (una vez abierta, debemos consumir la sandía en unos cuatro días, siempre guardada en la nevera y con papel film cubriendo la parte carnosa).
En cuanto a la mancha del exterior o las pepitas, no debemos preocuparnos demasiado. Las semillas no cambian el sabor de la sandía, y si son de colores blanquecinos indican que las semillas no se han llegado a formar del todo por culpa del clima (viento o agua), pero no significa que la sandía esté en mal estado.
En el caso de los melones, contamos con muchas más variedades por lo que puede que la compra se nos complique un poco más (aunque la variedad Piel de sapo es la que más se vende en España). Debemos fijarnos más en la corteza del melón, que ha de ser resistente, sin golpes ni grietas en su exterior. En cuanto a su tamaño, es mejor buscar un punto medio, sin que sea demasiado grande o pequeño, para asegurarnos que estamos ante una pieza con una buena maduración. A la hora de conservar un melón, podemos tenerlo fuera de la nevera, pero si queremos que sea un bocado muy refrescante, la mejor idea es meterlo en el frigorífico un poco antes de consumirlo.
Aunque la sandía y el melón están un tanto encasillados dentro de la etiqueta de “fruta de postre”, las posibilidades de cocinado de estas frutas son muy numerosas. La opción más socorrida es hacer zumos y batidos con ellos, pero también podemos incluirlos en combinados más atrevidos (la sandía funciona francamente bien con vodka), o en postres, como tartas, mousses, yogures o helados.
También pueden ser un ingrediente principal ideal para platos como gazpachos, sopas frías o ensaladas… Hay miles de posibilidades, y muy pocos meses para disfrutar de las frutas más refrescantes del verano, así que solo nos queda elegir: ¿Melón o sandía?