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El kiwi, la fruta adoptiva del rural gallego
Te contamos todos los detalles sobre el origen y la historia de esta peluda fruta que lleva más de tres décadas dentro de los campos de Galicia
22 febrero, 2022 06:00A lo largo de los años, se han ido introduciendo gran cantidad de productos foráneos en los campos gallegos, algunos con más éxito que otros. Gracias al clima único que proporciona el norte de la península y las condiciones ambientales que proporcionan los terrenos gallegos, cultivos que en su día eran exóticos y extravagantes han acabado por convertirse en emblemas de la gastronomía gallega, como los pimientos de Padrón (de origen mexicano).
Uno de estos cultivos que han sido “adoptados” por los agricultores gallegos es el del kiwi. Esta baya peluda lleva más de 30 años cultivándose en Galicia, convirtiendo a la Comunidad en la mayor área productora de la Península, junto a Asturias y el norte de Portugal. Pero ¿cómo ha llegado un fruto tan extraño a nuestras tierras y por qué ha triunfado durante más de tres décadas?
Un viaje movido: origen asiático y exportación australiana
A pesar de lo que se puede pensar sobre esta curiosa fruta, su “origen” (en el sentido estricto de la palabra) no es neozelandés, sino más bien chino. El predecesor del kiwi crecía de manera silvestre en las laderas del Himalaya y a lo largo del río Changjiang, en China oriental. Era conocido como yang tao o “fruta del tao”, más pequeño que el kiwi moderno. A pesar que el yang tao era conocido por la cultura china y su uso está documentado desde tiempos de la Dinastía Ming, no sería hasta mediados del siglo XIX que la fruta del tao recibe su nombre botánico: actinidia chinensis.
Sus semillas fueron viajando a Reino Unido, Estados Unidos y, claro, Nueva Zelanda. En un principio, el cultivo de esta fruta era casi recreativo, en huertos familiares. Poco a poco, se fueron desarrollando nuevas variantes y la popularidad aumentó en gran medida. Su producción se centralizó en la bahía de Plenty, que fue creciendo hasta alcanzar decenas de hectáreas (el consumo de kiwis creció considerablemente como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, ya que el gobierno neozelandés prohibió la importación de fruta).
A mediados del Siglo XX los kiwis (o como eran conocidas entonces, las “grosellas chinas”), comenzaron a exportarse a Reino Unido y territorios cercanos, ya que aguantaban perfectamente el trayecto sin estropearse. Cuando el mundo comenzó a conocer esta extraña fruta peluda, se decidió “rebautizarla” como kiwi, por su parecido con el ave del país neozelandés. Aunque existía cierto recelo ante un fruto tan extraño, el kiwi comenzó a triunfar en los mercados europeos de Francia o Alemania.
Galicia: casa adoptiva del kiwi
La historia del kiwi en Galicia no se puede contar sin mencionar varios nombres propios. El primero es el de José Fernández López, la mente detrás de empresas como Pescanova o Zeltia. Fernández también fue uno de los primeros impulsores del cultivo del kiwi en Galicia, que estudió atentamente el éxito que estaba teniendo el fruto en Francia y Alemania (y el importante rendimiento económico que se podía obtener con el mismo). Con el apoyo de Carlos del Río, un prominente ingeniero agrícola, plantaron los primeros ejemplares de kiwi gallego en una pequeña parcela de Gondomar.
De hecho, la expansión de este fruto en Galicia le debe mucho a Carlos del Río, ya que todos los productores gallegos se ayudaron de un libro escrito por del Río en el año 1979: Kiwi, el fruto del futuro. Gracias a un potente trabajo de marketing ejercido por la propia Nueva Zelanda, el kiwi vivió su época dorada en los ochenta, algo que también afectó a las plantaciones gallegas, que pasaron a superar los centenares de hectáreas cultivadas.
Sin embargo, el aumento de la producción local y la importación también supuso un gran batacazo económico en los años siguientes, donde el kilo del kiwi se fue devaluando ante el exceso de oferta. A partir de los noventa la estrategia comercial del kiwi gallego optó por apostar por su gran calidad como principal reclamo, lo que hizo que Galicia fuera poco a poco estableciéndose como el mayor productor del país ( actualmente más del 60% de los kiwis españoles son gallegos).
España acabó enamorándose del kiwi de Galicia, ya que se ha convertido en su principal consumidor (en parte porque los competidores “cercanos”, como Italia o Grecia, producían y exportaban kiwis de muy poca calidad).
Las claves de una fruta mágica
Tras varias décadas en nuestras tierras, Galicia es capaz de producir unas 16 toneladas de kiwi al año, según la Consellería do Medio Rural. La clave de su éxito es que el kiwi gallego tiene un tamaño considerable, con un sabor potente y una gran calidad en su presentación final. Además, su temporada va de octubre hasta marzo (¡queda poco!), mientras que los otros grandes productores internacionales (Nueva Zelanda y Chile) suelen realizar la cosecha de kiwi durante el verano, por lo que son dos mercados que no suelen hacer competencia al repartirse el año en dos tandas de exportación e importación.
A la hora de comprar kiwis, estos deben mostrar un color marrón brillante, no apagado, independientemente si queremos comprar kiwis verdes o amarillos. La prueba indiscutible es apretar un poco el kiwi, ya que, si nuestro cede y se hunde demasiado, es una indicativo de que es un kiwi que ya está pasado. Además, debemos fijarnos en que su producción sea gallega (así contribuimos a potenciar la economía local a la vez que evitamos contaminaciones derivadas del transporte del kiwi importado). Una vez en casa, el kiwi es ideal para tomar partido por la mitad con una cuchara, pero puede incorporarse en yogures, bizcochos o batidos (¿nuestra sugerencia? un smoothie de plátano, pera, kiwi y espinacas, aprovechando que todos están de temporada).
El kiwi gallego esconde una gran cantidad de beneficios: es una gran fuente de vitamina C y también un gran agente antioxidante (más potente que la naranja, por ejemplo). Su capacidad para combatir el estreñimiento es muy conocida, pero también es capaz de prevenir infecciones y es ideal para las personas diabéticas. Si comemos kiwi, además, puede que mejore nuestro humor, ya que es capaz de controlar problemas de insomnio y contiene grandes cantidades de serotonina, la llamada hormona de la felicidad.