Los hijos de Sara Calleja (Ponferrada, 1963), Elio y Andrea, llevan lidiando con la Justicia desde hace año y medio: demostrar que el suicidio de su madre fue provocado por su maltratador, Christian Costenoble. Emprendieron esta lucha poco después de que Sara Calleja se tirase desde el balcón de su vivienda en Ibiza, el 11 de julio de 2015, y tras escribir una carta en la que explicaba que lo hacía porque no soportaba más el maltrato psicológico al que su expareja la sometía.
El proceso judicial está siendo arduo. Uno de los últimos escollos a los que los hijos de la víctima se enfrentaron fue el de declarar nulo el testimonio del maltratador. El investigado, que cumplió condena en la cárcel por romper una orden de alejamiento sobre Sara Calleja, declaró por videoconferencia desde Bruselas (donde él reside). El testimonio llegó al Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Ibiza, pero con más contenido del permitido: una conversación privada entre el acusado y su abogado defensor que se habría grabado por error, según detectó el fiscal.
El abogado defensor de Christian Costanoble pidió la nulidad del testimonio. El juez accedió, pero también ha pedido que el acusado vuelva a declarar. Los hijos han celebrado la decisión porque supone que la investigación sigue su curso. La Policía Nacional sí considera que el maltratador indujo a Sara Calleja al suicidio.
La relevancia del caso ha llegado incluso a las artes escénicas. La actriz y dramaturga Irma Correa se ha basado en el caso de Sara Calleja para escribir su obra 'Hablando (último aliento)', que se estrenará el miércoles 5 de abril en el Centro Dramático Nacional. Habla de aquellas mujeres que se suicidan porque la muerte les parece una solución mejor que seguir soportando la violencia que ejerce un hombre sobre ellas.
"Estas mujeres pasan a formar parte de un cómputo de personas que se han suicidado y no de mujeres asesinadas a manos de sus maltratadores", explica Irma Correa. "El caso de Sara Calleja y algunos otros me inspiraron, bueno, me impulsaron a hacer algo. ¿Qué línea de pensamiento tiene una mujer que está viviendo un infierno absoluto por culpa de un hombre?".
Esto recuerda al caso de la mujer que quedó tetrapléjica al tirarse de una ventana huyendo de su maltratador. Ocurrió en mayo de 2015, y ahora, casi dos años después, la víctima ha declarado en el juicio que el acusado le dijo: "Hija de la gran puta, no vas a salir de aquí viva. Hoy te mato". Tras darle una paliza, ella intentó escapar, lanzándose por la ventana porque estaba "desesperada de miedo".
Irma Correa asegura que el nombre de Sara Calleja se le quedó especialmente grabado por su impacto en los medios. Aunque hay sentencias (pocas todavía) que prueban que ha habido relación entre una relación de violencia de género y una inducción al suicidio, es la primera vez que los detalles quedaban tan pormenorizados gracias a la carta que escribió la víctima. "Me sentí profundamente conmovida porque su despedida era tan lúcida como doloroso: simplemente se sentía desprotegida". Ella había interpuesto hasta 17 denuncias, pero el acoso y el maltrato psicológico se seguía produciendo.
Maltratadas que se suicidan
La psicóloga Concha López Casares, que atiende a mujeres maltratadas, apunta que para las víctimas "no hay descanso": "Están atrapadas en un presente continuo, siempre alertas a cómo funciona la mente de su maltratador. Están en un estado de supervivencia defensiva donde el mundo exterior desaparece, solo está presente el torturador". Además, asegura que hay un "porcentaje altísimo de mujeres maltratadas que desarrollan 'ideación suicida'. Algunas tienen uno o varios 'intentos autolíticos' de los que son rescatadas, no sin reproche y nuevo repertorio de inculpación y devaluación. Y algunas otras no sobreviven".
El problema, según López Casares, es que se busca la causa del suicidio en el antecedente más inmediato. Es decir, que si una mujer se suicida se buscará en su historial psiquiátrico para determinar que lo hizo, por ejemplo, a causa de una depresión. Pero como apunta la psicóloga, "¿cuántas mujeres desarrollan trastornos psicológicos y conductas suicidas a causa de años y años de maltrato? Se sabe que el maltrato psicológico destruye la mente humana y todos sus recursos adaptativos".
El Ministerio de Salud de Argentina realizó un informe de suicidios femeninos con perspectiva de género. Concluyó que "muchas muertes de mujeres que acontecen en el marco de vínculos sentimentales son el último eslabón de situaciones de maltrato [...] Muchas víctimas llegan a matarse porque no aguantan más el maltrato. En la investigación encontramos buenas pistas sobre una sospecha que teníamos, y es que si a los casos registrados como suicidios se les hiciera una autopsia psicológica con perspectiva de género, encontraríamos muchos antecedentes de violencia in crescendo que nos hace presumir fuertemente que estaríamos en presencia de homicidios encubiertos".
Miguel Lorente, médico forense y Delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad durante la legislatura de Zapatero, apunta que "el Derecho exige unos requisitos muy difíciles de demostrar. En muchos casos se juega con el hecho de que la mujer no hubiese denunciado". "Hay una conducta muy propia del ámbito jurídico de entender que al haber un suicidio se cierra el caso. La clave está en entender que en los casos de violencia de género, una de las opciones es la muerte por suicidio. Eso ya debería llevar a que ante un caso en el que una mujer se ha suicidado, se realice un análisis con perspectiva de género. Porque además cada vez hay más casos de hombres que no están dispuestos a dejarse pillar: cometen un feminicidio y luego tratan de simular que ella se ha intentado suicidar".
Así fue el suicidio de Sara Calleja
"A día de hoy no entiendo cómo he podido soportar todo eso y todo lo que me ha venido. En realidad no lo soporto y por eso me retiro [...] Hoy espero irme de verdad. No soporto los días [...] Tienes que sacar fuerzas de un saco roto, pero yo ya no puedo más. Mi vida no tiene luz ni esperanza. Christian C me robó todo. Él ganó".
Estas son algunas de las frases recogidas en la carta que Sara Calleja escribió antes de quitarse la vida y que dirigió a la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de León, Sonia González Pérez. A ella le recriminaba una actitud pasiva ante las múltiples denuncias (15 de las 17) que había interpuesto. González Pérez era la instructora de su caso y a ella le dedicaba estas líneas: "Mi vida estaba en sus manos, señora jueza, y parece que cada vez que iba a denunciar, aburría. Muchas mujeres retiran sus denuncias porque es una agonía aguantar un proceso del que nunca sales entera".
En una entrevista que concedió al diario El Mundo, la jueza defendía su actuación y aseguraba que su trabajo en el ámbito de la violencia de género era muy "desagradecido": "Ponemos todos los medios y la mujer vuelve con su pareja. Con el caso de Sara he sentido mucha pena. Y cuando conoces al acusado, más". Los entrevistadores le preguntaron a González Pérez qué es lo que más le impactó del caso de Sara Calleja y ella respondió así: "Cuando lo vi a él. Es un personaje que, a pesar de todo lo que hacía, cuando llegaba al juzgado lloraba como un niño. Decía que la quería, que quería volver con ella. Tenía un perfil típico de 'si no estoy contigo, no puedo estar con nadie más'. Un tío listo. Un tío de 1,90 que se te ponga a llorar después de lo que ha hecho...".
Sara, divorciada y con dos hijos ya mayores de edad, comenzó a salir con el que fue su maltratador en verano de 2010. Llegó a mudarse de León (su residencia habitual) a Bruselas (donde él vivía). Según han relatado sus hijos en diversas ocasiones, él la retenía en casa para que no pudiese viajar a España a ver a su familia, la manipulaba psicológicamente, la amenazaba. Ella, finalmente, logró regresar a León en septiembre de 2013, pero el maltrato psicólogico continuó durante casi dos años más. Hasta cien mensajes de Facebook al día llegaba a recibir Sara, además de llamadas y correos electrónicos en los que el mensaje variaba: desde "te vas a arrepentir toda tu vida si no escuchas" a "si no vuelves me mataré".
Ya con una orden de alejamiento, el maltratador se trasladó de Bruselas a León para vengarse de ella: la denunció en el INEM por haber vendido algunos cuadros en una exposición (ella era pintora) mientras cobraba el subsidio de desempleo. El INEM le impuso una multa de 18.000 euros y le embargó la renta mínima de inserción de 400 euros que percibía. Él, por incumplir la orden de alejamiento, ingresó en prisión durante unos meses.
Agotada, Sara se trasladó a Ibiza, donde vivía su hija Andrea. Allí interpuso otras dos denuncias, pero nunca obtuvo respuesta. Tras su suicidio, el Diario de Ibiza desveló que nunca se tramitaron: "Según fuentes judiciales, las denuncias interpuestas en comisaría aparecieron 'en secretaría' y, según personal de esta instancia, tanto estas como otras causas de funcionarios que estaban de baja –fue una época de muchas tensiones y problemas entre funcionarios y la entonces secretaria– habían sido 'guardadas' por la responsable de la oficina judicial, que si bien negó que las causas estuvieran 'paradas', sí reconoció que estaban en su caja fuerte por seguridad", publicaba el diario.
Marta Ramos es psicóloga en el Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas (CARRMM). Ella, al igual que Concha López Casares, califica de "crimen perfecto" el suicidio inducido en tanto que "se machaca a una persona hasta el punto de devastarla y conseguir que ella misma se quite la vida". "Nadie le culpabilizará a él". Explica que la mayoría de mujeres con las que ha trabajado en el CARRMM han barajado la posibilidad de suicidarse, y gran parte de ellas lo han intentado. "Muchas se ven abocadas al suicidio porque entran en una espiral de silencio y ni siquiera pueden identificar que sufren violencia. El mensaje constante del maltratador es: 'Hagas lo que hagas yo puedo más que tú y nadie te va a creer'".
"Yo creo que no hay crimen perfecto, sino investigación imperfecta", apunta Miguel Lorente. "Siempre habrá casos difíciles, pero si se quiere, se puede averiguar si una mujer ha llegado a quitarse la vida porque era víctima de malos tratos. Veamos las consultas médicas, veamos qué dice el entorno, consultemos su correo electrónico y sus redes sociales... Si luego la investigación determina que no ha habido inducción el suicidio, vale. Se acepta y ya trataremos de hacer modificaciones legislativas, pero es que ahora mismo ni siquiera se investiga eso".