En Brasil el ciclo anual está marcado por el carnaval. Después de esa fecha comienza el otoño, los estudios, los propósitos del nuevo año y se asienta lo que va a estar de moda en la nueva temporada. Este carnaval las calles de Río de Janeiro se llenaron de disfraces de sirena.
Mirella Ferraz es la única sirena profesional de Brasil. Lleva cinco años ejerciendo como tal, pero nunca había vivido tal boom. Escribe libros, da cursillos de sirena, se sumerge con tiburones y delfines en un acuario y vende colas de sirenas por internet. Su teléfono no para de sonar estos días. Las ventas de sus colas de sirena han aumentado en un 200%, su cuenta de Instagram multiplica seguidores por momentos y sus vídeos de YouTube alcanzan millones de visualizaciones.
Brasil está siendo seducido por el canto del 'sirenismo' a la vez que lo hace la protagonista de la serie que emite de lunes a viernes en prime time la cadena Globo, la más vista del país. Ritinha, una joven de un pequeño pueblo ficticio del norte del país interpretada por la actriz Isis Valverde, huye a la ciudad siguiendo a un galán veraneante y descubre a una mujer vestida de sirena haciendo un espectáculo en un acuario. Queda encandilada con la actuación.
La autora de la serie, Gloria Pérez, se inspiró precisamente en Mirella Ferraz. Ella enseñó a la actriz a moverse como sirena en el agua. La voz le tiembla al contar que no siempre fue fácil ser sirena. "Nací en el año 83 ya diciendo que era una sirena. Siempre fui muy extraña, llena de conchas en la cabeza. Mis compañeras de clases me hacían bullying, no tenía amigos…", cuenta Mirella Ferraz a EL ESPAÑOL.
Pero cuando se graduó en Ciencias Ambientales, especializada en Biología Marina, decidió que era el momento: "Nací sirena con piernas, pero mi cabezonería me va a llevar a ser una sirena auténtica". Chapuceó una cola artificial y comenzó a subir vídeos y fotos a las redes sociales. Tuvo que desactivar los comentarios: "Me dijeron que estaba loca, que era una vergüenza para el para el país, que hacía el ridículo, pero yo no tenía escapatoria, ser sirena es mi vida".
Los hombres también son sirenas
Algunas de las compañeras de colegio que se reían de ella compran ahora sus colas de sirena y suben fotos a Instagram. Mirella calcula que el 'sirenismo' tiene 1.000 adeptos en Brasil.
En el peñasco que separa la playa de Copacabana e Ipanema de Río de Janeiro, los turistas hacen fotos entusiasmados a un extraño elemento marino. Nos encontramos con Davi Sereio. A pesar del peligro de las olas golpeando contra las piedras, nada y bucea con soltura. Hijo de pescador, pasó toda su infancia chapoteando en el mar. Dice sentirse en el mar mejor que en su propia cama. Cuando vio la película La sirenita se tatuó su imagen en el brazo. Con 20 años se enfundó su primera cola de sirena y se lanzó a las playas de Río de Janeiro.
Hoy discotecas y eventos reclaman su presencia. "No hago esto por ser gay, no soy una drag-queen, lo hago porque quiero. Hay gente que me critica, no les gusta, pero a mí me da igual, me pongo mi cola y vengo a nadar. Es una forma de sentirme en sintonía con el medio ambiente, es lo que me da vida". El carácter transgénero de las sirenas ya fue defendido por Cristobal Colón, a quien se le atribuye el avistamiento por parte un miembro de su tripulación de "tres sirenas que salieron bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara".
El 'sirenismo' es toda una institución en el mundo. Un movimiento ético y estético de ego y fantasía mezclado con respeto por la naturaleza y bienestar con el mundo marino. Desde 2012, la moda se ha empezado a profesionalizar. Desde Australia hasta Canadá o Filipinas, varias escuelas conjugan enseñanza de mitología y técnica de nadar con cola artificial. Las más organizadas expiden títulos de sirena oficial.
"Somos sirenas gordas y negras"
En Brasil el 'sirenismo' tiene ya su respuesta contracultural. La activista feminista Sandra Muñoz está organizando el primer 'Encuentro de sirenas gordas' en Salvador de Bahía. “Bahía es un lugar de mujeres gordas. Estamos cansadas de las sirenas rubias y delgadas. Vamos a ponernos las sirenas gordonas a tomar el sol, a disfrutar de la playa y de nuestro cuerpo. Somos sirenas gordas y negras”, reivindica con sátira en su breve charla con EL ESPAÑOL.
A Mirella Fernandez, la pionera de las sirenas brasileñas, no le importan las críticas. Su sonrisa telefónica es firme: "¿Quién puede decir que vive de su cuento de hadas, de su sueño de infancia? Nadie me va a despertar de este sueño". Y su mezcla de argumentos racionales, emotivos y místicos de marca personal, tolerancia, magia y fantasía van envolviendo a todo aquel que la escucha, en la seducción de su canto de sirena.
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