En mitad de la multitudinaria manifestación de los taxistas que se celebró el martes en Madrid, un tipo alto y musculado emerge entre la masa. Lleva dos bengalas en la mano, grita y entona cánticos. Los otros taxistas le siguen y le jalean. Algunos incluso le piden fotografiarse con él. Se llama Nacho Castillo Jiménez (Algete, 1982) y es uno de los líderes más radicales de las protestas de los taxistas contra empresas de VTC (vehículos con conductor) como Uber y Cabify, a los que llaman 'cucarachas'. En el mundo del taxi es conocido como Peseto loco. Peseto es la forma coloquial con la que se conoce a los taxistas en muchas partes de España. Lo de loco no requiere explicación.
Él mismo se autodenomina así. Es el nombre con el que está registrado en Facebook. Utiliza su cuenta para sublevarse contra las plataformas de vehículo con conductor. Es polémico, sus declaraciones son incendiarias, le acusan de violento y ultraderechista y fue condenado a una multa por disparar contra un coche de Cabify. Se ha convertido en uno de los rostros más conocidos de Elite Taxi, el sector más radical de los taxistas que están en guerra contra las nuevas empresas de transporte de viajeros.
Una guerra que va a ir a más: "No se va a acabar. Esto tiene que ir in crescendo. Tenemos que ser conscientes de la fuerza que tenemos los taxistas como gremio. Somos capaces de paralizar una ciudad, un país. Y hay que ir con todo. Siempre dentro de la legalidad, ¿no? Pero con todo. Prefiero caer mal y que me recuerden como “aquel loco que la liaba en las manifestaciones” que como “aquel pobrecito que se quedó sin trabajo porque no luchó”. Así que me da igual lo que digan de mí. Si me quieren mandar a la cárcel, allí comeré del estado. Si quieren guerra, estamos luchando por nuestra vida en una situación límite, así que moriremos matando”, declama.
EL LÍO DE LA PISTOLA Y LOS DISPAROS
Le acusan de violento y radical. El origen viene por una sentencia condenatoria: en 2016 fue declarado culpable de haber disparado con una pistola de aire comprimido contra un vehículo de Cabify. Él lo niega. Dice que una tarde se cruzó con un compañero taxista que llegó quejándose de un problema con un Cabify y le dejó la caja de la pistola en su coche. Que después hubo tiros, que luego llegó la policía, encontró la caja del arma después de que se hubieran producido disparos y le culparon a él.
“Preferí comerme el marrón y no delatar a mi compañero. Me inventé que encontré la caja en la basura y que quería hacerme una foto imitando a Robert De Niro en Taxi Driver” explica. Ni el juez se lo creyó, que apuntaba en la sentencia que “nadie coge un arma de la basura”. Él corrige: “Nunca me pillaron un arma. Sólo una caja”. La condena no le ha amedrentado. Al contrario: le ha dado alas.
NI CACERÍAS, NI ULTRADERECHA
A Nacho le culpan de ser parte fundamental de las cacerías: esto es, de los ataques que están sufriendo sistemáticamente coches de Uber y Cabify, obra de taxistas indignados. Él lo niega tajantemente. “Que lo demuestren. No he ido a una cacería en mi vida. De hecho, no tengo un solo antecedente más allá de la movida de la pistola. Yo sólo estoy defendiendo mis derechos como trabajador. Tengo una hija que cuidar. Yo no salgo por las noches. Ni de cacería, ni de fiesta”, zanja.
También le acusan de ultraderechista: una de las polémicas que ha acompañado a Nacho Castillo en los últimos días es una foto en la que sale con Melisa D. Ruiz, líder de Hogar Social Madrid. Peseto loco también se desmarca de esa acusación. “Yo soy pro-taxi y estaré con quien nos apoye. Me da igual que nos apoye Hogar Social Madrid o los Bukaneros del Rayo Vallecano. También me parece bien que nos apoye Pablo Iglesias, y no por ello soy de Podemos. ¿Cómo voy a ser yo de extrema derecha, si tengo amigos gays? Mira, con 14 años me pegaron una paliza entre 10 skinheads porque yo era heavy. Lo de la ultraderecha es una tontería que se han inventado contra mí”, asegura. Y añade otro ejemplo: “Álex, que es como mi hermano, es colombiano; no creo que un ultraderechista te diga eso”. Cuando habla de Álex se refiere a William Alexander Moreno, el taxista colombiano que también fue condenado por el asunto de la pistola de aire comprimido.
No obstante, no duda en valorar “la labor que está haciendo gente como Hogar Social Madrid al darle comida a los españoles necesitados. Veo bien que ayudemos primero a los de casa, antes que a los de fuera. En este país no lo estamos haciendo bien. Pero es que eso es algo que hasta Álex, mi amigo colombiano, me reconoce”.
TRABAJÓ PARA UNA EMPRESA DE VTC
Peseto loco no es su único alias. Fue boxeador en Peso Medio y Semipesado, y llegó a disputar peleas en categoría neoprofesional. En ambientes pugilísticos era conocido como Iron Nacho, por su pegada. “A mí me pusieron lo de Peseto loco en el gimnasio. Yo hacía guantes con un boxeador al que llamaban Zurdo loco. Como yo soy taxista, me empezó a decir Peseto loco… y hasta hoy”, cuenta.
Ahora es el principal azote de las empresas VTC pero, curiosamente, trabajó para una de ellas hasta 2010. “Yo estaba en una empresa que trabajaba para Televisión Española. Pero era todo legal, nada que ver con Cabify o Uber. Hay empresas de VTC que son legales y yo mismo traje a sus representantes a la manifestación. Yo no estoy en contra de la competencia, sino de la competencia desleal. Estas empresas no cumplen la ley y están asesinando a 100.000 taxistas. A 100.000 familias”.
"¿DÓNDE ESTÁ EL CHOLLO?"
Nacho Castillo llegó al mundo del taxi siguiendo los pasos de su padre: “Él era director de una empresa, se ganaba la vida muy bien. Pero un día decidió mandarlo todo a paseo, comprarse un taxi, pasar de jefes y trabajar para sí mismo”. Nacho fue detrás. En 2010 gastó 165.000 euros para comprar la licencia. “Cuando la gente nos dice a los taxistas que ya se nos acaba el chollo, me enciendo. Me he hipotecado hasta los ojos para poder trabajar y darle de comer a mi hija. Me trago 14 horas de trabajo al día. Me quedan 19 años de hipoteca. ¿Dónde está el chollo ahí?” se queja.
Sobre la violencia de las protestas de los taxistas, asegura que “es el argumento de estas VTC ilegales para desviar la atención. Así no se habla de que no cumplen la ley, de la explotación a sus trabajadores o de la contingentación 1/35. Eso significa que por cada 35 taxis, la ley permite un solo coche VTC. Actualmente estamos en 1/7 y de esa ilegalidad no se habla”.
Apunta también que "estas licencias se las están dando a estas empresas de VTC por 35 o 40 euros y al día siguiente las revenden por 10.000 euros. Es especular. Es otra ilegalidad más, pero como hay intereses muy potentes, no se cuenta".
VIOLENCIA FISCAL Y TERRORISMO DE ESTADO
Asegura que no es partidario de la violencia (“ningún delito es justificable”), pero apunta que “lo que estamos haciendo los taxistas es defendernos del terrorismo de estado al que estamos sometidos. Nos están asesinando, a nosotros y a nuestras familias. Lo único que hacemos es mirar por nuestro puesto de trabajo. Y si para eso hace falta hacer ruido, pues ruido. Si me llaman radical, pues radical. Lo que está claro es que a un señor normal que salga a manifestarse con un silbato no le van a hacer caso. Si queremos resultados hay que actuar aunque de violentos. Nosotros también estamos sufriendo violencia. Se llama violencia fiscal y nos está aniquilando. Si no ponemos medidas, va a pasar como en San Francisco, que todas estas empresas acabaron liquidando a los taxis. Eso aquí no lo vamos a consentir. Vamos a llegar hasta las últimas consecuencias”, concluye.