Jesús Navarro estaba solo en la madrugada del pasado nueve de mayo en la residencia pública para mayores de Arganda del Rey (Madrid). Era el único enfermero aquella noche en el centro. Con él, tan solo se encontraban 10 auxiliares de enfermería. A cargo de ellos 11 estaban casi 350 ancianos. Aquella noche no la iba a olvidar él ni tampoco los demás. En un momento dado de esa madrugada, recibió un mensaje de Whatsapp que le decía que subiese a la sexta planta. Allí, dentro de una de las habitaciones, se encontró una escena dantesca.
Cecilia, una de las ancianas del centro, estaba en el suelo, boca arriba, con la pierna derecha aprisionada a la altura del tobillo con la barra metálica de protección de la cama. El pie estaba atrapado entre el hierro y el somier. Se había caído al intentar incorporarse y, con el golpe, los huesos se quebraron y la piel se rasgó. Como víctima de un torniquete, la pierna le colgaba casi separada del resto del cuerpo.
Navarro estaba solo y necesitaba ser rápido para tratar de salvarla. Llamó al 061 para que acudiesen a atender a Cecilia cuanto antes. Él y sus compañeros no pudieron hacer nada. Tuvieron que llamar a los bomberos, quienes acudieron a la zona, como ha contado el joven enfermero a La Ser. Fueron ellos quienes liberaron a la residente. La situación era muy complicada. Las heridas eran ya irreversibles y a la mujer hubo que amputarle la pierna. Cecilia, de 93 años, falleció a los pocos días. Nadie pudo subsanar las lesiones que esa noche traumática le habían causado.
Después de vivir esto, Navarro denunció ante la Fiscalía los hechos. Aportó una fotografía que sacó en el momento del rescate de la mujer. En ella se ve la pierna atrapada contra las barras metálicas. Ya hay una investigación abierta por el caso. Según la Consejería de Sanidad, cuando ocurrió la caída se avisó al 112 y hasta la llegada del SUMMA la atención de los profesionales de la residencia "fue excelente, como dijeron los propios médicos".
Un centro de lleno problemas
La residencia de ancianos de Arganda del Rey cuenta con un total de 444 plazas entre sus paredes. Es de titularidad pública, la gestiona la Comunidad de Madrid a través del Servicio Regional de Bienestar Social. Sus habitaciones cuentan, aparentemente, con todas las comodidades: suelen ser comparidas, y cuentan con televisión, teléfono, calefacción, aire acondicionado, cama articulada, baño, oxígeno… Eso en apariencia.
No son pocos los clientes que se han quejado de las condiciones del centro. La madre de Charo estaba allí interna: “Solo hay dos fisioterapeutas para todo el centro y en ocasiones ni eso. Tanto a fisioterapia como a terapia ocupacional, en el caso de mi madre, que la tienen asignada los martes y los jueves, en más de una ocasión no acuden. No hay personal suficiente para llevarles”.
Hace dos años, en la página web en la que aparece anunciada la residencia , usuarios como Iván denunciaban la “vergüenza” de la residencia: nadie responde por nadie, las condiciones de higiene no son aptas”.
Hoy mismo, desde el colegio de Enfermería de madrid, destacaron que al año atienden más de 300 denuncias al año por temas similares, si bien no tan extremos como el caso de Cecilia. Las denuncias y las reclamaciones sobre la situación en la que viven muchos de los mayores de la comunidad de Madrid está constantemente en tela de juicio.
Tampoco es la primera vez que el centro de ancianos de Arganda se ve envuelto en este tipo de problemas. No hay que retroceder demasiado en el tiempo para comprobarlo. El año pasado, a 29 de agosto, el sindicato CSIT Unión Profesional (CSIT UP ) denunció que en este centro existían 38 puestos de trabajo asignados a la residencia que estaban sin cubrir. Aseguraron también, transmitiendo la información de fuente sinternas, que la plantilla tenía un déficit del 25 por ciento de los trabajadores que serían necesarios para dar servicio a los usuarios del centro.
El sindicato denunciaba problemas tales como déficit de materiales o retrasos en la entrega de las prendas a los internos. Indicaban también desde el sindicato la necesidad de revisar los sistemas de aire acondicionado, de calefacción y maquinarias necesarias para la limpieza.
El caso de Cecilia no es el más grave ni el único presenciado por el enfermero Jesús Navarro, quien realizó la fotografía esa noche de hace mes y medio en la residencia. Hubo otro de mayor gravedad hace ahora un año y que, en aquel momento, no tuvo tanta repercusión como este. El 30 de julio del pasado 2016, un residente se ahorcó con la sujeción abdominal de su cama.
En esa situación, el director reaccionó y la familia de la persona fallecida estuvo en todo momento informada. Y aquella noche, como cuentan a este periódico fuentes cercanas a Navarro, también él era el único enfermero en toda la residencia. “Denuncio porque no quiero ser cómplice de lo ocurrido, porque no está bien que un solo enfermero esté a cargo de 343 residentes y que la administración dé la callada por respuesta”, explicaba en la mañana del lunes Navarro, el enfermero que halló a Cecilia en esa situación extrema.
Reacción política y social
La repercusión del caso no se ha hecho esperar y la investigación de Fiscalía se encuentra ya en curso. La Asociación del Defensor del Paciente, por su parte, exige responsabilidades al consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Jesús Sánchez Martos. Le pide que abra un expediente por lo ocurrido y que se lleve a cabo la inspección en las residencias porque llevan tiempo “advirtiendo” de la situación.
Desde Sanidad afirmaron a lo largo del pasado lunes que, desde el momento en que ocurrieron los hechos, estuvieron en contacto con la familia a lo largo todo el calvario que sufrió Cecilia. Dicen, no obstante, que el accidente fue “fortuito” y que no guarda relación con la escasa presencia de la plantilla en ese momento en la residencia.
La presencia en estos centros de atención a las personas mayores siguen estando muy cuestionadas. Partidos como Ciudadanos han criticado ya lo ocurrido. Desde el grupo parlamentario de los naranjas recuerdan que, el pasado 3 de noviembre, registraron una Proposición No de Ley (PNL) en la que instaban a revisar de forma periódica la necesidad -o no- de la sujeción mecánica de los internos. Exigían también la instauración de un programa con el que eliminar de manera progresiva de estas sujeciones mecánicas.
Entretanto, el caso de Cecilia ha levantado la polémica. El triste final que vivió la anciana ha puesto de nuevo sobre la mesa una realidad que muchos denuncian: la atención a los mayores en los centros de todo el país. Hasta ahora, nadie se había atrevido a denunciar las situaciones que se estaban viviendo en el centro de Arganda. Aquella noche, Navarro logró, en medio del caos, sacar el móvil y recoger la imagen de lo que estaba sucediendo para así poder denunciarlo. Ahora, el caso está en manos de las autoridades y de la justicia.