Javier Lesaca Mustafa Al Ali

La batalla de la comunicación y de la opinión pública es el último frente al que se agarra el ISIS para salvar su Califato. El Estado Islámico se desmorona sobre el terreno. Las constantes derrotas militares han dejado herido de muerte el proyecto político de Abu Bakr al Baghdadi. A mediados de 2017, ISIS ya había perdido el 60 por ciento del territorio que controlaba en junio de 2014, incluyendo sus principales ciudades: Faluya; Mosul y Raqqah. Los terroristas sólo resisten en la provincia de Deir Al-Zor, una región al sureste de Siria fronteriza con Iraq a través del río Éufrates. Incluso en ese último reducto parecen tener las horas contadas.

Sin embargo, la derrota del Califato físico está provocando un resurgimiento del Califato digital. Durante el pasado mes de septiembre, ISIS ha publicado un total de 25 producciones audiovisuales, la cifra más alta en los últimos 13 meses, lo que supone un aumento del cien por cien con respecto a julio de 2017.

Entre estas producciones se encuentra un mensaje del propio Abu Bakr Al Baghdadi emitido el pasado 28 de septiembre tras doce meses de absoluto silencio. En su afán por mantener la notoriedad mediática, los terroristas incluso se lanzaron a reivindicar el tiroteo de Las Vegas a las pocas horas de haberse producido.

Escombros de la guerra en la ciudad de Raqqa. REUTERS

Los terroristas aún no dan por perdida la batalla por el relato y por el control de las mentes y los corazones de sus audiencias potenciales; una batalla que comenzaron a mediados de 2014 de manera paralela a su expansión militar. Desde entonces, el grupo terrorista ha difundido más de 12.000 campañas de comunicación, entre las que se encuentran 1.400 videos.

La batalla por controlar la comunicación y la opinión pública ha sido una obsesión en la estrategia política de ISIS. Gracias, en gran parte a estas campañas de comunicación, ISIS atrajo durante los dos pasados años más de 35.000 jóvenes de cien países distintos a sus filas e inspiró decenas de atentados en Estados Unidos y en Europa. Los terroristas no piensan abandonar tan fácilmente esta eficaz estrategia de seducción.

Las derrotas sobre el terreno y, sobre todo, las muertes de los principales líderes del aparato de comunicación habían debilitado extraordinariamente el aparato de comunicación de ISIS durante los últimos doce meses. La muerte de Mohammed Al Adnani, responsable de comunicación y de operaciones externas, en agosto de 2016, y la de Rayyan Misshal, fundador de la agencia Al Amaaq, en mayo de 2017, neutralizaron prácticamente la capacidad de comunicar de ISIS.

El grupo terrorista pasó de difundir una media de 80 vídeos en septiembre de 2015 a apenas poder distribuir una decena a comienzos de 2017. Sin embargo, en las últimas fechas, los terroristas han logrado blindar su aparato de comunicación de sus derrotas militares y de la neutralización de sus líderes.

El pasado mes de agosto de 2017 ISIS duplicó su producción de vídeos hasta llegar a 21 emisiones y en el mes de septiembre la cifra ha seguido creciendo hasta las 25.

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Control autoritario de teléfonos, ordenadores...

La campaña de comunicación y seducción de ISIS hacia sus audiencias externas está cimentada sobre un control autoritario de la opinión pública en aquellos lugares donde el grupo terrorista aún ejerce control territorial, especialmente en la región siria de Deir Al-Zor. Las noticias que reportan ciudadanos de estas localidades hablan de un escenario de brutal represión en el ámbito del control de las comunicaciones.

Muhannath Al-Rahil, un joven de la ciudad de siria de Al-Mayadin, fue azotado con 200 latigazos y tuvo que pagar una multa de un millón de libras sirias (1.650 euros). Su delito fue instalar un módem de conexión a internet en su casa el pasado 21 de febrero de 2017. Tuvo suerte. Meses antes, otra joven de Deir Al-Zor (este de Siria) fue ejecutada en la ciudad de Khisam por conversar con su hermano a través de WhatsApp. Un niño de trece años llamado Sayamand Otham Ali, también de Deir Al-Zor, fue fusilado en 2016 por mostrar en su perfil de WhatsApp una fotografía de la bandera kurda.

Torre de comunicaciones controlada por el ISIS en Al Mayadin (Siria).

El control total de las comunicaciones y de la opinión pública se ha convertido en una prioridad del grupo terrorista ISIS. Tanto, que el Gabinete de Seguridad General del grupo terrorista ha creado la Oficina de Seguimiento de Internet, una policía destinada en exclusiva a vigilar las comunicaciones digitales de los ciudadanos. Una unidad policial que ha asumido su trabajo de manera casi obsesiva.

En los últimos meses, por ejemplo, han prohibido a la población y a sus combatientes utilizar teléfonos móviles iPhone, alegando que ofrecen una gran protección al usuario del sistema y excesiva precisión de sus programas de mapas. También han prohibido taxativamente utilizar la aplicación Telegram, por su capacidad para borrar la correspondencia y su dificultad para recuperar las conversaciones.

Asimismo, el pasado 14 de mayo ISIS difundió una circular en la que prohibía a sus miembros utilizar las plataformas de Facebook y Twitter. El objetivo era que sus milicianos no se informaran de las pérdidas de Mosul y de Raqqah.

El control de los cibercafés es uno de los ámbitos donde la Oficina de Seguimiento de Internet del ISIS está poniendo más celo para controlar la comunicación y la opinión pública. Durante los últimos meses de 2017, los terroristas han obligado a los dueños de los cibercafés a montar cámaras de vigilancia dentro y fuera de los establecimientos; han prohibido la instalación de emisores Wifi que no estén registrados en la Oficina de Seguimiento de Internet; no se permite a ninguna persona que tenga permiso de Internet a que la utilicen sus vecinos; se obliga a todos los usuarios a utilizar solamente móviles Samsung; y se ha prohibido utilizar Internet en el ordenador.

Cibercafé controlado por ISIS en Al Mayadin (Siria).

Los controles de estos establecimientos son pormenorizados y constantes. El personal de la seguridad del ISIS se basa en el factor sorpresa para la vigilancia de los cibercafés, ya que el Gabinete de Seguridad General destaca patrullas que asaltan estos establecimientos de forma repentina y asistemática, camuflados en vehículos civiles y vestidos de paisano. Una vez en el local, registran las fotografías, los vídeos y las redes sociales en los móviles de los clientes. Para ello obligan a los clientes a ubicar los teléfonos móviles encima de la mesa o de la silla y poner las manos detrás de su cabeza, amenazando con disparar contra quien no lo haga.

La Oficina de Seguimiento de Internet de los terroristas también utiliza drones que van provistos de cámaras de alta precisión para descubrir aparatos de internet satélite y antenas en los tejados de las casas y, en ocasiones, envía patrullas para registrar domicilios por sorpresa en busca de aparatos de comunicaciones no autorizados. Sólo los responsables del ISIS y los edificios institucionales se escapan al control brutal que el Califato ejerce sobre las comunicaciones y la creación de opinión pública.

Estado Islámico ha llevado al límite el fenómeno de la posverdad. La maquinaria de propaganda puesta en marcha por el ISIS para seducir a jóvenes frustrados de todo el planeta está asentada en un infierno de fusilamientos, crucifixiones y azotes públicos. Ese es su último recurso.

Abbas Mazhar al Rafi, alias Abu Maria al Iraqi, una de las principales figuras de comunicación en el ISIS.

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