El gulag del primer despedido por Podemos por razones ideológicas
- Se llama Antonio Castellanos. Un juzgado condena a la formación morada a readmitir a Antonio Castellano por “despido nulo”. Iba en la lista que disputó el liderazgo a Teresa Rodríguez en las primarias andaluzas.
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“Me gustaría pensar que Podemos no purga, quiero creer que no se dedica a purgar a quienes piensan diferente, pero la jueza ha sentenciado que no cabe deducir otra causa que la ideológica”. Antonio respira relativamente tranquilo después de un año convulso. El pasado 19 de diciembre recibió sin esperarlo un burofax informándole que su contrato con el grupo parlamentario de Podemos en Andalucía se extinguiría en quince días. La anómala notificación llegó poco después de que Teresa Rodríguez se alzara con el liderazgo de la formación morada en Andalucía en las primarias. Él iba en la lista de la opositora, de la corriente errejonista. Ahora un juzgado confirma su “despido nulo”. Antonio Castellano Picón es el primer despedido ideológico de Podemos y está “profundamente decepcionado”.
Antonio celebra ahora la decisión del Juzgado de lo Social número 5 de Sevilla. Su euforia es contenida. Aunque contra el fallo cabe recurso, duda que a la formación morada le interese elevar la causa y seguir enmarañando un caso políticamente incómodo.
La sentencia que el ex trabajador de Podemos enseña a EL ESPAÑOL es contundente y deja claro que el “fulminante” despido estuvo motivado por las “diferencias ideológicas” que Antonio mantenía en el seno de su grupo.
El ex trabajador, que se encargaba de la oficina parlamentaria de Huelva, haciendo de enlace con el ex secretario Político, David Benavides, deberá ser readmitido, remunerado con las nóminas que dejó de recibir e indemnizado con 6.251 euros por daño moral según recoge la sentencia.
Pero Antonio sigue sin celebrar la sentencia.
—¿Se siente traicionado por Podemos?
—No, porque hay que distinguir entre el proyecto y la gestión de los líderes de Podemos. Creo en la gente, en las ideas, y no en la gestión de los representantes públicos de la formación.
—¿Traicionado por Teresa Rodríguez?
—No sé si la palabra es traición, sí me siento profundamente decepcionado y sorprendido por quien presume de ser sindicalista y que con sus hechos ha caído en una gran contradicción.
—¿Ella ha sido la responsable de su despido?
—Ella lo firma de puño y letra.
—¿Se reincorporará a su puesto de trabajo como dicta la sentencia?
—Sí, y encantado. Porque es una oportunidad para poder corregir esta desagradable situación.
—¿Será fácil?
—Espero que sí. Creo que no habrá represalias.
—La sentencia habla de daño moral, pero ¿en qué se traduce?
—He sufrido episodios que no se los deseo a nadie, con momentos muy desagradables. Y prefiero no ahondar porque podría herir la sensibilidad de aquellos que todavía creen en el proyecto.
—¿Noches sin dormir?
—Muchas, pero haciéndole campaña a Teresa Rodríguez. He trabajado mucho como voluntario en la primera convocatoria que Podemos concurría a las urnas.
—¿Cómo ha sido su relación con Teresa Rodríguez?
—Ha sido escasa. No hemos podido debatir.
—¿Qué podría tener ella contra usted para querer echarlo?
—No lo sé, nunca me hicieron saber nada.
—Teresa le ha echado del partido y también de su Twitter.
—Sí, cuando me comunicó el despido por burofax, le llegué a decir que así no, que había otras maneras. Y ella respondió bloqueándome en las redes sociales.
LUCHA DE FAMILIAS: ERREJONISTAS VS ANTICAPITALISTAS
El día de su despido Twitter se inundó de mensajes de apoyo a Antonio. Begoña Gutiérrez, secretaria general en Sevilla y diputada en el Parlamento andaluz que disputaba el liderazgo a la anticapitalista Rodríguez, fue de las primeras en alzar la voz en las redes ante el despido de Castellano, promoviendo una campaña de protesta bajo la etiqueta #NoNosCallarán #YOSoyCaste.
Compañero, hermano, canterano imprescindible y ejemplo a seguir @castepic. Porque es, será y seremos. #NoNosCallarán #YoSoyCaste pic.twitter.com/dqXiQ98e4I
— Begoña Gutiérrez (@BegoPodemos) 19 de diciembre de 2016
Ahora, con el final del juicio, también ha sido una de las principales voces en celebrar la sentencia con otro mensaje en Twitter en el que da la enhorabuena al despedido. “¡Por fin se hizo justicia!”, celebra la líder de la formación morada en Sevilla.
—¿Los mayores apoyos le llegó por la corriente errejonista?
—No, absolutamente no. Mi situación laboral se deterioró hasta este extremo porque no tenía los apellidos de ninguna familia. Nadie me apoyó.
—Sin embargo, los mensajes de Begoña Gutiérrez, Sergio Pascual [mano derecha de Errejón y secretario de Organización antes de Echenique]…
—He entablado relaciones personales y hay compañeros que se han solidarizado conmigo. Creo que hay que salir de la lógica interna de los ajustes de cuentas.
—Pero usted estaba en la lista de Begoña.
—Sí, porque me votaron mis compañeros en Huelva para ir en esa lista. Era una lista que apelaba a la representación del 15-M. De hecho, se llamaba ‘Andalucía, plaza a plaza’.
—Dentro de las corrientes de Podemos, ¿en cuál se siente más identificado?
—En ninguna, pero sí en Podemos. En el originario. El que hablaba a todos, no solo a una parte. Ahora hay grandes contradicciones y a la gente le cuesta mostrar la simpatía que le tenía antes. Esa ilusión desbordante ahora es mucho menor.
EXTREMO IZQUIERDA EN EL CÉSPED, MODERADO EN POLÍTICA
A Antonio le han cercenado la ilusión. Nacido en Sevilla y criado en Villarrasa, un pequeño pueblo situado a escasos veinte minutos de Huelva, el joven de 33 años compaginó su Licenciatura en Económicas con su trabajo como futbolista profesional. Jugaba de mediapunta, también —ironías de la vida— de extremo izquierdo. Salió del Recreativo de Hueva y se formó en la cantera del Real Betis, de ahí dio el salto al Atlético de Madrid. Nunca llegó al primer equipo. Acabó su carrera jugando en equipos de Tercera División en Andalucía.
—¿Qué aprendió en el fútbol que después aplicó en su etapa política?
—A respetar. A saber ganar y saber perder. El deporte te enseña compañerismo, trabajo en equipo. Muchos valores que tienen aplicación en la política. Porque se puede competir bien, pero también mal.
—¿Se puede decir que con su caso Podemos se ha metido un gol en propia puerta?
—Sí, se puede decir. Y no solo con mi caso.
Y llegó el 15M. Antonio fue especialmente activo en las protestas. Acudía, como otros muchos, a la sevillana plaza de la Encarnación. Hasta que las inquietudes manifestadas en la calle se concretaron en Podemos. Y él siguió adelante.
Asegura no tener pasado político. “Era un ciudadano corriente”, puntualiza. Sin vinculación con ningún partido. Ni de derechas ni de izquierdas. Como votante, explica a EL ESPAÑOL, ha repartido su voto en función de los intereses puntuales. Siempre dentro del arco progresista. Nunca se identificó con la idea de la izquierda, porque “está agotada y no genera capacidad de atracción”. Tampoco con las tesis anticapitalistas de las que hace gala la actual líder de Podemos en Andalucía.
—¿Qué le supuso emocionalmente su entrada en Podemos?
—Abandoné un proyecto de vida personal, con mucho coste, por la ilusión que se generó en Podemos. Le puse pasión, todo el esfuerzo mental y físico que pude aportar porque pensaba que había una oportunidad de cambio y que merecía la pena.
—Y ahora ¿cómo lo ha vivido?
—El choque ha sido duro. Una losa de cruda y dura realidad. Ahora siento que la justicia, con sus fallos, merece la pena y es un colchón, una garantía para la gente.
—¿Cómo ha sido este año?
—He vivido como he podido, con trabajos temporales en bares, empresas varias… encadenando varios para juntar el mes, con la familia echándome un cable. Afortunadamente no tengo cargas familiares ni hipoteca, por eso he podido encarar el juicio que con el grupo parlamentario de Podemos en Andalucía.
—¿Ha sido un juicio duro?
—Más que duro ha sido muy desagradable en lo emocional. Había desazón al reclamar los derechos laborales a quienes yo pensaba que eran mis compañeros de viaje en defensa de las libertades públicas.
—El suyo es el primer despido ideológico de Podemos. ¿Se lo esperaba?
—¡No! ¿¡Cómo esperármelo!? Nadie se lo espera y muchos aún no se lo esperan. Habrá gente que estará tentada de no creerlo. Y los entiendo. Porque la gente necesita esperanza, una alternativa, en algo que tenga apariencia de nuevo.
—¿La nueva política se parece mucho a la antigua?
—No me gustaría ser maximalista, yo tengo una visión distinta al resto. Para muchos Podemos representa esa opción. Yo los respeto.
—¿Cree hoy en Podemos?
—Creo que Podemos puede aportar soluciones en muchos aspectos.
“TERESA RODRÍGUEZ NO ME REPRESENTA, PERO SIGO CREYENDO EN PODEMOS”
Antonio todavía conserva en su casa tarjetas de visita y material propagandístico de Podemos. Los mira sin el fervor de antaño. Todavía preguntándose qué pudo pasar para verse en mitad de una “movida” que, asegura, todavía sigue sin entender. “Precisamente por el hecho de no se me pudiera poner el apellido de ninguna de las familias ha sido uno de los factores determinantes para que mi relación laboral se deteriorase de esta forma”, sopesa.
Podemos argumentó en el juicio que el despido se debía a una supuesta reorganización. Fuera, la formación de Pablo Iglesias sentenció un “él sabe los motivos”.
—¿Los sabe?
—Nunca los supe, jamás. En la carta de despido nunca los explicitaron. Me parece increíble, irreal que con las garantías laborales que hay en este país un empleador pueda esconderle los argumentos de despido a un trabajador. No tengo expedientes, nadie puso falta alguna a mi trabajo… nunca lo entendí y hoy, después del proceso judicial, sigo sin entender.
—Hubo quien dentro de Podemos habló de ‘purga’.
—Sí, hay muchos en el partido que hablaron de purga. Y la jueza dice en la sentencia que no cabe deducir otra causa que la ideológica. A mí me gustaría pensar que Podemos no purga, quiero pensar que no se dedica a purgar a gente que piensa diferente. Pero…
—¿Podemos le representa?
—Teresa Rodríguez no me representa, pero sigo creyendo en Podemos.