Noticias relacionadas
Arturo se despertó contrariado este viernes lluvioso de finales diciembre. Tres coches de la Guardia Civil estaban a la puerta de su casa a las nueve de la mañana. Un considerable dispositivo organizado para registrar la pequeña vivienda. Arturo vive en Taragoña, parroquia de Rianxo (A Coruña), a cinco minutos en coche de A Pobra do Caramiñal. Pero el anciano no estaba nervioso porque no era a él a quien buscaban, sino a su vecino puerta con puerta. José Enrique Abuín Gey, 41 años, alias ‘El Chicle’. “Cuando les vi afuera me imaginé que iban por él, pero pensé que era por trapicheos. Era en lo que andaba metido. Pero no pensamos que iba a ser por el caso de la chavala”.
Enrique, o Quique para quienes le conocen, es un hombre de estatura media, complexión recia, dentadura prominente y de muchos problemas en el pasado. Estaba casado con Rosario Rodríguez Fraga. Tenían una hija en común de unos diez años. Desde hace unas horas han sido detenidos por la Guardia Civil. 495 días después de su desaparición, este hombre se ha convertido en el principal sospechoso de la desaparición de Diana Quer el 22 de agosto de 2016 en A Pobra Do Caramiñal.
Hacía tiempo que estaba en el punto de mira de los agentes que llevaban una investigación que languideció durante meses. Nunca abandonó esa lista de sospechosos. Sabían que tenía que ser alguien de la zona. Alguien que no hubiera tenido trato anterior con la joven. Y que ya había actuado con anterioridad. Este lunes, Enrique volvió a actuar, pero no logró consumar sus oscuros propósitos. La joven a la que intentó introducir en el maletero de su coche a punta de cuchillo logró escapar. Él acabó huyendo de allí por los gritos de ella. La joven se quedó con su matrícula. Y esta ha sido una semana de locos para la Guardia Civil que, finalmente, ha acabado por detenerle.
Una hija, dos perros y mucho running
“¿Pero no os acordáis de cuando violó a su cuñada?”. Bajo una fina llovizna, el bar Pacheco es en la tarde del viernes un hervidero. Está situado a menos de cien metros de la casa que ‘El Chicle compró a uno de los vecinos del pueblo hace 12 años. Están los de siempre, debatiendo como siempre, pero en esta ocasión tan solo pueden comentar lo que ocurrió esa misma mañana. Todos le conocían. Todos le saludaban. Pero muy pocos le trataban o querían arrimarse a él.
La pregunta la lanza al vuelo uno de los amigos de Arturo, que fuma un puro y echa un trago a la Estrella Galicia en la puerta, junto a la calle. Lleva todo el día en la bar del Pacheco comentando lo ocurrido con sus vecinos. El dato era sabido entre los vecinos de la parroquia. El hombre, según ha podido saber EL ESPAÑOL, tenía antecedentes por agresión sexual en su familia. Se trata de este caso en concreto.
“Él decía que estaba de baja”. “Nosotros lo que sabíamos es que estaba en el paro. Que nadie le quería contratar. Nadie quería contratarle por lo que todos sabemos”. El acento gallego es cerrado y duro en esta zona costera, al borde de la ría de Arousa. Es aquí, en el bar Pacheco, donde por la tarde echan su partida de cartas los viejos del lugar, el sitio al que el ahora principal sospechoso de la desaparición de Diana Quer acudía con notable frecuencia a ver el fútbol y a relacionarse con el resto de los vecinos de la parroquia. Esa misma semana le vieron paseando sus dos perros por la zona.
Como comentan sus vecinos, la vida de ‘El Chicle’ era un tanto incierta para muchos porque no se relacionaba con aquellos que tenía a un lado y a otro de la carretera que cruza su casa. A unos les decía que estaba de baja. A otros, que en el paro. Pero lo cierto es que no trabajaba desde hacía tiempo porque nadie le quería contratar. Nadie quiere aquí tener en su empresa a una persona que causa esos problemas. Había estado durante un buen tiempo en una empresa conservera de la zona de Boiro.
La casa de Enrique Abuín Gey es de una sola planta y está al borde de la carretera en la calle Outeiro. Es de color verde, sencilla. La adquirió a otro vecino de la zona hace cosa de 12 años. Dentro, en el jardín, tiene un pequeño huerto vallado. El bajo no tiene baldosas y es de tierra. Allí vivía con su mujer, Rosario. Ambos tenían una hija en común que, sorprendentemente, no vivía con ellos desde hacía ya algún tiempo. La menor reside con los abuelos a pocos kilómetros de distancia, en la parroquia de Asados, en la que nació el protagonista de esta turbia historia. Es su lugar de origen, el mismo que el de sus padres.
Los vecinos no saben responder al por qué de ese detalle de la hija viviendo con los abuelos y no con los padres. Son parte ellos de una familia, la suya, muy conocida en la zona. En buena medida, por estar ligados al narcotráfico. Esa es su cara b. Su cara a es la de un conjunto de familiares que, al menos en las fiestas, se convierten en comerciantes de rosquillas y de otros productos similares.
José Enrique tenía tres coches. Él prefería moverse en el Fiat Punto negro o en el Audi A3 azul que se compró hace poco. El Alfa Romeo de color gris, propiedad de su mujer, quedaba escondido en el garaje de la vivienda. Debía de hacer tiempo que no lo sacaba. Es justo el vehículo que coincidía con la descripción que dieron varios testigos a los agentes de la investigación. Con ese coche, supuestamente, se habría raptado a la joven Diana.
El running era otra de sus principales pasiones, sino la que más. Acudía a todo tipo de competiciones. Se entrenaba a conciencia. Corría y corría sin parar. Estaba en muy buena forma física. Era de lo que más le gustaba hacer. De ese modo, en distintas ocasiones había competido en el Club de Atletismo +9 de Moraña en distintas carreras locales de media maratón.
Un conocido trapicheador y mariscador furtivo
En Taragoña y en Rianxo, ‘El Chicle’ solo era conocido por dos cosas: por ser mariscador furtivo y por el trapicheo, las descargas de cocaína. El menudeo. En 2007 le condenaron por tráfico de drogas en el marco de la operación “Piñata”. Él y otros 11 lugareños fueron llevados a la cárcel de Ferrol. ‘El Chicle’ pertenecía a esa pequeña red que coordinaba su tío político, un conocido narco menor de la zona llamado Rafael Rivas y apodado, según ha podido saber este periódico, O Fancho.
En aquel entonces, Enrique Abuín reconoció ante el juez que había participado introduciendo un alijo en Ribeira, municipio cercano a la localidad de Rianxo, en donde residía en la actualidad. Tuvo un giro inesperado su declaración. Ante el juez, ‘El Chicle’ alegó que se involucró en aquel alijo por amenazas de su tío. En aquel entonces, la Guardia Civil encontró 17 kilos de cocaína en la casa de sus padres.
Algunos de los vecinos, presentes en el bar, no olvidan aquello. “Claro, por eso le llaman también el chivato. De ese ya lo sabíamos, que es un chivato de carallo”.
Cuando vieron los coches de los agentes, el dispositivo que habían montado y las cámaras de televisión pensaron que lo había vuelto a hacer, que se había vuelto a ver involucrado en el mundo de la droga. Un mundo que, supuestamente, ya había abandonado tiempo atrás. “Como andaba siempre con el trapicheo pensamos que era más de lo mismo. Pero ya te digo yo que si le hace eso a mi hija le falta tiempo para echar a correr, que cojo una horquilla y le espeto ahí mismo”.
Es conocido también otro episodio con el que este hombre se vio involucrado. Fue hace ya algunos años. Uno de sus coches apareció quemado, calcinado por completo. “Cuando lo vimos todos, lo pensamos directamente: eso tuvo que ser por un ajuste de cuentas”.
El Chicle está ahora detenido y prestando declaración junto a su mujer por la denuncia de lo ocurrido el pasado lunes en Boiro. Su pareja está acusada de encubrimiento. Él, de uno de los mayores misterios de los últimos años, todavía sin resolver: dónde está Diana Quer.
El puente de Taragoña observa la pequeña aldea desde la lejanía. Fue allí donde se perdió el rastro del móvil de Diana Quer. Y donde meses después, el pasado mes de abril, lo encontró una mariscadora local. Hay apenas cinco minutos en coche desde ese enorme puente que cruza la ensenada del “Bico de Mar” hasta la casa de Enrique Abuín, El Chicle. Son carreteras estrechas, enredadas entre sí que a veces tan solo un oriundo conoce. Un lugar que este hombre conocía muy bien. Y en el que se movía como pez en el agua.
La joven que le delató
Lunes por la tarde. Una joven llega al Hospital de Barbanza, el centro sanitario que atiende la comarca, que comprende los municipios de Boiro, A Pobra do Caramiñal y Rianxo, los que competen en esta historia. Asustada, con la desesperación metida en el cuerpo. Los enfermeros la atienden. Está llena de magulladuras, sobre todo en las piernas. Acaba de lograr escapar de un hombre que ha intentado introducirla en el maletero. Lo intentó a punta de cuchillo. Ese hombre era Enrique José Abuín Gey.
La joven se tranquiliza, le toman los datos, explica lo que ha pasado. Después de lo ocurrido, le hacen las pruebas pertinentes para poder tramitar la denuncia y para que esté tranquila.
Este nuevo ataque de 'El Chicle' es lo que le ha podido delatar un año y medio después de la desaparición de Diana Quer. Al final, todo queda reducido a un radio de unos pocos kilómetros. El 22 de agosto de 2016, a las 2:38 de la mañana el teléfono móvil de Diana Quer emitía su último mensaje. Minutos después la señal desaparecía a la altura del puente de Taragoña, que cruza Boiro y que conduce a Rianxo, la localidad en la que residen 'El Chicle' y su pareja, ahora detenidos en relación con el caso. Esta fue su última conversación con un amigo cuando volvía de las fiestas de A Pobra:
-Me estoy acojonando. Un gitano me está llamando.
-¿Y qué te ha dicho?"
-"Morena, ven aquí".
-¿Y qué le has dicho?".
Diana nunca respondió a esa pregunta.
Desde el día uno de la investigación todo fue una nube borrosa en la que no aparecía una sola pista. Esa falta de indicios convirtió el caso en una suerte de obsesión para los cinco agentes de la UCO implicados en la investigación. Eso fue así incluso hasta después de que en abril de este mismo año el juez diera carpetazo a la investigación al no encontrar indicios contra nadie.
La denuncia de la joven el pasado lunes se antojó crucial, pues los datos que ella dio del individuo y del vehículo, con cuya matrícula se quedó, han resultado más que importantes. Uno de los coches del ahora detenido estaban en el punto de mira por haber pasado por el puente de Taragoña la misma noche que Diana Quer desapareció. Todo ello ha permitido que la investigación vuelva a reactivarse sobre un individuo sobre quien ya recaía la sombra de la sospecha, al menos entre los investigadores del caso.
Un año y medio después de la aparición, parece que el caso puede llegar a una resolución. Por desgracia, para poder empezar a resolver el puzzle la alimaña ha tenido que salir de nuevo de la madriguera.