La batalla contra el matrimonio infantil en EEUU: cuando violar niñas es legal
Sherry Johnson fue obligada a casarse con su violador cuando ella sólo tenía 11 años. Eunice Winstead contrajo matrimonio con 9, con un rico productor de tabaco. En EEUU es legal casarse con niñas
10 febrero, 2018 02:15Noticias relacionadas
Trevicia Williams se levantó el 17 de octubre de 1983 sin saber que ese día, a sus 14 años, su vida cambiaría para siempre. Como cada mañana, asistió a clase en su escuela de Houston (Texas), donde cursaba noveno. Su madre la recogió a la salida. “Hoy te vas a casar”, le espetó. La llevó en coche al juzgado, firmó en su nombre y la dejó con un hombre de 26 años, un ex convicto con delitos sexuales que la acabaría maltratando. Un año después quedó embarazada. Todo legal. Hasta que no cumplió 18 no pudo divorciarse.
Sherry Johnson posaba de blanco para su foto de boda el 29 de marzo de 1971. Tenía 11 años y ya había dado a luz. Dos años antes un diácono de su iglesia la había violado y, para tapar el escándalo, su madre la obligó a contraer matrimonio con aquel adulto, nueve años mayor que ella. Todo dentro de las leyes de Florida. No pudo separarse de él hasta los 17, cuando ya había parido a sus cinco hijos.
Sara Siddiqui era una adolescente de 15 años en 1996, con la particularidad de que pertenecía a una familia musulmana. Cuando su padre se enteró de que tenía novio de 28 y de otra religión, se negó a que corriera el riesgo de perder la virginidad fuera del matrimonio, por lo que le organizó una ceremonia islámica. Cuando ella cumplió 16, y estando ya embarazada, la llevó a un juzgado de Nevada y autorizó su enlace legalmente. Si alguien hubiera denunciado a su 'prometido' antes de firmar los papeles, lo habrían detenido por abuso de menores. Pero nadie lo hizo. Tardó una década en volver a ser libre.
Más de 240.000 casos
Los casos de matrimonio infantil, principalmente con niñas, suman y siguen en los Estados Unidos, porque a día de hoy siguen siendo legales. De hecho, podrían relatarse más de 240.000, según estiman las organizaciones que luchan por erradicar esta costumbre casi medieval que sobrevive en la primera potencia del mundo. Y es que, por chocante que parezca, en la mayoría de los estados, gracias a las excepciones legales, es posible desposar a un menor sin límite de edad alguno.
“No hay forma de saber cuántas de estas uniones son forzosas, porque lógicamente no hay una casilla en los formularios para indicarlo”, explica a EL ESPAÑOL Fraidy Reiss, fundadora y directora de la organización Unchained At Last, que impulsa leyes para imponer los 18 como edad mínima para dar el sí quiero. “Aunque no tenemos la cifra exacta, creemos que son muchas, porque el matrimonio infantil puede ser fácilmente impuesto a la fuerza. Casi todas son niñas que acaban emparejadas con adultos”.
En total, esta asociación sin ánimo de lucro sostiene que en todo el país, entre 2000 y 2010, se produjeron más de 167.000 enlaces, aunque estos sólo corresponden a los datos oficiales de los 38 estados que les facilitan datos. El resto no aporta información, si bien estiman que en todo EEUU habrá al menos 240.000 casos.
No es fácil radiografiar la situación exacta. Desde el año 2014 al 2016, según la encuesta oficial de la Oficina del Censo, cerca de 57.800 menores de 15 a 17 años contrajeron matrimonio. Sin embargo, este estudio no incluye las edades inferiores, a pesar de que hay casos detectados a partir de los diez años de edad.
Violada a los 8, embarazada a los 10 y casada a los 11
Sherry Johnson ostenta el dudoso honor de ser una de las novias más jóvenes de todos los registros. Esta afroamericana violada a los ocho años, embarazada a los diez y casada a los 11, se ha convertido estos días, a sus 58 años, en la principal embajadora de la lucha contra el matrimonio infantil en EEUU. Lleva un lustro presionando a los políticos para que cambien las leyes, y esta semana ha recordado su caso en las principales televisiones del país para que los legisladores de Florida muevan ficha. El objetivo, que aprueben este mes una reforma que convierta a este estado en el primero en imponer la edad mínima de 18, porque todavía hoy, ninguno lo ha hecho. Ninguno de 50.
“Aquel día mi madre me preguntó si quería casarme y le dije que no sabía. ¿Qué era el matrimonio, cómo se comporta una esposa? Ella me contestó que me iba a casar”, recuerda Sherry, que está convencida de que aquello se orquestó para encubrir la vergüenza familiar y la investigación criminal que se hubiera abierto por la violación de una menor. “En lugar de arrestarle y encerrarle, me pusieron las esposas y me encarcelaron a mí en aquel matrimonio”.
Primero lo intentaron en Tampa, pero un funcionario se negó a autorizar una boda con semejante diferencia de edad -él tenía 20-, a pesar de que era legal en Florida. Tuvieron que desplazarse a otro condado cercano, donde finalmente les sellaron la licencia.
Sherry tuvo que dejar la escuela secundaria y ponerse a criar a los hijos de su violador, que fueron llegando incesantemente. Su caso, junto al de otras muchas mujeres que pública o anónimamente han compartido sus experiencias, han impactado a la sociedad norteamericana, pero no a los poderes públicos.
Trevicia Williams, obligada a casarse con un adulto cuando tenía 14, es hoy una experta que recorre el país compartiendo su experiencia para concienciar, porque “el matrimonio infantil es uno de los secretos más feos de EEUU".
Después de lograr el divorcio tras la mayoría de edad, esta superviviente se doctoró y desarrolló una exitosa carrera abogando por la abolición de esta práctica. De hecho contribuyó con su testimonio a prohibir los matrimonios infantiles forzados en Texas, una de las primeras victorias legales en el país.
Según comenta a EL ESPAÑOL, es vital dar a conocer el problema. “Es imposible corregir algo si no eres consciente de que hay algo mal. Estas uniones roban la inocencia de los niños e infringe los derechos humanos y constitucionales a la educación, la salud, la igualdad y la libertad de la violencia doméstica. Para acabar con esto se necesitan organizaciones comprometidas y legisladores dispuestos a entender las investigaciones al respecto", que detectan problemas posteriores en el desarrollo de las victimas.
"Si afectara a los chicos, lo cambiarían"
“Los estados, que son los competentes en esta materia, ya saben lo que pasa, pero nada cambia. La única razón por la que estas leyes arcaicas perduran es, desde mi punto de vista, por machismo, porque las afectadas son mayoritariamente niñas. Si las víctimas fueran los chicos, creo que la cosa cambiaría”, denuncia Fraidy Reiss.
Actualmente, Unchained At Last ha introducido propuestas legislativas en varias cámaras estatales, pero no terminan de ratificarse. Florida, el estado donde el testimonio de Sherry Johnson ha servido de palanca de cambio, todo parecía indicar que este mes saldría adelante la reforma para elevar la edad de consentimiento. “Pensábamos que iba a salir, pero algo ha pasado y ahora no está claro”, lamenta la directora de la organización.
La tasa de matrimonio infantil varía ampliamente según la zona. Es más común en Virginia Occidental y Texas, donde aproximadamente siete de cada mil jóvenes de 15 a 17 años se casaron en 2014, según datos de Pew Research Center. En otros territorios del sur y el oeste, incluyendo Oklahoma, Arkansas, Tennessee, Carolina del Norte, Nevada y California, también tienen tasas superiores a la media. En cambio, es menos frecuente en el noreste, el medio oeste y en Alaska.
Legales en todos los estados
Pero con independencia del número, lo cierto es que estas uniones son legales en todos los estados, en mayor o menor medida. En efecto, algunos prohíben técnicamente que las personas menores de 18 años se casen, pero luego cada una de estas jurisdicciones presenta excepciones que posibilitan estas bodas. Así, en al menos 36 estados, los menores pueden casarse con consentimiento judicial. En 34, los jóvenes de 16 y 17 años pueden hacerlo con el permiso de sus padres. Massachusetts y New Hampshire lo permiten también para niñas de 12 y 13 años, respectivamente, y para niños de 14, siempre que se cuente con permiso parental y judicial. Y en ocho estados y el Distrito de Columbia, ni siquiera es necesario llegar hasta el juez, con un secretario judicial es bastante.
Ésta fue la experiencia de Michelle DeMello, quien a principios de los 90, con 16 años y embarazada, entró a la oficina del secretario judicial en Colorado pensando que alguien evitaría que su familia la casara con su novio de 19. Su congregación cristiana estaba presionando con la boda para evitar la vergüenza, pero ella confiaba en que alguien del juzgado detuviera aquello. Aquel funcionario tramitó los papeles.
"Se legaliza la violación de menores"
Aunque a priori se podría pensar que esta práctica es propia de grupos ultraconservadores o religiosos, Reiss aclara que afecta por igual a todos los segmentos poblacionales. Pero dejando a un lado la fe, resulta especialmente llamativo que una sociedad tan puritana y restrictiva en lo que a relaciones sexuales de menores se refiere, consienta estas prácticas.
La pregunta, pues, parece pertinente. ¿Podría un adulto acostarse con una niña de diez años sin problemas legales? “Es una de las cosas que más miedo da”, confiesa la activista. “Estos enlaces tiran por tierra las reglas que protegen la sexualidad de los menores. En este país, con variaciones según cada estado, los niños no pueden consentir tener sexo con adultos, por lo que mantener relaciones con ellos es ilegal. Excepto si estáis casados. Algunas de estas leyes de matrimonio infantil básicamente legalizan la violación de menores”, alerta.
A pesar de este inquietante panorama, las alternativas para estas víctimas son muy escasas si sus padres respaldan la unión, como le pasó a Sara Siddiqui, hoy con 36 años. “Ni siquiera podía sacarme el carné de conducir cuando me entregaron a aquel hombre con 15 años. No estaba lista ni para cuidarme ni a mí y me tuve que dedicar a atender a un esposo y a ser madre”.
Puede casarse, no divorciarse
Aunque la primera reacción natural ante esta situación podría ser huir, no hay escapatorias fáciles. Las casas de atención a víctimas de la violencia doméstica en EEUU no suelen aceptar a menores y los centros de acogida para jóvenes avisan a los padres cuando llega alguien pidiendo ayuda. Además, un marido puede denunciar a la esposa por abandono del hogar, por lo que sería arrestada y devuelta. Y los servicios de protección infantil no se meten dentro de un matrimonio legal.
“Es todo un disparate”, resume Fraidy Reiss. “En muchos estados, una menor ni siquiera puede pedir el divorcio o la nulidad si no cuenta con el apoyo de los padres, que normalmente son los que han consentido para la boda. Ni siquiera tienen edad para firmar un contrato. Es uno de los aspectos más horribles de estas leyes, una niña puede casarse antes incluso de tener el derecho a divorciarse”.
El origen de estas normas se remonta a los albores de EEUU, cuando por ley las mujeres no tenían igualdad de derechos. “En aquellos años, un matrimonio temprano era la mejor expectativa para muchas jóvenes que no podían ir a la universidad”, apunta la directora de la organización.
Precisamente, uno de los casos más impactantes mediáticamente se produjo décadas atrás, en febrero de 1937. La revista Life publicaba un artículo con imágenes del productor de tabaco Charlie Johns, de 22 años, casado con Eunice Winstead, de nueve años. Los padres de la pequeña consintieron y aseguraron que ella quería esa unión, oficiada en Tennessee por un sacerdote baptista. Las fotografías de la pareja no dejaron indiferente a nadie. Y la legislación, ocho décadas después, no ha evolucionado demasiado.
Al nivel de Irán y Yemen
De los 50 estados que componen EEUU, a Reiss le resulta difícil señalar cuál tiene la regulación más perniciosa. “En 25 no existe una edad mínima para el matrimonio. En otros muchos hay leyes comparables a las de Irán, Arabia Saudí y Yemen, y en diez se permite la excepción del embarazo, es decir, que si una niña está esperando a tu bebé, te puedes casar con ella, incluso si el estado tiene una edad mínima establecida. Es arcaico y las consecuencias psicológicas de este tipo de enlaces serán devastadoras para la menor en el largo plazo”.
Dentro de este laberinto regulatorio, también existen rarezas legislativas. En New Hampshire, por ejemplo, un menor puede contraer un matrimonio de tipo heterosexual, pero no homosexual. “Esto nace de una discriminación hacia el colectivo LGTB, pero al final se convierte en una protección, ya que se veta estos enlaces a los gais”, subraya la activista.
El Tahirih Justice Center es otra de las organizaciones de derechos civiles que luchan contra este tipo de uniones. El pasado agosto publicó un completo informe en el que advertía, entre otras cosas, de que sólo en 17 de los 50 estados la ley obliga al juez a tener en cuenta qué es lo mejor para el interés del menor. Dicho dossier incluye los testimonios de muchas víctimas, incluidas alguna de las recogidas en este reportaje. Una de ellas, desde el anonimato, sintetizó a la perfección el sentimiento de esas miles de niñas repartidas por todo el país. “Uno de los secretarios judiciales del tribunal, viendo que no paraba de llorar, me pidió que me animara. ‘Este será el día más feliz de tu vida, sécate esas lágrimas’, me dijo. En aquella sala me robaron mi vida entera”