Joana Pastrana, no hace tanto, comulgaba copas con sueños vestida de camarera. Servía cañas, ponía raciones y sonreía sin probar una gota de alcohol. Le gustaba el boxeo, sí, pero jamás pensó que sería la mejor. Si acaso, en su mente, elucubraba con ser profesional. Quizás con disputar algún combate. O dos. En el mejor de los casos, con ser campeona de España. O, por qué no, de Europa. Pero jamás del mundo. Eso era imposible. O lo parecía. Hasta que en junio lo consiguió contra Oezlem Sahin a los puntos. Se convirtió en la segunda mujer en lograrlo por detrás de María Jesús Rosa (ganó en 2003 en peso minimosca). Hizo historia, sí. O, mejor dicho, la empezó. Porque este viernes, puede engrandecerla revalidando su título ante la taliandesa Siriporn Thaweesuk.



Hasta aquella noche de junio en Alcobendas, Joana Pastrana era el reclamo de unos pocos periodistas y de seguidores muy puntuales. Dejó su trabajo de camarera para entrenar y progresó sin ruido mediático, concatenando el comienzo de su carrera con entrevistas iniciáticas y patrocinada por dos marcas: Barceló Cream y Capitán Mani. Eso era todo. Con esas ayudas económicas, se alzó con el cinturón de campeona de Europa, pero la revolución llegó cuando abrazó el del mundo. “De repente, te das cuenta que en tu país te hacen caso”, reconoce su representante Álvaro Gil-Casares.

Siriporno Thaweesuk y Joana Pastrana en el pesaje.



Joana Pastrana, en estos meses, ha aumentado su caché progresivamente. Ha pasado a ser el rostro visible de Oysho Sport en su nueva colección de ropa deportiva centrada en el boxeo y, sobre todo, será el rostro del videojuego Assassin’s Creed Odyssey. “Nos llamaron porque estaban buscando mujeres espartanas para la época en la que se desarrollaba el juego y decían que ella pegaba muy bien, que era la representación máxima de una mujer preparada para la guerra. Le ofrecieron hacer una patada en el spot promocional y lo aceptamos”, cuenta Álvaro.

Joana Pastrana se viste de espartana en el Assassin's Creed

Eso ha motivado una preparación un poco diferente. “Hemos tenido muchos medios. Desde que ganó el Mundial, hemos multiplicado el número de eventos para vender productos y también nos han pedido más entrevistas...”. El ‘fenómeno’ Joana Pastrana, por fin, es real. Ha tenido que ser campeona del mundo para atraer la atención del público, pero lo ha conseguido.



Ahora, tratará de engrandecer su leyenda. Este viernes, se encontrará sobre el ring a una rival que poco tiene que ver con Oezlem Sahin. “En el pesaje la hemos visto llena de cicatrices y hemos pensado: ¡Guau!… Va a ser difícil”. Y con esa mentalidad han preparado el combate. “Es más alta, casi como Joana, y ha noqueado a rivales muy similares a ella. Le ha costado dar el peso”, cuenta.

Aunque, eso sí, no saben si les da más miedo el presente de Siriporn Thaweesuk (40-4) o su pasado. La tailandesa llegó a ingresar en la cárcel por tráfico de anfetaminas y fue condenada a 10 años, pero se proclamó campeona de mundo en prisión a los tres años y, como premio, recibió un indulto por los restantes siete. Una historia de película que Joana Pastrana espera rebajar a base de golpes como ya lo hiciera contra Judit Hachbold en el campeonato de Europa y ante Sahin en última instancia por el campeonato del mundo.



Esta vez, eso sí, no hará falta efecto llamada. Joana, superviviente en un boxeo nacional que goza de tradición pero no de público, ha logrado dedicarse profesionalmente a ello. Empezó cuando no había rivales y, ahora, entre las 16 cuerdas, baila entre sueños que parecen no tener fin. Quiere revalidar su título Mundial. Tiene un objetivo, una meta y una promesa: abanderar desde el boxeo una revolución femenina que se antoja imparable. Al fin y al cabo, ya la comparte con Mireia Belmonte, Ana Carrasco o Carolina Marín. No hay mejor noticia posible. 

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