Cuando los trabajadores del Hotel Masella de Alp (Girona) vieron entrar el viernes por la tarde a un atracador con un arma de fuego, muchos ya sabían quién era: el delincuente más famoso del Pirineo. No hacía ni un mes que se había fugado. No esperaban que tardase mucho en volver a cometer fechorías. Sabían que ese hombre que se acabó llevándose 15.000 euros a punta de escopeta era ‘El Rambo de la Cerdanya’.
Martí Cots Saletes es el último bandolero que queda en Cataluña. Tiene 49 años y lleva más de 30 años robando, atracando y sembrando el terror a uno y otro lado de la frontera. Después de pegar sus golpes se esconde en los bosques de los Pirineos. Es su hábitat natural. Allí se mueve con la misma facilidad de cualquier otro animal de las montañas; allí ha llegado a estar más de dos años ocultándose de la policía. Es el motivo por el que se conoce como ‘Rambo de la Cerdanya’. Por eso y porque una vez, tras ser arrestado, gritó: “Avisad al presidente de Estados Unidos para que venga a indultarme, porque soy Rambo”.
Cots tiene 49 años pero una edad mental de 12 según diagnosticaron los peritos juidiciales. Por eso estaba recluido en un hospital psiquiátrico. El pasado 7 de diciembre aprovechó una salida al exterior, engañó a su cuidadora y se volvió a escapar. El viernes 22, tras su enésima fuga, cometió su enésimo atraco. Fue en el Hotel Masella de Alp: llegó con un rifle, amenazó a los empleados y se hizo con los 15.000 euros de la caja registradora. Esta semana los Mossos volvieron a detenerlo. Hizo falta movilizar a la unidad especializada en montaña, porque, como siempre, estaba oculto en los bosques.
Una prisión con vacas
“Si me tienen que meter en la cárcel, que me metan en una donde haya vacas”, dicen que pedía Martí Cots cada vez que lo detenían. Nació en la Cerdanya en el seno de una familia campesina. Su madre se llamaba Ramona y era del poblado del Pi. Por eso, su primer apodo fue ‘Ramonet de Pi’. Este payés es uno de los delincuentes más famosos de Cataluña. Una versión rural de El Solitario. Extremadamente violento, siempre trabaja solo. Desde principios de los 90 se ha dedicado a atracar gasolineras, estancos y sucursales bancarias.
Empezó pronto su carrera de delincuente. Con 18 años ya fue condenado por atracar a un taxista. Con 25 años ya lo habían detenido más de 30 veces. Además tenía el gatillo fácil y no dudaba en disparar su escopeta contra quien fuese, especialmente contra la autoridad.
Sólo había una cosa superior a su prolífica carrera delictiva: su habilidad para fugarse. Siempre se las ingeniaba para huir de su prisión. Ya fuese la cárcel Modelo de Barcelona como los sucesivos centros psiquiátricos donde ha estado internado. Una vez libre, se escondía en las montañas. Siempre vestido como un cazador, conoce todos los recovecos de las montañas y sabe apañárselas para sobrevivir en condiciones extremas.
En 1992 cometió uno de sus delitos más escalofriantes: secuestró a unos excursionistas en un refugio de los Pirineos durante horas, hiriendo de un disparo a una de las rehenes. Las víctimas recordaban la semana pasada en el programa Islàndia de RAC1 que “nos veía sufrir y disfrutaba con nuestro sufrimiento’.
Cruzó tres países en su huida en tractor
En 1993, protagonizó una fuga de película. Una escena que define a este delincuente rural: tras tirotear a una pareja de la Guardia Civil que le intentaba detener, huyó del país. ¿Y cómo huye un payés? Pues en tractor. No le subestimen: atravesó los Pirineos, cruzó la frontera con Francia y burló a los gendarmes, que incluso movilizaron a los helicópteros para encontrar a ‘Rambo’ y su tractor. No lo consiguieron. El bandolero se hizo toda la Costa Azul hasta que se plantó en la frontera con Italia. También la atravesó, pero hasta ahí llegó su huida. Lo detuvieron los carabinieri, a los que también se les escapó.
En 1994, el ‘Rambo de la Cerdanya’ circulaba con un coche robado y sin matrícula por el pueblo de Carles Puigdemont (Amer). Una pareja de la Guardia Civil le dio el alto y él la volvió a emprender a tiros contra los agentes, hiriendo a uno de ellos. Él también fue alcanzado por una bala y fue detenido.
Vuelve a escabullirse de los gendarmes
Por ese delito fue a prisión, pero se fugó en 1999 aprovechando un permiso penitenciario. Decidió no volver a la cárcel y se refugió otra vez en los montes de La Cerdanya. Allí vivó un par de años, bajando a la ciudad solamente a cometer sus atracos: cajas de ahorros en Llivia y Puigcerdà, campistas extranjeros en La Cerdanya o coches a uno y otro lado de la frontera. En 2000, fue detenido por (otra vez) los gendarmes en Montpellier, Francia. Le acusaron de tenencia ilícita de armas. Pero (otra vez) volvió a salir airoso porque no hubo petición de prisión.
En 2001, fue interceptado por los Mossos d’Esquadra, que consiguieron enviarlo de nuevo a prisión. Esta vez lejos de sus pastos y sus ganados: lo mandaron a la prisión Modelo de Barcelona. Allí estuvo ingresado hasta agosto de 2010, cuando volvió a huir aprovechando otro permiso penitenciario. Lo atraparon dos meses después en Bellver de Cerdanya.
Hacer autostop y robar el coche
Martí Cots ingresó en 2016 en el Hospital Sant Joan de Deu d’Almacelles. De allí se largó el 28 de octubre de 2016. Se puso a hacer autostop en la carretera y le robó el coche al buen samaritano que paró. La noche siguiente volvió a atracar una gasolinera en el pueblo de Prats i Sansó. Volvió a ser detenido, pero el juez consideró que no tenía que ingresar en prisión. Volvió a ser internado.
El pasado 7 de diciembre aprovechó una salida supervisada al exterior. Fueron a una cafetería y le pidió permiso a su cuidadora para ir al lavabo. No volvió. Se fugó y los Mossos dieron la alerta. Sabían que no iba a tardar en volver a delinquir. Y así fue. El viernes por la tarde entró en el Hotel Masella de Alp. No llevaba su habitual atuendo de Rambo. Iba bien vestido para no levantar sospechas. Una vez dentro, amenazó al personal y pegó un palo de 15.000 euros.
Los Mossos sabían dónde encontrarlo. Muy cerca de su casa, en lo más profundo de los bosques ha aparecido, una vez más, el ‘Rambo de la Cerdanya’. Ahora está en manos del juez decidir si vuelve a dejarlo en libertad o mandarlo a una de esas prisiones sin vacas donde tan incómodo está el ‘Ramonet del Pi’.
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