España y Brasil, históricamente, no sólo han tenido buena relación de amistad, sino también comercial. Se puede ejemplificar con tan solo un dato: las empresas españolas, sólo en infraestructuras, han invertido más de 14.000 millones de euros. Pero hay más. La mayor parte de las compañías que cotizan en bolsa tienen intereses en el país; para Movistar y Santander es su principal mercado; Indra y Mapfre tienen intereses… y suma y sigue. Sin embargo, ni Felipe VI ni Juan Carlos I, los dos reyes representantes del Estado, viajarán a Brasilia, la capital, para la toma de posesión del nuevo presidente Jair Bolsonaro.
Felipe VI no irá al estar de vacaciones –son sagradas para Letizia– y Juan Carlos I porque no le dejan. La ausencia de ambos a la toma de posesión sorprende por tratarse de Brasil, uno de los aliados comerciales históricos de España. Tanto es así que el país presidido por Jair Bolsonaro se convirtió entre 2010 y 2013 en el principal cliente en América Latina (por delante de México). Y, en 2017, por ejemplo, las exportaciones fueron de 2.509.151 euros, siendo Brasil el mercado número 16 de España.
Todo eso no parece haber importado en la Casa Real. En Zarzuela, aseguran de forma oficial, no está “en agenda”. Sin embargo, sorprende mucho escuchar esta razón cuando todas las tomas de posesión de presidentes iberoamericanos han estado agendadas desde que Felipe VI acudiera a la primera en 1996, la del presidente Álvaro Arzú en Guatemala, aún como príncipe.
Tras su proclamación como rey 18 años después, esta tarea pasó a manos del emérito Juan Carlos I, que ha durado poco en la labor: el pasado verano decidió quitar de su agenda este tipo de viajes. Felipe VI ha acudido a 70 ceremonias de presidentes en el continente: 69 como príncipe y una como rey; la última, hace semanas, en México, el 1 de diciembre, para presenciar en el D.F. el juramento de López Obrador como nuevo mandatario de todos los mexicanos.
Juan Carlos I, en el rincón de pensar
Entonces, ¿por qué no habrá representación de la corona en Brasilia? La primera razón es que no quieren mandar a Juan Carlos. Aunque en la Casa Real se dan razones médicas, lo cierto es que el rey emérito vuelve a viajar con total normalidad en su ámbito privado, como demostró al desplazarse al Gran Premio de Fórmula 1 de Abu Dabi hace unas semanas. “La realidad es que el padre de Felipe VI sigue en el rincón de pensar (como se les dice a los niños que se portan mal) y por ahora no va a tener mucha agenda. Hay que ver en qué termina todo, por ahora tiene que esperar en el banquillo”, asegura a EL ESPAÑOL una fuente de dentro de la institución.
La segunda razón es que los reyes estarán de vacaciones el 1 de enero en algún sitio secreto de Europa. Don Felipe, la reina Letizia y sus dos hijas, Leonor y Sofía, tienen la costumbre de pasar fin de año lejos de Zarzuela acompañados por la abuela materna de las niñas, Paloma Rocasolano. Suelen hacerlo, casi siempre, disfrutando de uno de los deportes que más les gusta, esquiar. La esposa de Felipe VI es especialmente cuidadosa con los días de descanso de los que disponen en familia, no quiere que nada ni nadie los interrumpan; y la toma de posesión de Bolsonaro, parte justo en dos las vacaciones.
Y, por último, está la poca presión del Gobierno de Pedro Sánchez para que acuda el rey emérito y mucho menos Felipe VI. “Una presencia de alguien de perfil bajo es lo que piden, no quieren una presencia del Jefe de Estado para un presidente electo como Bolsonaro, tan contrario a las ideas del actual ejecutivo. Por eso, como nadie ha insistido mucho, desde aquí tampoco hemos hecho planes para ir”, nos cuenta la misma fuente.
El Gobierno no quiere darle una foto a Jair Bolsonaro, líder de extrema derecha, con Felipe VI. El nuevo presidente de Brasil, partidario de dotar con armas a los civiles y defensor de la dictadura, bebe de las mismas ideas que Donald Trump y se presenta como “antisistema”. Está tan alejado de Pedro Sánchez que la insistencia por parte del ejecutivo ha sido prácticamente nula.
Lo cierto es que, por salud, vacaciones o falta de interés, todavía no se sabe, a cinco días de la ceremonia, quién va a acudir representando al mayor país inversor también en comunicaciones de Brasil. La pelota está en el tejado de Ana Pastor, como presidenta del Congreso, o de Pío García Escudero, su ‘colega’ en el Senado, porque el Ministro de Asuntos Exteriores Josep Borrel ya ha dicho que tampoco va.
No sabemos cómo sentará esto al nuevo Gobierno de Brasil, del que dependen muchas de las concesiones públicas de las que muchas empresas españolas dependen.
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