Delia (nombre ficticio) era soldado. Pero lo tuvo que dejar. No le quedó otra después de sufrir acoso por parte de un superior en el Ejército en reiteradas ocasiones. Dijo adiós para denunciar lo que le estaba pasando. Ahora, devastada, se encuentra en tratamiento psiquiátrico. Se toma entre cinco y siete pastillas al día. No se le olvida. Es imposible. Su relato, hecho público, es estremecedor. “Pasaba cuando nos quedábamos a solas (…) Empezaba a masturbarse delante de mí. Cuando había gente en el edificio lo hacía detrás de una fotocopiadora grande. Como en la otra puerta había un mostrador, nadie lo podía ver”.
Su superior la acosaba continuamente. Cuando había gente, disimulaba, pero cuando no había, lo hacía sin miramientos. “Cuando la gente se iba del edificio a hacer deporte, él echaba los dos pestillos y no se escondía en la fotocopiadora, sino que se masturbaba delante de mí”. Pero la cosa no terminaba ahí. Él también la perseguía.
“En la base también había conductores para hacer los viajes, pero él me elegía a mí para ir a cualquier sitio. En un viaje a Cartagena, yo estaba conduciendo y él empezó a masturbarse delante de mí. Me dijo que quería correrse y que fuéramos a su casa de Los Alcázares”, cuenta en Espejo Público.
Después de estar así durante año y medio, ella le echó una foto in fraganti y lo comunicó al Ejército para que activara el protocolo. Pero no le asistió. Denunció que su instructor era amigo del superior que estaba acostando de ella. Dio igual. Tuvo que dejar su puesto de trabajo.
“Yo le dije al instructor que tenía miedo por mi integridad física. Pero estaba absolutamente sola. Ya había salido a la luz el caso y tenía miedo de lo que podía pasar. Le dije que quería denunciar lo que pasaba y él me dijo que no lo hiciera porque entorpecería su trabajo”, ha explicado.
Ahora, con graves problemas mentales y muchas secuelas (se tiene que tomar entre cinco y siete pastillas al día y va al psiquiatra), ha decidido denunciar. El Fiscal dice que sus superiores no le ayudaron. Ella, de momento, está sin empleo y destruida mentalmente, aunque guarda la esperanza de que la justicia castigue a su acosador.
Noticias relacionadas
- El dueño de la finca en la que cayó Julen al pozo ilegal podría ser acusado de homicidio imprudente
- La censura no nació con Franco: así reprimía la Segunda República a la prensa crítica
- El conmovedor poema para Julen que ha escrito un ingeniero que participó en su rescate
- Un joven de 19 años encierra a su novia "como castigo" en un zulo de Pontevedra
- Eva, la erasmus española muerta tras caerle una farola encima en Praga
- Prisa define su hoja de ruta para implantar el muro de pago de ‘El País’
- Gerardo, de estrella del Madrid infantil y amigo de Casillas a activista del taxi
- Embarrando el campo
- Gema López, un año después de su divorcio: así ha sido su gran cambio
- Vocento endurece su muro de pago y deja en abierto solo cinco noticias