Natalia Bellido (43 años) no daba crédito cuando llegó la notificación de Hacienda en el verano de 2016. Esta andaluza, originaria del pueblo sevillano de Lebrija, había perdido a su padre en 2012. Tras su muerte, ella y sus dos hermanos liquidaron la herencia y pagaron 3.700 euros. "Eso es todo", les dijeron en la oficina del fisco. La sorpresa llegó cuatro años después. La Junta de Andalucía cambió de opinión y triplicó el valor inicial de todos los bienes que estos tres hermanos habían heredado. De 990.000 a 2.780.000 euros. Así que, de un día para otro, Natalia se encontró con esta misiva en la que Hacienda le reclamaba 70.000 euros en un plazo de 20 días. "Cuando lo vi casi me da un infarto, era imposible pagarlo, no teníamos nada", cuenta la afectada a EL ESPAÑOL.
No tenían nada entonces. Y lo cierto es que su situación no ha mejorado demasiado. La cifra a pagar ha seguido creciendo con el paso del tiempo -de las multas y los intereses- y ahora el montante de la deuda ya asciende a 100.000 euros. Poco le sirvió acudir a la oficina de Hacienda para preguntar qué había pasado o de dónde salía ese "dineral". La decisión era firme, tenía que pagar.
Era imposible, ninguno de ellos tenía liquidez suficiente, ni siquiera tiempo para poder aunar esa cifra. El pago en especie no estaba entre las opciones del erario público. Aunque en plena crisis económica tampoco podían vender ninguna de sus propiedades. Solo quedaba un camino: los embargos de todas las propiedades, de todas las cuentas, de las acciones de la empresa familiar y con ellos, la desesperación de esta sevillana.
Impuesto suprimido
La situación de Natalia bien podría ser la de la última gran perjudicada por el impuesto de sucesiones en Andalucía. Su deuda personal es de las más altas en toda la comunidad autónoma. Su condición como afectada del impuesto sería muy distinta si hubiese heredado a partir de 2018, e inexistente si lo hubiese hecho a partir de este año. Antes de que Juan Moreno Bonilla fuese investido como presidente de la Junta de Andalucía, el líder del PP ya había acordado con Ciudadanos y Vox la práctica eliminación del Impuesto de Sucesiones.
Según el acuerdo al que llegaron, este impuesto queda efectivamente suprimido casi por completo porque los familiares directos -es decir, los que heredan de su padre y de su madre- tendrán bonificaciones del 99% de la cuota del impuesto, es decir que de facto, queda eliminado. En la anterior legislatura, presidida por la socialista Susana Díaz, también se acordó que -a partir de 2018- solo pagarían aquellos que heredaban por persona más de un millón de euros.
La realidad de Natalia Bellido y sus hermanos, en cambio, fue bien distinta. En un primer momento, estos tres hermanos sí tuvieron una exención en el pago del impuesto porque la cifra en la que valoraron los bienes estaba dentro del margen de rebaja. Fue cuando pagaron los 3.700 euros. Una vez el fisco triplicó el valor de lo que habían heredado, la cifra no tenía exención alguna. La Junta de Andalucía se llevó prácticamente un tercio de todo lo que su padre les había dejado.
Esta andaluza trabaja de sol a sol en la empresa familiar, un negocio de materiales de construcción en El Cuervo (Sevilla) que prácticamente construyó junto a su padre durante 23 años y sigue intentando sacar adelante junto a sus dos hermanos, aunque cada día es más difícil. Desde las 08:00 a las 21.00 horas pone todo su empeño con dos objetivos: salir de esta pesadilla y darle un futuro a sus hijos. Lleva las cuentas en la oficina, carga los camiones, se va con la furgoneta a repartir azulejos, hace lo que sea.
"Te ves ahogada para sacar adelante a una niña con 5 años y a otro con 11. Te las ves y te las deseas. No trabajas para vivir, vives para trabajar, mantenerte y poder salir adelante. Si dios quiere, vendrán tiempos mejores", dice, con esperanza, Natalia, aunque añade: "En la empresa no hay tanto ladrillo ni azulejo como para pagar lo que nos piden".
El legado que les dejo su padre estaba formado por la empresa familiar de materiales de construcción (Sinyesca e hijos), la vivienda familiar -donde vive Natalia junto a su hermana y su madre-, dos naves, y dos casas, prácticamente en ruinas.
En 2016, la Junta de Andalucía (re)valoró la vivienda familiar, esto es, una vivienda de tres plantas y una cochera en la localidad de Lebrija (Sevilla) en 1.045.000 euros. "Esa casa no vale ni un tercio de lo que dicen, si la vendiese podría hacerme un cortijo", explica esta sevillana. Las dos naves, en 670.000 y 800.000 euros. Y las casas antiguas en 75.000 euros. Una tasación, según explica, que no se acerca ni de cerca a su valor real.
Las notificaciones de Hacienda, a partir de ese momento, se han convertido en el día a día de Natalia. Siempre viviendo con la incertidumbre de "qué va a ser lo siguiente". A finales de agosto del pasado año los inspectores de Hacienda se presentaron en El Cuervo para cerrar la empresa de construcción. Aunque finalmente pudieron convencerles para que les dieran algo más de margen para pagar.
Las cuentas a cero
Mientras tanto, durante estos dos años la Junta de Andalucía ha embargado todo lo que ha podido a esta familia. Sus cuentas están a cero. Natalia tenía una cuenta junto a su madre en el banco, y la dejaron sin nada. Su hermana, madre soltera, recibía una ayuda -de 100 euros- para los cuidados de su hija, que ahora se queda la misma Junta. Su hermano se compró un coche de segunda mano y le ocurrió lo mismo, se lo embargaron. No pueden hacer nada, están atados de pies y manos. La única manera que tienen de seguir es a través de la pensión de viudedad, que recibe su madre, y de lo que pueden ir ganando en la empresa.
Por el momento, tras pedir ayuda a Stop Sucesiones (organización que aboga por la supresión del impuesto en España) y ponerlo todo en manos de los abogados -que han interpuesto un recurso para que se revise la valoración de los inmuebles-, Natalia ha conseguido que no subasten ninguna de las propiedades y pueda pagar la deuda que le reclama Hacienda en la medida que su economía se lo permite, aunque lo que necesita, señala, "es tiempo".
"No nos ha quedado otra que comprar toda la herencia de nuevo", explica, con resignación, esta andaluza. Les toca volver a pagar lo que por derecho era ya de su propiedad, mientras intentan sacar adelante a su familia y la subasta de todo lo que tienen planea sobre ellos, lo que supondría la ruina total. Y no solo "pagan" lo que heredaron, si no también otras propiedades, según explica Natalia, que Hacienda se ha sacado de la manga y ha incluido en el legado. "Son unos sinvergüenzas, pero mejor pagar a que luego lo subasten todo por dos duros y lo perdamos todo".
Ahora, respira un poco más aliviada desde que ha podido vender una de las naves que les dejo su padre. Eso sí, por la mitad de lo que Hacienda dice que vale en realidad. Eso les da un poco de margen para pagar lo que les pidió "Susanita", dice haciendo referencia a la expresidenta de la Junta de Andalucía. "Se creía que tenía el Banco de España, que me presté ella el dinero, que ella si lo que lo tiene la jodía", sentencia.
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