Hubo un tiempo en el que Juanjo tuvo pavor a sus dos hijos. La relación familiar de la familia Monserrat era todo una montaña rusa. El pasado 4 de octubre ingresó en un hospital de Barcelona. Padecía una enfermedad degenerativa que le estaba matando muy poco a poco. Días antes de ingresar, se aseguró de desheredar a sus pequeños. “Se encontraba mucho mejor. Los médicos le estaban preparando el alta, pero sus hijos aparecieron en Barcelona. No quería saber nada de ellos. Se fue debilitando y al final ocurrió”, confiesa Yolanda, la viuda del mallorquín, a EL ESPAÑOL en una conversación telefónica. Sin embargo, según otras fuentes del difunto, murió abrazado de su hijo. Juanjo consiguió retirarles la herencia, pero no la pensión por orfandad. Los pequeños, de 17 y 15 años, han seguido en contacto con la viuda. ¿La última? Una foto en la que los menores muestran mofándose los 300 euros que cobran al mes por haber perdido a su padre.
Juanjo falleció el pasado 17 de noviembre en la ciudad condal. Llevaban dos años inmersos en peleas familiares, pero en el lecho de su muerte decidieron reconciliarse. El mallorquín se pasó meses suplicando a la Audiencia Provincial de Palma que le retirasen la patria potestad de sus hijos. En junio del año pasado le denegaron la petición. No podía más. Había adelgazado cerca de 25 kilos desde que empezó a sufrir amenazas por parte de los menores. A los pocos días de morir se instaló su capilla ardiente en un tanatorio en Palma. Allí muchos de sus allegados lloraban su pérdida. “Una gran persona, buen padre y buen compañero”. Así define Yolanda a su difunto marido. Según un familiar muy cercano de Juanjo, el mallorquín se deterioró porque dejó de tomarse la medicación.
Amor fugaz
Yolanda y Juanjo empezaron a salir hace dos años. Ambos venían de dos matrimonios fallidos y no tenían mucha esperanza en el amor. Se conocieron en un grupo de Facebook y el 13 de abril de 2018 dieron el sí quiero”. Fue todo un flechazo. La mallorquina era consciente de que la relación no iba a ser del todo fácil. Los hijos de mallorquín llevaban amenazándole desde hacía unos meses. “Eres un cabrón. Como te vea te voy a matar. No te queda isla para correr”, son algunas de las amenazas que tuvo que sufrir por parte de sus propios hijos . “Tuvo que cambiarse la cuenta de Facebook como cuatro veces. Le acosaban”, añade Yolanda durante una conversación con este periódico.
Manipulaciones por parte de la familia materna
Juanjo llevaba un tiempo sin reconocer a sus hijos. Mas o menos desde que se divorció de Caty, la madre de los pequeños, en 2009. Ambos acordaron que ella se quedaría la custodia, pero al final “se acabó desentendiendo de los niños”, asegura Yolanda. Era la abuela materna la que los cuidaba cuando el mallorquín trabajaba y este siguió viéndoles muy asiduamente. Juanjo padecía la enfermedad de Andrade, una patología neurodegenerativa rara, invalidente y letal, que en ese momento tenía bastante controlada y no le impedía seguir trabajando como celador en un psiquiátrico de la isla. Las peleas con los menores empezaron cuando ingresó en un hospital de Barcelona para que le trasplantasen el hígado. Estuvo casi un año yendo y viniendo de la ciudad condal, y cuando volvió a instalarse en Mallorca “ya no reconocía a sus pequeños”, expresa la viuda. Durante todo ese tiempo se habían quedado con la abuela materna, y esta “les había transformado. Según Yolanda, Caty les manipulaba para que cogiesen odio a Juanjo e incluso “les pagaba para que le amenazasen”.
Ambos dejaron de ir al colegio y se metieron de lleno en el mundo de las drogas. Él insistía en que tenían que cumplir sus normas, pero ellos lo único que hacían era reírse de él. El pequeño fue el primero en desentenderse al completo de su padre. Se negaba a cumplir sus órdenes. Después fue el mayor quien se escapó de casa. Yolanda recuerda lo que le dijo cuando este le abandonó para irse a casa de su abuela: “He perdido a un hijo y ahora pierdo a dos”. “Quería mucho a sus hijos pero estos no se dejaban querer”, añade.
Vida nueva para escapar de las amenazas
El matrimonio vivía en la localidad mallorquina de Can Pastilla. A lo largo del año pasado, los dos pequeños siguieron visitando a su padre, pero esta vez para tirarle huevos y harinas a la ventana. Poco después de casarse, tuvieron que mudarse para dejar de recibir estas sorpresas. También tuvieron que cambiarse de número de teléfono para dejar de recibir amenazas.
Tal era el miedo y la presión, que Juanjo decidió citarse con una abogada de la isla. Esta confirmó a este periódico que el mallorquín “estaba muy maltratado por sus hijos”. Al hombre se le juntó que ya no podía trabajar. La enfermedad se estaba reavivando. Por eso, decidió dar el siguiente paso.
“Amenazas, absentismo escolar y partes médicos de intoxicaciones por consumo de drogas”, el enfermo dio estas tres razones al juzgado de Primera Instancia de Palma solicitando que le quitasen la patria potestad de sus hijos. Los jueces se la denegaron ya que consideraron que “no era un derecho renunciable” y añadieron que “por derecho natural, corresponde a quienes han asumido la decisión de procrear a un hijo”, como puede comprobarse en la sentencia que ha tenido acceso este periódico. Lo volvió a intentar en la Audiencia Provincial, pero estos confirmaron la sentencia inicial.
"La noche antes de morir se despertó para despedirse de mi"
Al terminar los procesos legales, la Fiscalía y los servicios de protección de menores estudiaron la situación de los adolescentes. Uno de ellos decidió internar en un centro de menores de forma voluntaria. Este hecho dotó de un poco más de tranquilidad a la vida de la recién casa pareja. Pero no fue suficiente. En octubre de ese mismo año Juanjo ingresaba en un hospital catalán y nunca salió de él. Acabó muriendo de una neumonía. En pleno duelo, Yolanda ha seguido recibiendo amenazas de la ex mujer de Juanjo y de sus pequeños. “Nos han amargado la vida. Mi matrimonio con Juanjo fue muy rápido, pero muy bonito. La noche antes de morir se despertó para despedirse de mi y me dijo: “Se fuerte. Rehaz tu vida. Eres muy joven. No dejes que se metan contigo y mucho menos que busquen algo de herencia”.
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