La gran obra de Jordi, el ingeniero muerto en el avión: desalinizar agua para un millón de etíopes
Jordi Dalmau, de 46 años, y Pilar Martínez, de 33, fallecieron en el vuelo de Ethiopian Airlines que se estrelló el domingo tras despegar de Adís Abeba.
11 marzo, 2019 17:25Sobre las 05.00 horas del domingo pasado, Pilar y Jordi embarcaban en el Aeropuerto Internacional Bole en Adís Abeba (Etiopía) para coger un vuelo en dirección a Nairobi (Kenia). Pocos minutos después de que el aparato de Ethiopian Airlines despegara con 157 personas a bordo, se estrelló. No había supervivientes. Entre las víctimas había personas de 35 nacionalidades. Este lunes se ha conocido que la gallega Pilar Martínez Docampo (33 años) y el catalán Jordi Dalmau Sayol (46 años) eran los dos ciudadanos de nacionalidad española que habían perdido la vida en el trágico accidente. Ambos viajaban al país africano para participar en proyectos profesionales de ayuda humanitaria y mejora en infraestructuras.
Jordi, ingeniero químico, oriundo de Granollers (Barcelona) y residente en Madrid, viajaba a la capital etíope para liderar uno de los proyectos más importantes del país. Planificar la construcción de la primera desaladora de gran capacidad en Etiopía.
Este granollerense trabajaba desde hace casi tres años para la empresa Almar Water Solution, con sede en Madrid, una entidad especializada en el desarrollo, promoción diseño y operación de infraestructuras de agua. Esta firma había elegido al ingeniero catalán para liderar el proyecto de construcción de una planta desaladora que suministrará más de 100.000 metros cúbicos de agua diarios a más de un millón de personas del condado de Mombasa (Kenia).
Pero antes de este proyecto, Dalmau, que estudio en la Universidad Politécnica de Cataluña, también había liderado otros en diferentes países del mundo. Había trabajado para Comsa Medi Ambient, en Chile, una empresa especializada en productos y soluciones para la monitorización de la calidad de las aguas. Y también para la empresa andaluza Abengoa, en diferentes ciudades de China y en San Antonio, Texas (EEUU).
En total, este catalán había trabajado más de 20 años en los sectores del Agua y el Medio Ambiente, sobre todo gestionando proyectos de desalinización de agua de mar y trabajando en plantas de aguas residuales.
Una carrera con gran proyección internacional que se encontró con el peor de los finales en la madrugada del domingo, cuando pocos minutos después de haber tomado el avión que le llevaría a ejecutar ese gran proyecto para la población keniana, el avión del vuelo ET302, un Boeing 737-800 MAX desapareció del radar. Horas después, sería la embajada de España en Etiopía y la compañía aérea quien se pondría en contacto con la familia del ingeniero para informarles del trágico suceso que arrebató la vida a 157 personas.
Cooperante humanitaria
Entre ellas, también la de Pilar Martínez Docampo, la otra víctima española, cooperante de una ONG que trabajaba en un proyecto humanitario en Kenia, hacia donde había puesto rumbo esta gallega, oriunda del barrio de Darbo en Cangas (Pontevedra), el sábado por la tarde desde Madrid. Era la primera vez que ella viajaba al país africano, donde iba a enseñar inglés a los niños. Martínez, después de terminar sus estudios, había estado varios años viviendo en Londres, según ha podido saber este diario.
"Embarcando...", publicó en una red social, a las 20.23 del sábado. Poco después, hacía saber que sobre las 05.00 horas del domingo, se encontraba en el Aeropuerto Internacional Bole. Fue la última noticia que tuvo su familia.
Este lunes, el alcalde de Cangas, Xosé Manuel Pazos, ha hecho oficial que Pilar era una de las dos víctimas españolas que habían perdido la vida en el accidente aéreo, a la que ha calificado de una persona buena y sobre todo "solidaria". El primer edil de de Cangas ha mostrado todo su apoyo y solidaridad a la familia, tras enterarse de la noticia a través de un familiar cercano. "Les ofrezco todo mi apoyo y nuestra disposición para ayudarlos con los porque los trámites son muy duros", ha señalado.
Por el momento, lo único que se sabe del siniestro es que minutos antes del accidente, el piloto del vuelo comunicó a la torre de control que había sufrido un fallo y pidió permiso para volver a aterrizar en Adís Abeba, recibiendo la autorización de los controladores, según explicó el domingo por la tarde en rueda de prensa el consejero delegado de Ethiopian Airlines, Tewolde Gebremariam.
Horas después, los restos del aparato fueron localizados cerca de la localidad de Bishoftu, situada unos 42 kilómetros al sudeste de Adís Abeba. El avión siniestrado es, además, del mismo modelo que el que se estrelló el 29 de octubre de 2018 en el mar de Java minutos después de haber despegado de Yakarta, acabando con la vida de las 189 personas que viajaban a bordo.