Juan Carlos consigue al fin ‘divorciarse’ de Sofía: se acabó el teatro al no tener que aparecer juntos
Hasta ahora hacían vida privada separados y juntos en actos oficiales. Ya no será necesario. "¿Es que no puedo divorciarme?", se quejaba hace 30 años.
8 junio, 2019 02:15Noticias relacionadas
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Cuando entras al todopoderoso Google e introduces unas palabras, el buscador muestra los términos relacionados más buscados. Si hacemos la prueba y escribimos estas cuatro palabras -don Juan Carlos doña Sofía- Google nos las relaciona con "divorcio" en primer lugar, con "separados" en segundo término y con "boda" en tercera posición. Precisamente el 14 de mayo cumplieron 57 años casados los Eméritos. Más de medio siglo en el que, si bien el compromiso de la pareja con la Corona ha sido de total entrega, entre ellos ha sido, más bien, todo lo contrario. Hace mucho tiempo que esa fecha de aniversario no se celebra en Zarzuela, como tampoco muchas otras significativas para el matrimonio. Lo suyo se podría denominar como un matrimonio en cuidados paliativos que, en cierto modo, ha sido desconectado por el Emérito al renunciar este a representar a la Casa Real.
Ahora, con la retirada pública del Rey Emérito desde el pasado dos de junio, no hay ninguna razón para volver a ver juntos a los padres de Felipe VI: ni si quiera la agenda de Zarzuela les impone ya verse. "¿Qué necesidad? Ya no hay ni obligación, que era lo único que quedaba. Puede que tengan que hacer el esfuerzo en algún cumpleaños, pero no esperes nada más. Ya está bien de hacer el teatro", asegura a EL ESPAÑOL una persona cercana a Juan Carlos.
No hacen falta más pruebas y evidencias de que esta separación es un hecho desde hace más de tres décadas. Tampoco de que en varias ocasiones la palabra divorcio ha planeado por Zarzuela. “¿Es que no puedo divorciarme como lo hacen miles de españoles?". Esta pregunta se la hacía Juan Carlos al jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campos, en el verano de 1992. Con la gloriosa resaca de los Juegos Olímpicos de Barcelona todavía en el paladar, el rey -en la cresta de la ola de su popularidad- veía posible su divorcio con la Reina Sofía para poderse casar con el amor de su vida, la mallorquina Marta Gayá.
La última muesca en el bastón tuvo lugar el pasado domingo. Improvisado o no, Juan Carlos recibió un homenaje en Aranjuez. Cinco días antes Zarzuela había hecho pública la carta con la que el padre del Rey le anunciaba a su hijo su decisión de retirarse de la agenda pública. Un grupo de familiares y amigos decidieron hacerle una pequeña e íntima despedida en esta localidad al sur de Madrid. Entre ellos no estaba su mujer, la Reina Sofía, que se encontraba a más de 3.500 kilómetros de distancia, en Grecia. La madre de Felipe VI viajó de la capital española a su ciudad natal el miércoles en un vuelo regular de Iberia y se quedó allí hasta el domingo por la tarde. La razón de su viaje -y ausencia a la retirada de su marido-: el 79 cumpleaños de su hermano Constantino.
Sofía viajó acompañada de su inseparable hermana, Irene. Las dos han pasado unos días en su tierra con su familia. Fue su sobrino, Nicolás de Grecia, el que compartió en sus redes sociales una fotografía de la celebración del aniversario de su padre, en la que las hermanas de Constantino posaban sonrientes junto a su cuñada Ana María y sus dos sobrinos, Teodora y el propio Nicolás.
La salud del que fuera Rey de los Griegos, (aunque no llegara a una década de reinado) es muy delicada. En 2016 sufrió un derrame cerebral que lo mantiene en silla de ruedas y del que no ha terminado de recuperarse del todo. Constantino y Ana María volvieron a Grecia, tras un largo exilio en Londres, en 2013, asentándose en la localidad cercana a Atenas de Porto Jeli, dónde son vecinos de su hijo Nicolás.
Doña Sofía e Irene han aprovechado para pasear por la capital helena y para visitar el lugar donde descansan los restos de sus padres, los Reyes Pablo y Federico de Grecia que están enterrados en el Palacio de Tatoi, lugar donde también nacieron ambas. Al parecer, la Reina Emérita y su hermana no pudieron entrar al recinto, ya que el palacio fue expropiado a la familia real tras la instauración de la república. Pese a los intentos de Constantino por recuperarlo -siguen en medio de un largo proceso judicial que parece que no va a terminar nunca-, lo cierto es que pertenece al Gobierno. Sin embargo, lo que más preocupa a los hermanos es el estado de abandono en el que se encuentra, ya que la crisis económica vivida por el país ha hecho que los recursos para conservarlo sean nulos.
Mientras que Irene se ha quedado unos días más en Grecia, Sofía regresó el domingo por la tarde porque tenía que trabajar: su marido se ha jubilado pero ella no. "De hecho, ella no entiende para nada esta decisión. Sofía lo lleva en la sangre. Los reyes se deben a su pueblo hasta que se mueren y ella seguirá apoyando a su hijo hasta su último aliento. ¿Qué necesidad de decir que te vas? Si puedes disfrutar de la vida como lo está haciendo Juan Carlos sin necesidad de decir nada. Le ha parecido un error", confiesa una amiga íntima de la madre de Felipe VI.
Juan Carlos no tendrá pensión
Así que el jueves la Reina Emérita volvió al trabajo y retomó su agenda oficial con un acto en el Teatro Real de Madrid, donde presidió la presentación del cortometraje Lemon como parte de las actividades con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente y de los Océanos. Uno corto promovido por la Fundación que todavía lleva su nombre con el objetivo de concienciar sobre el problema de la contaminación producida por los plásticos.
Por lo tanto, la Reina Sofía seguirá recibiendo la asignación que cada año le concede su hijo, Felipe VI, y que sale del Presupuesto de la Casa del Rey. Aunque todavía no lo tienen decidido, lo más lógico sería que don Juan Carlos no la recibiera ya que ha decidido dejar su labor pública. Otra cosa que tampoco va a recibir el Emérito es una pensión por parte de la Seguridad Social ya que nunca ha cotizado.
Los miembros de la Familia Real son un caso especial: no son considerados por cuenta propia o ajena y tampoco son autónomos, sino que reciben su asignación en doce pagas mensuales que sólo están sujetas al IRPF. En las nóminas del mes de los actuales Reyes y los Eméritos sólo aparece la deducción del IRPF. Cada miembro se hace su declaración de la renta de ese año con los datos y las retenciones que sirven para calcular su salario mensual neto, pero Hacienda se queda con el 45% en los cuatro casos ya que todos superan el umbral de los 60.000 euros, el tramo más alto de la Agencia Tributaria.
Sí que se han dado casos en los que los miembros de la Familia Real han cotizado a la Seguridad Social porque tenían otro trabajo además de su actividad oficial. Era el caso de las Infantas Elena y Cristina con su labor en Mapfre y La Caixa respectivamente, pero al ya no formar parte de la institución y no tener actos de representación no reciben una asignación por parte de la Jefatura del Estado.
"Nos queda mucho por decidir. Pero lo más seguro es que reciba una asignación vitalicia por los servicios prestados a la Corona y al país. ¿No lo reciben por presidentes del Gobierno cuando dejan el cargo?", comenta un trabajador de Zarzuela.
La Reina Letizia es la que sí conserva su código numérico de once dígitos que la Tesorería General de la Seguridad Social asigna a cada trabajador cuando se inscribe por primera vez, pero desde que se convirtió en Princesa de Asturias dejó de cotizar al sistema público de pensiones.
"No depende de su hijo para nada"
"Pero de todas formas, para Juan Carlos no es ningún problema, él no depende de su hijo para nada, ni anímicamente y mucho menos económicamente", añade un amigo íntimo del emérito.
Con Juan Carlos hay que tener algo en cuenta: seguirá formando parte de la familia real, mantendrá su la consideración de rey y capitán general de las Fuerzas Armadas en la reserva, así como el estatus jurídico que ha tenido desde su abdicación hace ya cinco años, cuando quedó aforado ante el Tribunal Supremo como los parlamentarios y los miembros del Gobierno.
No es este el primer caso en el que el hombre se jubila antes que la mujer. Aunque ya no tengan obligación de aparecer juntos en público, parece que entre Juan Carlos y Sofía ha bajado la tensión. "En el último mes se han producido tres encuentros que a todos nos dicen que es así. Decidieron ir juntos, con su hija Elena, a Hannover para ver un partido de balonmano que jugaba su nieto Pablo Urdangarín. Allí se encontraron con la infanta Cristina. Esta situación que igual te parece sencilla era impensable en otra época, en la era Corinna, en la que los reyes eméritos sólo se relacionaban a través de sus respectivos secretarios. Luego estuvieron en el funeral del Gran Duque de Luxemburgo y fueron juntos al Congreso de los Diputados para despedir a Alfredo Pérez Rubalcaba. Allí, se produjo una escena que nos dejó a todos pasmados, ya que Juan Carlos dejó pasar a su mujer agarrándola por la cintura para cederle el paso. Eso es algo que en mis 15 años en Zarzuela no había visto casi nunca, o mejor dicho, que hacía mucho que no veía. Luego se fueron a ver a Nadal a la Caja Mágica y no es que estuvieran cariñosos, pero si se rieron mucho y parecían disfrutar de la compañía mutua", asegura una persona que trabaja en la Casa real.
Juan Carlos y Sofía no son aquellos dos jóvenes que se casaron en Atenas (Grecia) con un doble ritual, hace 57 años. En el camino ha habido muchas heridas, algunas que no se van a cerrar nunca. En Zarzuela cada uno ocupa su espacio y no se reúnen ni para almorzar. Pero parece que ese matrimonio que se encuentra en cuidados paliativos desde hace décadas mantiene el pulso y la respiración.