Casi pierde la vida por una receta. La doctora Isabel se negó a prescribirle Rivotril a una paciente y acabó en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Morales Meseguer de Murcia. “Ella se abalanzó sobre la mesa y comenzó a insultarme; como veía que no podía controlar la situación pulsé el botón del pánico”, relata con entereza esta médico de familia del Centro de Salud de Las Torres de Cotillas que permanece de baja desde el 12 de febrero a causa de este violento episodio en el que sufrió un infarto de miocardio inducido tras una situación de estrés, tal y como refleja literalmente el parte médico que muestra a EL ESPAÑOL. “Me siento muy frustrada de ver que ningún organismo hace nada por paliar esta situación que venimos sufriendo los médicos”, se lamenta esta facultativa, de 59 años, y que hasta ahora es la víctima más grave que se ha registrado en la Región por el Rivotril: el fármaco más codiciado por las mafias de Marruecos y por el que los toxicómanos con tal de conseguirlo están dispuestos a insultar, amenazar de muerte y agredir al personal de Atención Primaria.
Las organizaciones criminales asentadas en Marruecos han encontrado un negocio altamente lucrativo en este medicamento que se dispensa en las farmacias españolas, cuyo principio activo es el clonacepan, y que pertenece a la familia de las benzodiacepinas. En las farmacias de la Región de Murcia se paga por este fármaco 1,08 euros, si la receta médica pertenece al Servicio Murciano de Salud (SMS), o 2,70 euros si la receta es privada, pero el valor de este medicamento en el mercado negro se dispara a los 300 euros porque se emplea en el reino alauita para producir ‘karkubi’. Esta droga, también conocida como ‘ampolla roja’, es una de más consumidas en los barrios desfavorecidos marroquíes por los efectos alucinógenos que genera la combinación de hachís espolvoreado, harina, colorante rojo en gotas y Rivotril.
El Grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional confirma la actividad de la denominada mafia del Rivotril en suelo murciano: “Son principalmente grupos criminales asentados en Marruecos que distribuyen en su país la llamada droga ‘karkubi’ y cuentan con contactos en España que les suministran Rivotril; la parte española sería una red criminal conformada por varias personas con distintos roles, empezando por la parte de abajo, que serían los toxicómanos que adquieren el fármaco de forma lícita con receta o ilícita mediante recetas falsas”. Las mafias no solo se valen de los yonquis como ‘mano de obra’, también se están aprovechando de la falta de control sobre este medicamento que suele prescribirse para niños diagnosticados de epilepsia, ancianos con demencia y drogodependientes. Todo apunta a que en este último perfil entra la mujer cuya actitud violenta para que le extendieran una receta de Rivotril provocó un infarto a la doctora Isabel, aquel 12 de febrero, cuando estaba cubriendo de dos a tres de la tarde el turno de urgencias en el Centro de Salud de Las Torres de Cotillas.
“Ella acudió solicitando Rivotril y el primer fallo del sistema sanitario se produjo en el mostrador, puesto que la auxiliar administrativa no tenía que haberla dejado pasar porque una urgencia no es recoger una receta, sino un traumatismo, fiebre, tensión alta…”, enumera esta médico de familia avalada por una dilatada trayectoria que arrancó en la Atención Primaria cuando era una joven de 25 años. “La paciente solicitó la receta, pero yo vi en su historial que tenía receta electrónica y entonces le dije que la tenía en vigor y que, por tanto, no iba a hacer recetas añadidas de ningún fármaco”. La mujer explotó, primero insultó a su médico de cabecera, y después arremetió verbalmente contra Isabel, tal y como figura en la denuncia que interpuso ante la Guardia Civil: “Hija de puta, inútil, dame lo que te pido, en la calle te veré”.
La doctora no dudó en apretar el botón del pánico que hay debajo de su mesa, reclamando la presencia del personal de seguridad del centro. “Ese fue el segundo fallo grave del sistema, el guardia de seguridad se había ido antes de tiempo, a día de hoy nadie me ha dado una explicación y él era el único que podría haber frenado la agresión”. En su lugar subieron dos enfermeras. “Ahí fue cuando empecé a ponerme nerviosa: a ver cómo controlábamos la situación”.
Un mal presagio: sudor frío
La paciente bajó a recepción y empezó a chillar a la auxiliar, después salió a la calle, se marchó a la farmacia que hay justo frente al centro sanitario para reclamar el Rivotril y como seguía sin obtener el fármaco, regresó al consultorio médico, pero esta vez acompañada de su esposo. “Las enfermeras subieron a mi consulta y me dijeron: ‘Escóndete porque vienen muy agresivos’”. Isabel se vio obligada a encerrarse con llave en su propia consulta, mientras desde el exterior aporreaban la puerta y trataban de forzar la cerradura. “Cogí el móvil para llamar a la Policía Local y fue cuando vi el sudor frío por mi mano, sentí un dolor en el centro del pecho que se me iba al hombro y todo se me fue de las manos”. Tanto que mientras la Policía Local intervenía, Isabel tuvo que ser trasladada hasta la UCI del Morales Meseguer después de que sus compañeras le realizasen un electro en el que confirmaron que estaba sufriendo un infarto: “Pasé una semana hospitalizada”. Tres meses después de este trance sigue sufriendo pesadillas y no puede dormir. “Tengo que tomar ansiolíticos”.
Este episodio se saldó con una condena del Juzgado de Instrucción número 2 de Murcia contra la paciente por un delito leve de coacciones que le valió una multa de 90 euros. “Solo tres días después de mi incidente, el marido de esta paciente cogió por la bata a otro médico exigiéndole Rivotril, les pedí a mis compañeros que fueran a testificar al juicio para corroborar que era un matrimonio problemático para que me concedieran una orden de alejamiento y no acudieron”. No se decretó una orden de alejamiento contra la acusada porque no tenía antecedentes, de forma que sigue acudiendo al centro de salud torreño como si no hubiese pasado nada. “Mi abogado me aconsejó que denunciase al Servicio Murciano de Salud por falta de seguridad en mi puesto de trabajo, pero no quiero una indemnización, lo que quiero es una solución al Rivotril”, se lamenta esta mujer, la primera de su familia que fue a la universidad para estudiar Medicina “por vocación” y que primero ejerció como Médico de Familia en Jumilla y desde hace dos décadas en la localidad de Las Torres. “Sigo de baja porque ahora tengo lo que se llama síndrome de estrés post-traumático”.
El sindicato médico CESM considera el caso de Isabel como la primera agresión que este año ha sufrido un facultativo en la Región a causa de la creciente demanda de Rivotril que han propiciado las organizaciones criminales. Cristina Sánchez, secretaria técnica de Atención Primaria del CESM, advierte de que “hay mafias en torno a esta sustancia y la cosa se está volviendo muy peligrosa”. Como prueba de ello, desde el sindicato exponen que después del episodio ocurrido en febrero en el centro de salud de Las Torres se han producido todos los meses más casos de amenazas y agresiones de pacientes, en su mayoría drogodependientes, contra médicos, administrativos y enfermeros de diversos consultorios de La Manga y Cartagena (Los Barreros, Los Mateos y Llano del Beal). El último caso se produjo el viernes 24 de mayo. “Normalmente buscan centros alejados del casco urbano donde no hay guarda de seguridad, empiezan a dar gritos y a amenazar hasta que los facultativos les recetan el Rivotril”, alerta Sánchez.
En los juzgados cartageneros ya se ha emitido una orden de alejamiento contra un yonqui al que se le prohíbe acercarse al centro de salud de Los Barreros y a una doctora a la que amenazó de muerte por no darle una receta del citado medicamento. El condenado ahora ha cambiado de ‘distribuidor’ y se dedica a ir al consultorio periférico del Barrio de Los Mateos para obtener esta medicina. “Estamos reclamando soluciones a la Consejería de Salud porque es frecuente el trapicheo con este tipo de medicación que sirve como ansiolítico para disminuir la dependencia a otras sustancias”, corrobora con preocupación Juan Crevillent, secretario de acción sindical de FSP-UGT. No anda desencaminado este sindicalista en sus apreciaciones, ya que el Grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional confirma que los yonquis que tienen prescrito el Rivotril venden las cajetillas en narcopisos por 40 euros o directamente las canjean por papelinas de cocaína o heroína. Consumen y cuando se acaba la droga vuelven a la calle a buscar financiación: más Rivotril.
Se han dado casos de toxicómanos que en el mismo día han ‘peregrinado’ durante 29 kilómetros por los servicios de urgencias de los centros sanitarios de Molina de Segura, Las Torres de Cotillas y las pedanías murcianas de Cabezo de Torres y Espinardo, con el único objetivo de que les prescribieran varias recetas del medicamento que trae de cabeza a los facultativos de Atención Primaria. Desde el Colegio de Farmacéuticos confirman que la dispensación de este fármaco ha crecido en la Comunidad Autónoma de Murcia pasando de 117.000 cajetillas, en 2017, a 130.000, en 2018. “Solo entre enero y febrero de 2019 ya se han contabilizado 49.000 cajetillas”, apunta un portavoz colegial sobre la tendencia al alza de esta benzodiazepina.
En los narcopisos se van almacenando las cajetillas que les llevan los toxicómanos. “Una vez que las personas que adquieren las cajas de Rivotril tienen cierta cantidad, avisan a otro miembro de la red, prácticamente la mayoría de origen marroquí, que se encargan de recoger el cargamento”, detallan a este diario desde el Grupo de Estupefacientes. El dueño del narcopiso cobra a la organización entre 55 y 60 euros por cajetilla, cada una tiene sesenta pastillas, que cotizan a 5 euros en Marruecos, de forma que son sacadas meticulosamente para ser introducidas en los blíster que emplean las mafias para transportar este medicamento. El fármaco primero viaja por carretera, los blíster se ocultan en ‘caletas’: sistemas de ocultación habilitados en los asientos o en el aire acondicionado de los vehículos. Y finalmente llega por vía marítima a Marruecos, a través de las fronteras de Algeciras-Tánger o Almería-Nador.
La bolsa de las pastillas
En lo que va de año, solo en Cartagena, las unidades de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional han intervenido 2.011 blíster con Rivotril. El mayor alijo se produjo en marzo, con la detención de un integrante de estas mafias, un joven marroquí, de 29 años, al que sorprendieron cuando se dirigía a la estación de autobuses con una bolsa, tipo rafia, en la que ocultaba la friolera de 1.611 blíster con un total de 24.165 pastillas de Rivotril. El detenido residía en Fuenlabrada y formaba parte de una organización que se dedicaba a comprar este fármaco. De hecho, durante el registro de su piso en la localidad madrileña se pudo comprobar que el papel de este marroquí dentro de la banda era el de desplazarse a distintas comunidades autónomas para adquirir en narcopisos el principio activo con el que se produce el ‘karkuvi’.
Posteriormente, este chico viajaba a tierras marroquíes a entregar el Rivotril para que el resto de integrantes de la organización produjesen y comercializasen esta droga. La intervención de la Policía Nacional frustró este envío a Marruecos, pero no frena este negocio que no solo es lucrativo para las mafias por los elevados márgenes de beneficios que obtienen, sino también porque los riesgos son mínimos, la mano de obra para obtener las pastillas son los toxicómanos, y además es poco probable que los miembros de estas bandas pisen la cárcel porque se trata de un fármaco legal en España. Valga como ejemplo que el joven marroquí detenido con más de 24.000 pastillas en Cartagena, tras pasar a disposición judicial, quedó en libertad con cargos.
Recetas faltas y robo de sellos
Otro eslabón de estas mafias son los denominados pasadores, los cuales se dedican a visitar las farmacias para tratar de colocar recetas falsificadas de Rivotril. La Consejería de Salud ha contabilizado, entre enero y junio de 2019, un total de 70 recetas falsas. El Colegio de Farmacéuticos ha interpuesto ante la Consejería cincuenta denuncias por prescripciones de este medicamento en las que se ha detectado alguna manipulación en el sello, en la firma, incluso a veces eran burdas fotocopias. La mayoría de estos casos se han producido en Cartagena y en municipios próximos como Fuente Álamo. También se tiene constancia de intentos de robo de recetas y sellos médicos en Lo Pagán. Desde el órgano colegial apuntan que a pie de botica “también hay clientes que se han puesto violentos con los farmacéuticos que se han negado a dispensar este medicamento al detectar anomalías en las recetas”.
La creciente demanda del Rivotril se extiende como una mancha de aceite a otras localidades murcianas, como Alcantarilla. En el centro de salud ubicado en las inmediaciones de las viviendas sociales del Barrio de Vistabella, donde hay presencia de drogodependientes y narcopisos, algunos médicos y personal de seguridad de este consultorio confirman a EL ESPAÑOL que “hay un cambio de tendencia, los toxicómanos antes pedían Trankimazin y ahora demandan Rivotril”. La situación es tan preocupante que el sindicato médico CESM convocó concentraciones de protesta en los centros de salud de toda la Región, el 30 de mayo, donde los facultativos lucieron carteles con los siguientes mensajes: ‘#Rivotril agresiones mil’ y ‘¡No más agresiones!’.
Cristina Sánchez, secretaria técnica de Atención Primaria del CESM, reclama una solución al Servicio Murciano de Salud (SMS): “Hay que sacar la receta del Rivotril de la Atención Primaria, de manera que esta solo pueda emitirse desde especialidades, como Salud Mental y Neurología, y que se protocolarice este medicamento para que no se pueda dar la receta sin pasar antes por la Inspección Médica”. La Consejería de Salud avanza que el SMS está trabajando “para retirar el Rivotril de la prescripción de los centros de salud, de tal manera que, de forma inminente, la prescripción se hará exclusivamente desde el hospital o desde los centros de salud con receta electrónica”.
Además, como medida adicional de seguridad, las mismas fuentes de la Consejería subrayan que “no se le dará validez a las recetas en papel”. Sánchez zanja que “si antes del verano (21 de junio) no sacan el Rivotril de la Atención Primaria, volveremos a movilizarnos”. Entre tanto, las Fuerzas de Seguridad siguen volcadas en la Región en combatir el mercadeo y consumo de Rivotril. La Guardia Civil, en el marco de la ‘Operación Tranq’, ha detenido a tres personas, todos ellos toxicómanos, acusados de un supuesto delito de falsedad documental por dedicarse a expedir recetas falsas para obtener este medicamento en distintas farmacias de la geografía murciana.
La investigación arrancó en agosto, después de que el Servicio de Inspección de Farmacia alertase de la posible existencia de recetas médicas, informes médicos y partes de consulta y hospitalización del Servicio Murciano de Salud (SMS) que supuestamente habían sido falsificados por tres individuos españoles, de 43, 42 y 61 años, respectivamente. La información recabada por la Policía Judicial ha permitido confirmar que entre los tres detenidos que han sido puestos a disposición del Juzgado de Instrucción número 4 de Murcia, se encuentra un exmédico que era habitual consumidor de este fármaco y que en la actualidad vive en la indigencia. Él también sucumbió a los ‘encantos’ del Rivotril.
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