Juan Francisco, después de asesinar a puñaladas a su mujer, trató de huir, según ha remitido la Guardia Civil en un atestado al juzgado de Instrucción número 1 de Santoña. No tuvo un accidente o se intentó suicidar, como se especuló en un primer momento. No, intentó dejar Escalante (Cantabria) antes de que la Policía lo pudiera detener, pero se estrelló con su Mercedes negro contra un platanero y falleció en el acto.
Su cadáver fue encontrado en el kilómetro 0’8 de la carretera CA-460 con signos de violencia por arma blanca. Juan había estado forcejeando minutos antes con su mujer, cada uno con un cuchillo –los dos fueron encontrados posteriormente por la Policía–. Después, la asesinó, cogió el coche y trató de huir, aún con las heridas en su cuerpo. Pero se chocó contra un platanero y perdió la vida en el mismo momento del choque.
La Guardia Civil, al encontrarlo muerto en el coche, pensó que se trataba de un accidente, otro más de los muchos que se producen en verano. Pero no era así. Tras confirmar la muerte de Juan, trataron de localizar a su mujer para darle la noticia. La llamaron por teléfono, pero ésta no contestó. Por tanto, fueron a la vivienda que el matrimonio tenía en Escalante y tuvieron que entrar a la fuerza después de llamar varias veces.
En el interior de la vivienda, se encontraron a Maruchi apuñalada, en el suelo, rodeada de sangre. Confirmaron que se trataba de una víctima por violencia de género, la número 36 del año –aunque ya se contabilizan 37 tras el crimen machista de Villagonzalo-Pedernales. En la localidad, nadie se lo podía creer. Ambos llevaban tiempo integrados en la vida social del pueblo y hacían vida normal.
Escalante era su segunda residencia
Ambos habían vendido un restaurante que habían tenido en Zaragoza y, dos años atrás, se trasladaron a Escalante, donde habían fijado su segunda residencia. “A él le dio un infarto y se trasladaron aquí, pero no trabajaba en nada. Supongo que habían hecho dinero y vivían de las rentas”, han contado sus vecinos a EL ESPAÑOL.
Los dos se habían integrado rápido. Ella, más dicharachera, alegre y habladora; y él, más tímido, reservado y callado. Pero esas forma de actuar no le había llevado a los vecinos a pensar en que tuvieran problemas. De hecho, en el último mes, Juan y Maruchi habían visto nacer a su nieto y habían llegado a Escalante para celebrar la Fiesta de la Sidra. En ella, incluso, habían saludado a Revilla. “Los vi y me dijeron que estaban muy felices aquí”, comentó el presidente cántabro.
Pero, de puertas para dentro, todo parecía que era diferente. Sólo así se explica que él la matara y después huyera para no ser detenido por la Policía. Lo hizo con su coche, pero, fuera por sus heridas o por un despiste, él se estrelló con su Mercedes negro en un platanero y falleció.