El verano roto de Sofi y su novio, arrollados de muerte por un camarero ebrio en Formentera
Los residentes piensan que el Gobierno no pone las medidas de seguridad suficientes para evitar este tipo de muertes, cada vez más habituales.
9 agosto, 2019 02:25Noticias relacionadas
La moto estaba prácticamente sin estrenar. Se trataba de una Piaggio modelo Typhoon btb. Su dueña, Sofía G., había llegado a Formentera hacía apenas tres meses. Acababa de cumplir 30 años y lo había celebrado con sus amigos a bordo de un catamarán. Era arquitecta y natural de Mar de Plata, Argentina, aunque también tenía nacionalidad española. Había llegado con Flor, su mejor amiga, y tenían muchas ganas de cambiar de aires. Estaban en plena temporada y poco tardaron en encontrar un trabajo. Sofi, como la llaman sus amigos, empezó en una agencia de cruceros. Allí, conoció Mathieu P.O, un francés de 32 años que ganaba dinero haciendo de guía turístico en Ibiza. Entre ellos surgió la química y en poco tiempo estaban disfrutando del amor de verano en pleno mar Mediterráneo. A principios de agosto se cambió de trabajo y empezó como camarera en el hotel RIU La Mola. El pasado lunes era su día libre. Lo tenían todo planeado: nada más terminar, él la recogería de su nuevo trabajo y dormirían juntos.
Al día siguiente se irían a la otra isla pitiusa a pasar el día. Sin embargo, lo que comenzó siendo una escapada idílica terminó en un doble accidente mortal. Silverio, otro camarero de Formentera, arrolló a la pareja de jóvenes con su Citroën Xsara después de tomarse, según ha confesado a EL ESPAÑOL una de las últimas personas en ver al hombre, tres gin tonics.
Los hechos ocurrieron durante la madrugada del pasado lunes. El restaurante del hotel RIU estaba a punto de cerrar. Las agujas del reloj rozaban la una de la noche y el dj pinchaba música electrónica. Los cerca de 30 camareros caminaban rápido de un lado al otro sirviendo los últimos vinos y reponiendo mesas para el día siguiente. Probablemente muchos de ellos cogerían sus motos y se irían a tomar algunas cervezas frente a la Fonda Pepe, donde se reúnen casi todos los días después de trabajar.
Sofía era una de las trabajadoras. Se había incorporado hacía apenas una semana. Antes de irse le dijo al pinchadiscos que le encantaba su música. Él le prometió que el martes le llevaría un pendrive con sus mejores temas. En la calle estaba Mathieu, su novio, esperándola. Ella se adelantó a sus compañeros y decidió irse con él. Iba subido a la Piaggio de la argentina. Se pusieron el casco y tomaron rumbo hacia el pueblo de Sant Ferran de ses Roques, donde pasarían la noche. El trayecto parecía sencillo. Tendrían que circular por la carretera principal de la isla, la PM - 820, que atraviesa Formentera de este a oeste.
'Silver' se fue sin pagar sus copas
Paralelamente, Silver, como le conocen sus amigos, natural de Alcalá la Real (Jaén) se acababa de tomar tres gin tonics en Can Toni, uno de los restaurantes más antiguos de la isla situado en La Mola, el punto más alto de Formentera. Dejó la cuenta pendiente a pagar. Alex, un francés que regenta el local desde hace años, conocía a este cliente desde hacía un lustro y se fiaba de él. "Es un auténtico currante. Trabajaba casi 12 horas todos los días y cuando terminaba su turno venía aquí a tomarse algo. Por eso sabía que me iba a pagar", cuenta a este periódico el dueño del local.
Le describe como un hombre de unos 50 años, pelo gris, y un aspecto un tanto desmejorado debido a su ritmo de vida. Sabía que el jienense pagaría porque, en su día, le contó que cobraba alrededor de 2.000 al mes. El pasado cuatro de agosto Can Toni cerró a su hora habitual: las dos de la mañana. Cuando Silver, salió del restaurante todos pensaron que volvería a su casa, situada a pocos metros. Había trabajado mucho y tenía que descansar. Sin embargo, aquella noche decidió romper con su rutina.
Exceso de velocidad y positivo en alcohol
El hombre subió a su coche y comenzó a bajar las empinadas curvas de la PM-820. Tras unos minutos conduciendo, a la 1:30, dejó a su derecha el restaurante Es Caló, su lugar de trabajo, y prosiguió su camino hasta el kilómetro 10. En ese punto, poco iluminado, se topó con la pareja treintañera. Pero no les vio. Según han confirmado a este periódico fuentes de la investigación, el vehículo iba a gran velocidad y embistió la moto en apenas unos segundos. Supuestamente, Silver no vio a la Piaggio y siguió recto. Por esta razón, no hay ninguna marca de frenada en el asfalto.
Todo ocurrió muy rápido. El Citroën XSara arrastró el ciclomotor 130 metros. Cuando las autoridades llegaron la moto estaba atascada bajo el vehículo. Totalmente destrozada. Los cuerpos yacían, muy heridos, aproximadamente a 50 metros de distancia uno del otro. Varios testigos llamaron a los servicios de emergencia y la Policía Local fue la primera en llegar al lugar. Tal y como han explicado las autoridades a este periódico, cuando los agentes encontraron al sospechoso, este estaba desubicado y no entendía nada. No se lo podía creer.
El conductor dio en el control de alcoholemia un resultado de 0,65 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, por lo que fue arrestado por la Guardia Civil de Tráfico y pasó la noche en el calabozo. Los agentes cortaron la carretera y en pocos minutos se formó una larga fila de vehículos. "Estuvimos casi dos horas esperando en la cola", explica un catalán que tiene una casa frente al lugar del accidente. Al parecer, la argentina falleció prácticamente en el acto.
Cuando el personal sanitario del 061 llegó al lugar del suceso, únicamente pudo certificar su muerte. Por otro lado, su pareja estaba en estado muy grave. Fue trasladado al Hospital de Formentera y, después, en helicóptero al centro hospitalario de Can Misses, en Ibiza. No obstante, el francés falleció poco después.
Repatriación del cuerpo
El Consulado de la República Argentina de Palma ya se ha puesto en contacto con los familiares de la joven. "Están muy afectados y su tía está viniendo a recoger el cadáver", ha explicado el cónsul a este periódico. Cuando el informe del forense esté terminado el juez podrá ordenar la liberación del cuerpo y su posible repatriación a Argentina.
Parecido al 'balconing' de Magaluf
Una gran mayoría de los trabajadores de la isla está conmocionada. Muchos no conocían a las víctimas. Sin embargo, coinciden en que los accidentes de tráfico se están convirtiendo casi en costumbre. "Es lamentable que la carretera principal esté sin iluminar y no tenga ningún radar de velocidad. Muchos turistas van como locos en moto. No tienen casi experiencia, conducen con un casco que es ilegal en muchos sitios de Europa y en bañador. Casi cada semana hay un accidente. Nunca he visto tantas muertes", explica el cocinero de la pizzeria Macondo.
La PM-820 recorre la distancia más larga de la isla (20 km), entre el puerto de Sa Savina y el faro de Sa Mola. EL ESPAÑOL ha podido comprobar que tiene un carril por sentido, dos ciclovías a cada lado, ni un solo semáforo y solo tres rotondas.
"Se habla mucho del balconing en Magaluf, pero esto es una bestialidad. Se mueren muchos jóvenes. Se debería de pedir un mínimo de experiencia a la hora de alquilar una moto", sostiene otro residente. Se trata de un clima de inseguridad que siente una gran mayoría de trabajadores de Formentera.
Muchos piensan que el Gobierno se centra demasiado en supervisar, entre otras cosas, el parking y la entrada limitada de los vehículos y critican que no haya más controles de alcoholemia u otras medidas de seguridad. "Tengo dos hijos y me da mucho miedo que a ellos les pueda pasar lo mismo", confiesa, entre lágrimas, una kiosquera que trabaja frente a hotel RIU La Mola.
El 20% de las muertes en carretera es de motoristas
Según datos recogidos por el Balance de accidentalidad vial de la DGT, durante el año 2018, fallecieron 1.180 personas en las carreteras españolas. 211 murieron cuando iban en motocicleta. Siete de ellos no llevaba casco. Tampoco lo utilizaban los cinco usuarios de ciclomotor de los 30 fallecidos en este tipo de vehículo.
"Nos podría haber pasado a cualquiera"
Los trabajadores del complejo hotelero donde trabajaba Sofi estaban muy afectados. De los 70 camareros que hay, solo unos pocos llegaron a conocer a la fallecida. Sin embargo, varios dicen la misma frase: "nos podría haber pasado a cualquiera". Una trabajadora del hotel contiguo suele verles todas las mañanas felices cuando entran a trabajar, "pero el lunes todos tenían muy mala cara", cuenta la joven.
Ismael, uno de los mejores amigos de la víctima, prácticamente no puede hablar del tema. Se conocieron mientras trabajaban en la agencia de cruceros ubicada en el puerto de La Savina. Hace pocos días celebraban 30 cumpleaños de la argentina. No coincidió mucho con Mathieu, el otro fallecido, pero sabía que a su amiga le gustaba mucho.
En el local colindante está la tienda de artesanías Sol Courreges Bone, especializada en aprovechar el plástico para hacer arte. Allí trabaja Valeria, una brasileña de 42 años que también conoció a Sofi. A ella también se le empañan los ojos cuando recuerda a la fallecida. "Era tan dulce... todo un ángel. Tenía esa naturalidad y alegría que pocas personas tienen", cuenta la brasileña. "Solíamos comernos una hamburguesa en el restaurante Art Café. Allí hablábamos de la vida y de nuestros sueños. Que se haya ido así es toda una pena", añade.
"La gente trabaja mucho y descansa poco"
Quienes también están conmovidos con el suceso son los compañeros de trabajo de Silverio, del restaurante Es Caló, un local situado a pie de playa que cuenta con unas vistas magníficas al azul turquesa del mar de Formentera. Llevaba trabajando en el bar desde hacía cinco años. Su mujer y su hija viven en su ciudad natal: Jaén. "Cuando acababa la temporada de verano volvía a su pueblo, Alcalá la Real, para ganar dinero recogiendo aceitunas", cuenta una camarera. Nada más salir de trabajar solía ir a tomar algo al restaurante Sa Figuera o a Can Toni, ambos en la Mola.
Alex, dueño del segundo local, le recuerda como "un señor ordinario con una historia ordinaria". Nunca llamó la atención. También se muestra muy alarmado por la falta de seguridad de las carreteras de la isla, pero añade que las condiciones laborales de la mayoría de los trabajadores pueden ocasionar accidentes. "Al igual que Silver, la gente trabaja mucho y descansa poco", añade.
A las 7:30 de la mañana de este martes ocurrió otra tragedia. B., un joven de 24 años que trabaja como camarero en un chiringuito de la isla, estampó su coche contra un camión cisterna. Según han informado a este periódico fuentes de la investigación, parece que se quedó dormido al volante. Los equipos de emergencia tuvieron que retirar algunos hierros del vehículo para alcanzar el cuerpo del joven. Estaba vivo. Fue ingresado en un primer momento en el Hospital de Formentera y después fue trasladado en helicóptero a Can Misses. Su estado es de extrema gravedad.
Prisión provisional sin fianza
El titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Ibiza ordenó este miércoles la prisión provisional comunicada y sin fianza para el jienense. "Nadie fue a recoger su ropa de casa", confiesa una amiga del detenido.
Al mismo tiempo, la vida sigue en la arteria principal de Formentera. Motos y coches vienen y van. Casi todos los conductores van sin camiseta, en chanclas y lucen una piel recién bronceada. Probablemente algunos vuelvan de bucear por las aguas cristalinas de Es Palmador o de ver el atardecer con un mojito en Cala Saona. Se dejan los problemas en casa y vienen a la isla con el mismo propósito: disfrutar.
La mayoría de los turistas que van en moto se protegen con un casco pequeño de color negro, conocido como calimero. Muchos, sin abrochar. En el kilómetro 10 hay dos cruces en honor a los fallecidos, Sofi y Mathieu. 32 pasos las separan. A pocos metros, tirada en la vegetación, totalmente destrozada, yace la Piaggio de la argentina.