La noche del diluvio que ahogó a 1.108 corderos de Paco ‘El Chengo’, el gran ganadero murciano
Los tres dramas millonarios de la DANA (I): EL ESPAÑOL inicia una serie de viajes al epicentro de la catástrofe del 12-S. Lo ocurrido en estas instalaciones ganaderas es el mayor desastre que ha sufrido el sector en Murcia.
21 septiembre, 2019 04:04Noticias relacionadas
Paco ‘El Chengo’, cuando sólo era un crío, a veces hacía novillos en clase para acompañar a sus padres y a sus tíos a comprar ganado a los municipios murcianos de Alcantarilla y Caravaca de la Cruz. Alguna vez también acudían a la localidad granadina de Baza. “El primer cordero lo compré cuando tenía 7 años”, recuerda Paco, orgulloso de tener el mismo nombre y apodo que su abuelo, el hombre que puso la primera piedra de esta estirpe de ganaderos: ‘Los Chengos’.
“Mi abuelo Paco empezó como tratante de ganado antes de la Guerra Civil, por aquel entonces iba andando a comprar corderos”. Para conseguir género de calidad tenía que recorrerse a pie 93 kilómetros, de ida y de vuelta, desde la pedanía muleña de Fuente Librilla hasta la Puebla de Don Fadrique. Esos paseos kilométricos permitieron al abuelo Paco montar un cebadero en la citada pedanía. Así fundó una empresa familiar que el jueves 12 de septiembre fue golpeada por las lluvias torrenciales de la DANA (depresión aislada en niveles altos). “Murieron ahogados 1.108 corderos segureños, merinos, manchegos…”, enumera apenado este ganadero en su cebadero de Torre Pacheco.
Lo ocurrido en las Instalaciones Ganaderas Los Chengos, según la organización agraria COAG, es hasta el momento el mayor desastre que ha sufrido el sector ganadero de la Región de Murcia por culpa de la DANA.
“Este cebadero es el más grande de toda España: tenemos 25.000 metros cuadrados de superficie, diez naves y seis cuadras, con capacidad para 60.000 corderos”, corrobora sobre la magnitud de la tragedia Alfonso García, veterinario de la empresa. Lleva una semana trabajando sin descanso para salvar la vida a otros 2.000 corderos que también quedaron afectados por las precipitaciones del 12 de septiembre.
“Están resfriados y los tenemos en la zona de hospital para tratar de evitar que no derive en una neumonía”, explica Alfonso García. La empresa siempre cumple los protocolos sanitarios al milímetro y ha separado a las cabezas enfermas del resto del rebaño para seguir su evolución.
La peor crisis de su historia
Paco ‘El Chengo’, a sus 49 años, se enfrenta a la peor crisis que ha vivido en su historia esta empresa familiar. “En mi familia vamos por la tercera generación de ganaderos. Primero lo fue mi abuelo. Después, mis padres y mis tíos. Y ahora, yo”.
Los Chengos montaron su primer cebadero en la pedanía muleña de Fuente Librilla, con capacidad para 6.000 corderos. Tras décadas de actividad, en 2013, el negocio que inició su abuelo dio un salto empresarial al alquilar en Torre Pacheco la sede de una empresa cárnica que había quebrado.
Esta inversión en unas instalaciones mucho más amplias, situadas a las afueras del municipio pachequero, en una zona agrícola rodeada de invernaderos y plantaciones de limoneros, permitió al empresario elevar la producción anual a 350.000 cabezas y expandir el negocio, convirtiéndose en uno de los proveedores a nivel nacional de una gran cadena de supermercados, además de exportar género a Libia y Líbano.
“Exportamos el 95% de nuestra producción, los corderos los transportamos vivos en un tráiler hasta el Puerto de Cartagena y cuando llegan a los países de destino son sacrificados por el rito halal”, detalla el veterinario.
Toda esa rutina productora y exportadora se vio alterada el 12S. Los cuarenta empleados de esta empresa trabajan a destajo desde entonces para retomar el funcionamiento habitual de las instalaciones a las que la DANA ha asestado un varapalo de 320.000 euros, a falta de peritar el alcance de todos los daños y de determinar las reparaciones que se tendrán que acometer durante los próximos días.
“En el resultado empresarial es un golpe bastante fuerte porque en la ganadería se trabaja con pequeños márgenes de beneficio”, reflexiona el veterinario. Paco ‘El Chengo’ no quiere hacer números, su única obsesión es sacar adelante el negocio de su abuelo: “No sé si sabría dedicarme a otra cosa, esto es mi vida”.
EL ESPAÑOL recorrió este jueves junto al ganadero su cebadero de Torre Pacheco. La fuerza del agua torrencial arrancó como si se tratase de papel unos 500 metros lineales de muro perimetral antes de empezar a anegar naves y cuadras que albergaban 40.000 corderos.
Los estragos que causó el agua en la madrugada del jueves al viernes de la semana pasada siguen siendo evidentes siete días después. Durante la visita, el empresario, el veterinario y el periodista se tienen que calzar unas fundas de plástico, desde los pies hasta casi las rodillas, porque es imposible caminar sin hundir las piernas dentro de la gruesa capa de lodo que cubre buena parte del suelo del cebadero.
Paco ‘El Chengo’ y Alfonso muestran las puertas reventadas de una nave por la fuerza con la que corría el agua por las instalaciones, antes de pasar por los pasillos paralelos a tres naves que siguen anegadas. En el exterior, las seis cuadras presentan montañas de barro y paja, el muro perimetral sufre graves destrozos, y en el aparcamiento dos furgonetas de la empresa están clavadas en el lodazal.
En medio de este panorama apocalíptico, el ganadero no puede evitar pararse a acariciar a un corderito que se salvó de la catástrofe. “Hemos tenido que contratar a una empresa para retirar las 1.108 cabezas de ganado muertas a un centro de gestión especializado y a otras dos empresas les estamos pagando para retirar el barro y el estiércol”, detalla el empresario.
En las oficinas donde el agua superó los cuarenta centímetros de altura, entre el rastro del barro, el personal administrativo trabaja a contrarreloj en los trámites con la aseguradora de la empresa y el Consorcio de Compensación de Seguros para tratar de poner coto a una factura de daños que no para de crecer a diario.
Madrugada de plegarias a Dios
En esas duras condiciones, operarios como Laura Duche trabajan para limpiar y recuperar la actividad de Los Chengos. Esta ecuatoriana de 54 años reside junto a su pareja, José, dentro de las instalaciones y relata a este diario que el 12 de septiembre pensó que sería su último día en la Tierra. “Pasé toda la noche del jueves rezando a Dios, pidiéndole que parase de llover”.
Es tal la superficie de terreno que ocupa la empresa ganadera que hay tres casas y se oferta la posibilidad de residencia a los trabajadores. Paco ‘El Chengo’ también rezó aquella trágica noche por los seis empleados que viven en las citadas viviendas, pero lo hizo desde fuera de las instalaciones porque el agua engulló la única vía de acceso.
“El desastre empezó a las tres de madrugada, se desbordó la rambla de Los Camachos y no pudimos entrar al recinto hasta la una del mediodía del viernes”, rememora el empresario sobre aquellas horas que pasó en vela y con tremenda incertidumbre.
El motivo por el que se inundó esta explotación es un buen ejemplo del debate regional que tras el temporal se ha abierto entre colectivos ecologistas y asociaciones sobre si los efectos de la DANA habrían sido menores en los 45 municipios de la Región si se hubiesen puesto límites al modelo de urbanismo y a la actividad agrícola.
“Llevo dieciocho años trabajando aquí como veterinario, y en los últimos siete años es cuando ha empezado a bajar tanta agua por la rambla y eso es por el urbanismo y porque en las parcelas colindantes al cebadero antes cultivaban hortalizas labrando la tierra. En cambio, ahora hay limoneros y las líneas de arbolado son más anchas y la tierra está compactada, por lo que el agua corre sin control hasta aquí”, resume Alfonso García mientras muestra cómo al otro lado del muro perimetral de la empresa, en una finca agrícola, el barro ha sepultado el tronco de todo el arbolado.
La experiencia que Laura vivió la madrugada del 12 al 13 de septiembre corrobora la reflexión del veterinario. Esta operaria para unos minutos sus labores de limpieza para explicar que ella y su pareja salvaron la vida gracias a que un compañero les despertó en plena madrugada. “Estábamos durmiendo y vino a nuestra casa a alertarnos, nos despertamos con el agua por las rodillas y mi pareja se quedó en shock: no reaccionada”. Cuando salieron al exterior se encontraron con un torrente hídrico. “Pasamos la noche sobre un tejado”.
El nivel del agua no paraba de crecer por las instalaciones. Alcanzó más de un metro de altura, masacrando al ganado. “Los corderos no dejaban de balar y chillar”. Esta ecuatoriana solo había salido de casa con el teléfono móvil y decidió llamar a sus dos hijos a Estados Unidos para despedirse de ellos: “Pensé que iba a morir ahogada”.
Cuando amaneció el viernes y las precipitaciones dieron una treguada momentánea, dos empleados tuvieron que abrir dos agujeros en el otro extremo del muro perimetral para desaguar el cebadero.
A las 13 horas de aquel día, Paco ‘El Chengo’ pudo entrar en sus instalaciones y comprobar que los seis trabajadores que residen en las tres casas seguían vivos. La alegría le duró unos segundos. El mundo se le volvió a venir abajo a este empresario nada más acercarse a la primera cuadra. “Me encontré 220 corderos muertos”, relata.
La imagen que se topó y que ha podido visualizar este diario era dantesca: la cuadra se había convertido en un enorme charco de agua, estiércol, lodo y paja sobre el que flotaban los cuerpos inertes de los animales. Unos murieron ahogados y otros, de hipotermia. “Tenía 40.000 borregos y lo primero que pensé fue salvar todos los que pudiese”.
El empresario, el veterinario y los operarios pudieron rescatar a 4.000 ejemplares que subieron con una camioneta y una pala a la parte alta de las instalaciones, lejos de la riada. El panorama que se encontraron en las otras tres naves que se inundaron fue desolador, tal y como ejemplifica el ganadero: “Había borregos ahogados que habían sido arrastrados hasta las oficinas”.
Este miércoles, casi una semana después de la DANA, por fin pudieron sacar los cadáveres y trasladarlos a un gestor autorizado en Abanilla. El empresario hace un alto en el camino para mostrar al periodista el punto del muro perimetral por el que entró el agua, cuya fuerza se llevó por delante las piedras y dejó suspendido en el aire un tramo de verja.
Para evitar nuevas riadas la empresa tiene previsto construir una nueva boca de drenaje y una valla nueva con los materiales más resistentes que existan en el mercado. “Vamos a tirar todo el muro”. Tales actuaciones contribuirán a que sigan creciendo los costes económicos del temporal, sin olvidar que en los próximos días probablemente fallezcan algunos de los 2.000 corderos que están en la zona de hospital.
“En torno a un 20% de las cabezas que están resfriadas no se salvarán”, avanza apenado el veterinario. “Esto lo he vivido una vez en la vida y espero no volver a sufrirlo”, sentencia.
En el cebadero están haciendo un esfuerzo sobrehumano para alternar los trabajos de limpieza con el minucioso cuidado de los 36.892 corderos que han sobrevivido a la riada y que deben cubrir la fase de cebado: tienen que alcanzar 27 kilos para su venta en el mercado nacional y entre 40 y 50 kilos para su exportación al norte de África y Oriente Próximo.
El trabajo de Paco ‘El Chengo’ y sus empleados recibió su recompensa este jueves, cuando el cebadero acogió con éxito la visita de unos clientes árabes mientras una pala sacaba lodo y una grúa cargaba una de las furgonetas siniestradas. Vicente Carrión, responsable de la organización agraria COAG en el Campo de Cartagena, apunta que de las 6.300 explotaciones ganaderas que existen en la Región de Murcia, “solo tenemos constancia, de momento, de la muerte de ganado en el cebadero de Los Chengos de Torre Pacheo, con 1.108 cabezas, y en La Aparecida y El Algar, donde se han perdido otros 400 corderos en total”.
Carrión lamenta que “una situación así genera para los ganaderos un año de trabajo perdido y afecta también a la próxima campaña”. Por ello reclama a las administraciones estatal y autonómica inversiones en obras hidráulicas: “El nuevo plan de cuenca tiene que contemplar presas y embalses de laminación en los cauces públicos para evitar desbordamientos y contener riadas”.
Desde COAG recuerdan que los daños millonarios que ha sufrido la comarca del Campo de Cartagena ya se produjeron en la riada de 2016, y que en 2019 se han vuelto a repetir. Entre otros factores, “por deficiencias en la construcción de infraestructuras, como la autopista AP-7, y el mal mantenimiento de ramblas que no estaban limpias y en aquellas donde se habían desarrollado trabajos de desbroce no se había retirado el cañizo, por lo que se desbordaron las ramblas del Albujón, Miranda, El Algar…”.
Murcia: la comunidad más dañada de toda España
El Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) señala a Murcia como la comunidad autónoma que “ha sufrido mayores daños” en todo el país. De los informes periciales realizados de urgencia por el CCS se desprende que el temporal ha causado 13.800 siniestros, de los que 10.000 corresponden a viviendas, comercios, industrias y obras civiles, mientras 3.800 afectan a automóviles arrastrados o inundados.
El coste total estimado de los daños asciende a 82 millones de euros y no ha sido mayor gracias a la labor de la delegación territorial de la Agencia Española de Meteorología (Aemet), que emitió el primer aviso rojo en la historia de esta comunidad. Afectaba a todo el territorio de la Región de Murcia y permitió a los municipios y medios de emergencias prepararse para la gota fría.
La delegación de la Aemet en Murcia destaca que “desde un punto de vista estrictamente meteorológico, el episodio de la pasada semana es el más importante de, al menos, los últimos cincuenta años. La DANA que tuvo lugar del 11 al 15 de septiembre acumuló 149 de los 153 litros por metro cuadrado que ha registrado en precipitaciones la Región a lo largo de todo el mes de septiembre”.
Y como ejemplo de la virulencia con la que se comportó esta depresión aislada en niveles altos, la Aemet subraya que en La Manga, en solo diez minutos, se registraron 32 litros por metro cuadrado: “Una auténtica barbaridad”.
Tal ha sido el calibre de la gota fría que provocó el desbordamiento del cauce del río Segura a su paso por varios municipios, como Beniel, y pedanías murcianas, como El Raal. El Consejo de Ministros ha declarado a la Comunidad Autónoma de Murcia como "zona afectada gravemente por emergencia de protección civil" y ha aprobado destinar 774 millones de euros en ayudas.