La noche del viernes al sábado pasados, Barcelona vivió unas horas de violencia extrema y sin precedentes en la memoria colectiva reciente de los cuerpos policiales. El caos se desbordó más allá del centro de la Ciudad Condal, donde desde el lunes los radicales habían centrado sus protestas tras conocerse la sentencia del ‘procés’. El epicentro de la batalla campal se situó en la plaza Urquinaona, donde ardieron contenedores de basura, se arrojaron botellas con ácido contra los agentes, se lanzaron adoquines rotos y también bolas de plomo proyectadas con CO2. Un número “considerable” de esos cientos de radicales separatistas -una minoría en comparación con el medio millón de independentistas que se manifestaron de forma pacífica esa misma tarde- consumieron “drogas psicoestimulantes”.
Diversas fuentes policiales explican a EL ESPAÑOL que, entre la treintena de detenidos esa noche, así como durante las jornadas anteriores, los agentes de los Mossos d’Esquadra y de la Policía Nacional requisaron “numerosas” dosis de metanfetaminas y de éxtasis (MDMA). Se trata de dos estupefacientes de la misma familia que generan euforia, hiperactividad y pérdida parcial del sentimiento de dolor físico.
Los agentes policiales hallaron las drogas dentro de mochilas, riñoneras, pequeños bolsos y en las ropas de los detenidos. Aunque “ni mucho menos” todos los arrestados portaban consigo este tipo de sustancias, sí las llevaba "un número considerable de ellos”, según explican las citadas fuentes. “Entendimos por qué siendo tan jóvenes estaban siendo tan sumamente violentos”, asegura un agente del orden que participa en el dispositivo policial que reprime las protestas violentas.
“Yo nunca había visto esto en Cataluña. No recuerdo, ni de lejos, una noche igual. Parecían hienas encendidas. Luego, cuando se veían detenidos, algunos rompían a llorar. Se daban cuenta de que esto no era un juego de niños”, añade otra fuente de un cuerpo policial. "Esto iba muy en serio".
Durante la noche del viernes al sábado resultaron heridos decenas de agentes de Mossos d’Esquadra y de Policía Nacional. Uno de ellos, un vigués desplazado hasta Barcelona a causa de las protestas, se encuentra en estado muy grave por el impacto de un objeto contundente en su cabeza. Presenta fractura de cráneo que le oprime las vértebras y se encuentra en una UCI. Las fuerzas del orden consultadas creen que se le pudo arrojar un adoquín roto desde la terraza de un piso de un edificio.
Por otro lado, una joven que participaba en las protestas de la última semana también se encuentra herida grave. Está ingresada en el Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona, según confirman desde el propio centro médico.
Como ya señaló EL ESPAÑOL, los disturbios de Cataluña poco tienen de improvisados. Grupos antisistema de diferentes puntos de Europa han reforzado el despliegue de los radicales en la capital catalana. Principalmente, la noche del 18 al 19 de octubre. Entre ellos circulan manuales de guerrilla urbana para atacar a la Policía y sembrar el terror en las calles de la ciudad.
Como revela ahora este periódico, a este hecho se suma el consumo de drogas estimulantes entre algunos de los jóvenes más radicales. Esa cóctel ha provocado que, en lo que va de semana, más de 300 agentes hayan resultado heridos. De ellos, 101 sólo en la noche del viernes al sábado. Los heridos en el lado independentista también se cuentan por cientos, aunque la cifra es indeterminada ya que muchos de ellos no fueron atendidos por personal médico, salvo los que sí presentaban heridas de consideración.