A Lanza, un muerto y un tetrapléjico le salen barato: 10 años de cárcel por sus dos “arrebatos”
El jurado popular le aplica el atenuante de arrebato. La sentencia será recurrida ante el Tribunal Superior por el abogado de la víctima y por Fiscalía.
26 noviembre, 2019 17:37Noticias relacionadas
De cinco en cinco. Así paga sus fechorías, en años, Rodrigo Lanza. Cinco años por dejar tetrapléjico a un policía y cinco por matar a un hombre que vestía unos tirantes con la bandera de España. El antisistema chileno que ejecutó por la espalda al motero Víctor Laínez en un pub de Zaragoza, acaba de conocer la sentencia del juzgado sobre el conocido como ‘crimen de los tirantes’.
No ha sido condenado por asesinato. Le han impuesto una condena de 5 años de prisión y una indemnización de 200.000 euros a la familia de la víctima. Dice la sentencia, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, que Rodrigo Lanza atacó a la víctima con alevosía, pero que tuvo un arrebato y que su intención no fue provocarle la muerte. También que Laínez no falleció por los golpes del chileno, sino por el impacto contra el suelo al caer derribado.
Se da la circunstancia, además, de que Rodrigo Lanza podrá empezar salir a la calle a partir de mediados de junio del próximo año, ya que ha cumplido parte de la condena en la prisión de Zuera (Zaragoza) donde lleva dos años recluido. Será entonces cuando Lanza haya cumplido la mitad de la condena y pueda comenzar a disfrutar de libertad. La sentencia será recurrida por el abogado del fallecido ante el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA). Una sentencia que era esperada y temida a partes iguales por el entorno de la víctima. Javier Laínez, hermano del fallecido, ya advertía hace unos días de que “va a salir a la calle un asesino, cuidado”.
No hubo asesinato, sino homicidio imprudente provocado por otro delito de lesiones dolosas. Esto significa que, según el tribunal, Rodrigo Lanza agredió a su víctima con alevosía y por motivos ideológicos, pero que no buscaba provocarle la muerte. Eso es lo que ha sentenciado la Audiencia Provincial de Zaragoza, en función del dictamen del tribunal popular que ha juzgado el crimen del motero terrasense Víctor Laínez.
Los hechos tuvieron lugar en diciembre de 2017 en la puerta del bar El Tocadiscos (Zaragoza). Aquella noche, Laínez y Lanza tuvieron un encontronazo a altas horas de la madrugada. El antisistema chileno llamó facha a la víctima, que decidió largarse del lugar de los hechos. Rodrigo Lanza, lejos de dejarlo estar, salió a la puerta, golpeó a Laínez por detrás, sin posibilidad de defenderse. Una vez lo hubo derribado, la emprendió a golpes y patadas contra el agredido, que falleció cuatro más tarde.
Fue un arrebato
El tribunal no ha visto ensañamiento en este caso. Es más: la golpiza que le propinó Lanza a una Laínez derribado y vulnerable, ha sido considerada ‘un arrebato’, por lo que le ha servido como atenuante de la condena. Tampoco ha considerado la agravante de la reincidencia por el hecho de que Lanza ya hubiera dejado tetrapléjico a un policía en 2006 y hubiera sido condenado por ello en 2008. No ha sido tomada en cuenta porque no fue solicitada por las acusaciones en sus informes.
Del mismo modo, el veredicto del jurado contradice los informes de los forenses, que concluyeron que el fallecimiento se produjo por el impacto de un objeto metálico contundente. Una versión que también sostenía el propietario del bar, que declaró inequívocamente que Lanza había golpeado a Laínez con lo que parecía ser el sillín de una bicicleta, y que él mismo advirtió al homicida pidiéndole que parase porque “lo vas a matar”, pero que a pesar de ello siguió golpeando cuando la víctima yacía inmóvil en la puerta del bar. La sentencia, sin embargo, recoge que la causa de la muerte fue el choque contra el suelo que sufrió Laínez al ser derribado.
Brutalidad reconocida
Aunque reconoce la sentencia la brutalidad de la agresión, rechaza también la agravante de ensañamiento realizando una especie de escorzo del magistrado: el juez considera que, precisamente por esta brutalidad (reconoce que Lanza le propinó golpes cuando la víctima ya estaba en el suelo, y que se empleó de forma despiadada a base de patadas y golpes), fue provocada por el mencionado ‘arrebato’, y por ello no prolongó el sufrimiento de la víctima.
En el origen de la pelea está una discusión en el interior del bar entre Lanza y Laínez, que vestía unos tirantes con la bandera de España. Lanza increpó a Laínez y lo llamó facha. El jurado popular sí que consideró probado que el motero contestó llamando ‘sudaca’ a Lanza. Lo que no han considerado probado en ningún caso los miembros del jurado es que Rodrigo Lanza hubiera visto los tirantes con la bandera de España que vestía el acusado en el momento de la agresión. Tampoco ve el jurado probado que Lanza llevase un arma blanca, tal y como declararon los testigos.
La sentencia será recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Aragón por el abogado de la víctima, que ha manifestado su disconformidad y que considera que “el jurado popular no cuenta con la preparación necesaria para un caso así”, además de seguir sosteniendo que hubo ensañamiento contra Víctor Laínez, algo que han rechazado desde la Audiencia Provincial.
El policía tetrapléjico
Rodrigo Lanza Huidobro repite así, salvo que prosperen estos recursos, la misma condena que le fue impuesta en 2008, por haber dejado tetrapléjico dos años antes a Juan José Salas, un policía local de Molins de Rei (Barcelona), casado y con cuatro hijos, al que le lanzó una maceta en la cabeza desde el interior de un casal okupa en Barcelona. El golpe y la caída provocaron que el agente se rompiese el cráneo por cuatro sitios diferentes.
Su estado, al ser ingresado, era de mínima respuesta, equiparable a un “estado vegetativo persistente”. Juan José sobrevivió de milagro pero le quedaron graves secuelas. Desde entonces, va en silla de ruedas y son siempre terceras personas quienes tienen que llevarle y traerle a todas partes. En aquel momento tenía 39 años.
Tras aquel suceso, y la posterior publicación del documental ‘Ciutat Morta’, en el que se narran los hechos acontecidos aquella noche de forma totalmente sesgada, Lanza se convirtió en una especie de símbolo para la comunidad antisistema de toda España. Incluso contó con una campaña en numerosos medios de comunicación donde se le consideraba inocente y se le calificaba de víctima de un montaje policial. Ahora, trece años después de haber destrozado la vida de aquel policía, Lanza sabe que va a pagar lo mismo por haber matado a un hombre, cinco años, y que antes de verano del próximo año podría estar en la calle.