Cuando la puerta de rejas se cierre este sábado, a sus espaldas, un escalofrío recorrerá el cuerpo de casi dos metros de Iñaki Urdangarin. Después de cuatro días de libertad, de sentir el viento en la cara, el beso de su mujer, la Infanta Cristina; los abrazos de sus hijos, Juan, Pablo, Miguel e Irene; y el cariño de su familia y amigos... Después de todo eso, el ex duque de Palma vuelve a 'casa' (la cárcel de Brieva, Ávila) para terminar de cumplir su condena de cinco años y diez meses de prisión por malversación, prevaricación, fraude a la Administración pública, dos delitos fiscales y tráfico de influencias por el llamado caso Nóos. Desde que llegara el 17 de junio de 2018, allí comparte patio mediano con presas como Ana Julia Quezada, la asesina del niño Gabriel Cruz, recién incorporada a este centro.
El yerno de Juan Carlos y Sofía ha pasado la Navidad en casa de su madre, Claire Liebaert, en Vitoria. Allí llegó a las ocho de la tarde del pasado día 24 acompañado por todas los Urdangarin Borbón en una furgoneta Mercedes conducida por la hermana de Felipe VI. En otros dos coches iban los once miembros de la seguridad que les han 'protegido' durante estos días en la capital vasca. La decisión del número de guardias civiles (porque pertenecen a este cuerpo) que les han acompañado estas jornadas en el País Vasco no viene de Zarzuela; es un tema del Ministerio del Interior, que sopesa los riesgos de seguridad y pone a disposición de la persona los medios que ellos consideran.
La madre de Txiki, como llaman a Iñaki en casa desde que era el pequeño, estaba feliz, ya que consiguió reunir esta Nochebuena a todos sus hijos, excepto a Cristina Urdangarin, que reside en Minnesota (Estados Unidos), donde trabaja como médico y que no pudo viajar para estar con ellos. Desde Barcelona, llegó Ana; estaban también Mikel y Lucía, que residen en Vitoria; y Clara, que vive en Bilbao. Todos con sus parejas y sus hijos.
Si de algo pueden presumir los ex duques de Palma es del apoyo que han recibido de la familia Urdangarin, cosa que no han tenido desde parte de la familia de Zarzuela, salvo de la reina Sofía y la infanta Elena, de manera incondicional. "Estaban todos juntos y la madre feliz. Hacía mucho tiempo que no se juntaban. Nos enteramos de que llegaban porque el despliegue de seguridad y de medios de comunicación ha sido una pasada", revela un vecino de toda la vida de Ciudad Jardín, la zona de Vitoria donde la viuda de Juan Urdangarin tiene su casa.
Ausencia en Zarzuela
La polémica llegó al día siguiente de la llegada de Txiki: la mañana de Navidad. La familia Urdangarin Borbón, en esas fechas, era bienvenida por todos en el Palacio de la Zarzuela. Lo habitual era que Iñaki, Cristina y sus hijos pasarán el 24 y 25 de diciembre en El Pardo. La tradición dictaba que la Nochevieja se pasara en Vitoria. Así que esta es la primera vez que los ex duques de Palma acudían a la Misa de Navidad a la que van Clara Liebaert y sus hijos cada año en Vitoria. La distancia entre la casa familiar y la Capilla El Prado es un agradable paseo entre árboles. Y eso es lo que hicieron. Iñaki y Cristina, de la mano y acompañados por sus hijos y muchos de sus familiares, acudieron andando al templo para el oficio de las 12:00 horas.
Todos los medios de comunicación resaltaron la decisión de dar la cara y hacer frente a la situación tan complicada que atraviesan con este sencillo paseo. Lejos de haber ido a alguna otra iglesia para pasar más desapercibidos o quedarse en casa, decidieron ir a la misma capilla a la que acude cada Navidad la saga de los Urdangarin.
Durante el camino, todos se mostraron muy relajados. La madre de Iñaki estaba muy emocionada, por lo que siempre estuvo acompañada por uno de sus nietos, en especial, del mayor, Juan. Los ex duques se mostraron muy sonrientes.
Extrañeza ante su paseo
Pero si sorprendió a todos la decisión de salir así, tranquilamente, a la calle, más asombroso fue el enjambre de curiosos que miraban con respeto la situación. Numerosos allegados de Iñaki que se fundieron con el ex jugador de balonmano en cariñosos abrazos, personas a las que hacía más de dos años que no veía. Nadie le preguntó por Brieva ni por su voluntariado. El tema de conversación más recurrente ha sido el debut de Pablo, el segundo hijo de la pareja, en su nuevo equipo de balonmano, el Nantes francés. "Hombre, no le íbamos a preguntar por su día a día como preso, aunque todos teníamos curiosidad, la verdad. Pero, al final ,delante de los críos y la familia, pues no. Estuvimos charlando sobre el balonmano de Pablo y lo que habían crecido todos", recuerda la misma fuente.
Durante los cuatro días que Iñaki ha estado en Vitoria se ha mostrado sonriente y tranquilo, incluso triunfal. Los duques de Palma, con tanto cariño recibido y la corte de 11 escoltas, se sintieron como cuando en otro tiempo feliz ostentaban título nobiliario. Parece que atrás ha quedado la sombra de la depresión que planeó su ánimo desde que entrara en prisión. Una situación que preocupó enormemente a Cristina y a la reina Sofía. De hecho, la misma Cristina necesitó ayuda psicológica en su 'exilio' de Ginebra. "Está mucho más animado. La luz al final del túnel está cerca y lo que le ha salvado ha sido el voluntariado en el Hogar Don Orione, según ha confesado el mismo preso en su círculo más familiar. Lo de ir allí los martes y los jueves le ha devuelto las ganas. Para él ha sido su tabla de salvación. Se siente útil y querido. Además, puede respirar aire fresco dos veces a la semana saliendo de la cárcel. Esto hace que la Infanta también esté mucho mejor. "En la última visita que le hizo a Brieva ya salió mucho más contenta y feliz. Se volvió a Ginebra mucho más tranquila y es por el voluntariado", cuenta a EL ESPAÑOL una amiga íntima de Cristina de Borbón.
Mientras, en Zarzuela, ya cada uno se encuentra en destinos diferentes tras pasar la Nochebuena cada uno en su ‘casa’. La Infanta Elena y sus dos hijos, Felipe y Victoria acudieron a cenar con los Reyes Eméritos a Palacio, mientras que los Reyes Felipe y Letizia con la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía, recibieron en el Pabellón del Príncipe a la familia de la Reina: su madre, Paloma Rocasolano, su hermana Telma y su sobrina Amanda.
Lo que parece confirmado es que Iñaki irá directo, sin pasar a ver a su familia política en Zarzuela, a la prisión de Brieva donde tiene que estar este sábado por la mañana a las 8.40, la misma hora a la que salió cuatro días antes.
Cuenta las horas para salir
En la agenda mental de Urdangarin figuran claras las fechas para poder obtener el tercer grado, lo cual le permitirá salir durante el día -con la duda sobre quién dará empleo al ex duque de Palma en esa situación- para volver a dormir a prisión.
Un amigo de la familia Urdgangarin Borbón comenta que a Iñaki, últimamente, le duele más la espalda que el ánimo. El dolor de espalda, curiosamente, une a los tres personajes de la familia Borbón que en otro tiempo sintonizaron: Juan Carlos, el ahora rey Felipe VI y el exjugador de balonmano, que dio un salto sideral en la escala social al casarse con la hija del Rey de España.
La Reina Sofía hubiera querido que Cristina, Iñaki y sus hijos pasaran por Zarzuela estos días, pero las puertas de Palacio están cerradas para el condenado, aquel que se atrevió a decirle al entonces príncipe Felipe que había comprado su mansión de siete millones de euros en Pedralbes (Barcelona) para que Juan Carlos no se quejara de la casa donde vivían.
Los primeros días de Iñaki regreso a la cárcel de Brieva los llevará bien, con los recuerdos de su estancia en Vitoria, donde ha exhibido "aparatosamente" -según algunos- su felicidad. Pero el temor a que pueda recaer en la depresión existe por mucho que las situaciones extremas que ha visto en el Hogar Don Orione -voluntariado en el que la reina Sofía jugó un papel decisivo- le hayan mostrado que aún en la cárcel sigue siendo un privilegiado.