Vanesa Gesto empezó a trabajar en el Ayuntamiento de Fabero (León) en junio de 2013. Una sustitución de dos meses, limpiando espacios municipales. Durante ese tiempo, denunció que Miguel, su coordinador, le había acosado laboral y sexualmente. A ese funcionario, que llevaba 30 años de servicio y un historial intachable, le abrieron un expediente en su trabajo. La justicia le impuso una orden de alejamiento de la presunta víctima. Se tuvo que ir de su pequeño pueblo y dejar viviendo allí sola a su madre enferma.
3 años después, la Audiencia Provincial de León falló que la denuncia era falsa. Que los hechos no habían sucedido. Vanesa Gesto, la misma persona que este lunes se ha sentado en el banquillo como acusada de simular un delito al haber denunciado que su ex, Iván, la había secuestrado y le había puesto pegamento en la vagina en octubre de 2016. Ahora se enfrenta a casi 12 años de cárcel y el caso abre informativos. Pero de Miguel, aquel compañero de trabajo que sufrió en sus carnes la denuncia falsa de Vanesa, nada se ha dicho.
Tres años. Tres largos años fueron los que Miguel sufrió el suplicio de verse señalado, cuestionado y acusado de un grave delito que no cometió. Desde el 14 de enero de 2014, momento en el que le imponen una orden de alejamiento de Vanesa, hasta abril de 2017, momento, en el que la justicia determina que la denuncia era falsa. Miguel tuvo que abandonar su casa, donde vivía con su madre enferma, a un apartamento él solo. El motivo es que su madre residía a escasos cien metros de la presunta víctima.
Siempre denunciando
“Parece que esa chica es adicta a las denuncias falsas”, cuentan vecinos de Fabero que la conocen y no la creyeron en ninguna de la denuncias que interpuso contra diferentes hombres por diferentes motivos: agresiones, amenazas, acoso laboral, acoso sexual… Le pasó al primer marido de Vanesa, padre de su hijo, que fue denunciado por violencia de género. Le sucedió a Iván, el chico al que acusó de haberla secuestrado. Y le sucedió a Miguel, que asegura a EL ESPAÑOL que “nunca te llegas a recuperar de una cosa de estas”.
“Yo llevo trabajando en el mismo puesto desde 1996, casi siempre con grupos de mujeres. Más grandes, más pequeñas, les imparto talleres de jardinería… Pues jamás he tenido un problema. Hasta que llegó esta chica. Estuvo solamente dos meses y yo la coordinaba. No trabajaba, no limpiaba, lo dejaba todo manga por hombre. ¿Mi pecado sabes cuál fue? Decirle un día que era una vaga. Que ella no venía a trabajar, que ella venía a cobrar el dinero. Le cambió la cara, pero yo se lo tenía que decir porque era verdad”, cuenta Miguel.
Lo que no imaginaba es que Vanesa iba a ir al Ayuntamiento de Fabero al día siguiente a decir que estaba sufriendo por mi parte acoso laboral y acoso sexual. “Cuando me lo dijeron, fui yo al Ayuntamiento a dar mi versión. Cuando le preguntaron, ella negó varias veces que yo la estuviera acosando. Delante de mí, del concejal de Deportes del que dependíamos y del propio alcalde. Cuál fue mi sorpresa cuando al día siguiente, aun después de haberlo negado, presentó en el Consistorio una denuncia por acoso laboral y sexual”, resume. Dijo que le había tocado el culo, luego cambió la versión y dio que le había cogido l cadera, que había hecho el gesto de “hacer el amor”, cuando se ponía detrás de ella. Que Miguel le había frotado el paquete.
Exiliado de su casa
Lo que vino después no se le olvida a Miguel: “La juez ni siquiera me dejó explicarme. La creyó a pie juntillas solamente con la versión que dio. Sin pruebas. No me dejaron defenderme. Me trataron como a una puta mierda. Me he comido mucho desde entonces. Para empezar, me tuve que comer es orden de alejamiento sin comerlo ni beberlo. Fuera de mi casa y sin poder visitar a mi madre, que imagínate cómo se quedó”.
Miguel alquilo un apartamento en el mismo pueblo de Fabero, pero más alejado de la zona. “300 euros que me ha costado cada mes. Además de eso, ella iba perdiendo cada juicio, pero como tiene justicia gratuita, recurría todo lo que perdía. Una y otra vez. A ella le daba igual porque era gratis. A mí no porque tengo una nómina; me costaba mil euros cada vez que ella recurría. En total me habrá salido por 14.000 euros”.
Pero más que el dinero, a Miguel y a su familia lo que les duele es “lo mal que lo hemos pasado durante todo este tiempo. Que a esta chica ya la conocen en el pueblo y no se la creen. Pero hasta que sale la sentencia que me absuelve, amigo… que esto es un pueblo pequeño. La gente te mira y siempre va a haber alguien que diga “bueno, que igual algo hiciste”. Es lo del difama que algo queda. Me he tenido que acostumbrar a tener que ir por mi propio pueblo con la sospecha, me he tenido que mudar porque esta chica se ha inventado todo esto. Mi familia, en navidades, haciendo planes para ver dónde podríamos juntarnos para vernos porque yo no podía ir a casa de mi madre, a mi propia casa. Lo hemos pasado muy mal”.
Igual que sucedió Iván, el novio de Vanesa, cada vez que el chico salía de la cárcel, a Miguel también lo denunció por quebrantamiento de condena, “porque presuntamente yo había roto la orden de alejamiento. Había quien decía que su casa estaba a 85 metros de la de mi madre, otros a 125… Al final tuve que preguntarle yo al juez que a ver, que si podía yo ir a ver a mi madre o no. Me contestó que mejor que no porque iba a acabar volviendo allí al calabozo”.
Un meme de Julio Iglesias
Durante la investigación se analizaron los teléfonos móviles. Las conversaciones de Whatsapp entre Miguel y Vanesa pusieron de manifiesto una relación normal, cordial y puramente laboral. Lo único que le encontraron digno de mención, según recoge la sentencia, es que Miguel le mandó un meme de Julio Iglesias: “Eso vino porque ella una vez me mandó un vídeo gracioso. Era una especie de bolsita de té en una taza, pero en lugar del papelito que llevan, pues llevaba una cuerda y era un tampón. Eso me lo mandó ella. Lo siguiente que yo le mando es un meme de estos graciosos de Julio Iglesias, que ponía “Follas poco y lo sabes”. Una tontería sin importancia dentro de un contexto de que ella me ha mandado otro archivo gracioso. Eso es todo lo que pillaron y es todo lo que hubo”.
Vanesa adjuntó como prueba otra conversación por Whatsapp que ella aseguraba que era Miguel diciéndole “te voy a violar”. Curiosamente, el que escribía esa amenaza era un chat con otro avatar distinto al de Miguel, otra persona, otro teléfono. “Lo mismo que Vanesa se inventó mails amenazantes de Ivan, que ella misma se escribía desde otros teléfonos, suplantado la identidad del chico, sucedió con Miguel”, explica Juani Esteban, la abogada de Miguel, que curiosamente es hermana gemela de Emilia Esteban, la que fue abogada de Vanesa durante ,mucho tiempo y la misma que denunció el caso del pegamento en la vagina: “Mi hermana y yo nos habíamos discutido alguna vez. Ella me decía que mi cliente me mentía, que Vanesa tenía razón. Yo le decía que a la que estaban mintiendo era a ella, como se ha acabado comprobando”.
Finalmente, la Audiencia de León tumbó el caso. Miguel no había acosado a Vanesa. Él después la denunció a ella por denuncia falsa, pero la juez archivó la denuncia: “En este archivo viene a decir que el hecho de que no se probó que existiese acoso, no significa que no lo hubiese, y que no toda absolución significa que la denuncia sea falsa”, señala la abogada, sin entender muy bien todavía dicho dictamen.
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“De todos modos, yo ya no recurro más”, zanja Miguel, que ya ha tenido bastante de este caso, de ser sospechoso, de orden de alejamiento y de palmar dinero con esta historia. Reconoce que todavía le queda miedo: “Desde entonces intento no quedarme a solas con ninguna mujer en el trabajo. Tiene que ser alguien a quien conozca yo muy bien y tengamos confianza. Si no, intento tener siempre a algún testigo. Llevo testigos hasta para ligar, mira lo que te digo. No quiero volver a pasar por una de esas otra vez”, concluye Miguel, al que, a pesar de haber ganado,
“Los días de bajón me vuelve a afectar. Me da la sensación de que me vigila alguien. Ha sido algo terrible y no se lo deseo a nadie. No sé por qué esta chica hace estas cosas y va denunciando a todo hombre que se cruza en su camino. Al padre de su hijo, a su exnovio, a mí, a un Guardia Civil que tuvo que largarse del pueblo y pedir destino en Málaga. Hasta con sus padres ha tenido problemas esa chica. No me explico cómo la han seguido creyendo después de ese historial, sin cuestionarle nada”. Nadie se explica esa especie de adiccion de Vanesa por denunciar. Ahora que se celebra el juicio por el famoso asunto del pegamento en la vagina, Miguel lo único que quiere es “que se haga justicia con esta tía de una vez por todas, y deje de joderle la vida a hombres porque sí”.