El escabroso crimen del exminero celoso: mata a su mujer Marimar y espera a su hija para suicidarse
La vida de las víctimas (11): “He matado a tu madre y ahora me mato yo”, le dijo a su hija antes de quitarse la vida con una escopeta en Aznalcóllar.
27 febrero, 2020 03:47El centro de salud de Aznalcóllar, antiguo pueblo minero de unos 6.000 habitantes a 40 kilómetros al noroeste de Sevilla capital, está a un minuto andando de la bonita casa de dos plantas con porche del número 6 de la calle Pedro Gómez del Castillo. Unos minutos antes de las doce de la noche de este martes, el médico y el enfermero de guardia acudieron aquí por una emergencia terrible.
Cuando los guardias civiles se aseguraron de que ya no había peligro y les dejaron pasar, los sanitarios subieron a la planta de arriba y se encontraron la escena sangrienta de un crimen machista que, con tantas variantes, se ha repetido 13 veces ya en lo que llevamos de año en España (las dos últimas, en menos de 24 horas, en este pueblo sevillano y en el municipio madrileño de Fuenlabrada, este miércoles).
En el suelo vieron a una mujer tirada boca abajo, rodeada por los fragmentos de su cerebro roto por un disparo de escopeta. Les llamó la atención que en la mano aún sostenía un teléfono móvil. A su lado yacía con su arma de cazador el hombre que le había disparado, aparentemente por la espalda, y que luego se había suicidado con dos balazos que le habían volado el rostro.
Ella se llamaba María del Mar Casto Moreno, era ama de casa y tenía 43 años. Él, antiguo trabajador de la mina que dio vida al municipio hasta su cierre, y empleado últimamente en labores de preparación para su reapertura, era Eugenio Luque Rodríguez, de 51 años. El agresor ha dejado huérfanos a los tres hijos que tuvieron: dos chicas de 19 y 15 años, y un niño de cuatro. La mayor y el pequeño fueron testigos.
No existían denuncias previas
Los sanitarios sólo pudieron certificar la defunción del matrimonio. Prometieron estar juntos como marido y mujer ‘hasta que sólo la muerte os separe’. Y así ha ocurrido, por la fuerza de un simple hombre convertido en doméstico dios enloquecido. María del Mar nunca había denunciado a Eugenio por maltratarla. Pero él, que era “muy celoso”, “tenía las manos largas” y le había pegado “varias veces”, tanto a ella como a la hija mayor del matrimonio, explica a EL ESPAÑOL una allegada.
Por miedo, pena o vergüenza, siempre mantuvo oculto su calvario de intramuros y nunca dio el paso de contarlo, denunciarlo y pedir ayuda pública, que es lo que precisamente recomiendan hacer las autoridades para prevenir que una situación de maltrato desemboque en asesinato machista. El posible detonante de la explosión nihilista de Eugenio fue que ella se había decidido a separarse de él: “En dos días, él tenía que irse de la casa”, dice esta íntima de la familia, que añade una declaración oída en casa por la hija mayor. “Él había dicho: Si no es mía, no es de nadie”.
Era sólo el último de varios intentos de María del Mar por romper la relación: en el pasado “lo había dejado varias veces”, pero siempre había vuelto con él, explica una vecina. Ella había trabajado en el pasado cuidando ancianos y podía volver a emplearse en ésta u otras tareas.
La última llamada a su hija
Un hombre que se ha criado con Eugenio desde niño en la misma calle cuenta al periodista que se cruzó con él junto al supermercado Covirán de la esquina sobre las once de la noche del martes, es decir, pocos minutos antes de volarle la cabeza a su mujer de un tiro a bocajarro y quitarse de en medio a continuación con la misma escopeta. “Me dijo ‘adiós’, normal. Salía poco de casa. Es la persona de quien menos te esperas que haga esto”, dice, sobrecogido y con un susurro de voz, el vecino y viejo amigo de juegos de la infancia. A Eugenio, tipo fuerte, no le recuerdan gestos violentos de puertas afuera.
¿Y el teléfono móvil en la mano de la víctima indefensa, de la mujer atrapada en una relación convertida en ratonera? El testimonio de la hija mayor, Rocío, a sus familiares lo explica todo: su madre la llamó para pedirle ayuda y que volviera a casa. La llamada se cortó. Enseguida sonó de nuevo su móvil. Ésta vez era su padre: “He matado a tu madre y ahora me voy a pegar un tiro yo”, le confesó.
Cuando su hija llegó a la casa, la recibió en el porche y, delante de ella, se disparó un primer balazo que no lo mató. Malherido, subió a la habitación y se remató con un segundo disparo. En la casa estaba, sentado en un sillón, el hijo de 4 años de la pareja, a quien su hermana mayor sacó en volandas a la calle pidiendo ayuda.
Juntos a la fuerza hasta que la muerte os separe. Sólo ahora, muerta, va sola María del Mar Casto Moreno sin el padre de sus hijos al lado. Los están velando por separado, a ella en el tanatorio de Aznalcóllar, a él en la de la vecina Sanlúcar la Mayor, y por separado los enterrarán hoy en el pueblo de ambos: por la mañana a Mar, por la tarde a Eugenio.
Maria del Mar Casto, de 43 años, es la undécima mujer asesinada por un hombre desde que ha comenzado el año. En España, en 2020, también han sido asesinadas Mónica, de 28 años; su hija Ciara, de tres; Olga, de 63; Judit, de 29; Mary, de 73, Manuela de 79 años; Rosa, de 40; Lorena, de 41 años; Clara, de 47; Ana, de 38 años y Alina, de 34. La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 53 mujeres asesinadas en 2017, 47 en 2018 y 55 en 2019.