Un ciudadano de origen bosnio y de 40 años fue acribillado a balazos este martes a plena luz del día cuando estaba a 100 metros de su casa, en Marbella (Málaga). Sucedió cuando restaban cinco o seis minutos para alcanzar las dos de la tarde. Un individuo se plantó ante él y apretó el gatillo del subfusil que portaba consigo, lanzando una ráfaga de disparos. El agresor huyó encima de una motocicleta. Varios testigos explicaron a los investigadores que alguien lo recogió en dicho vehículo. Los hechos sucedieron el mismo día que la Guardia Civil y la Policía Nacional informaban de la resolución de un asesinato cometido en Mijas, a 35 kilómetros de Marbella, en noviembre de 2019.
La víctima de los disparos, nacida en 1980, murió en el acto. Tenía antecedentes penales. Hasta el año pasado estuvo en la prisión de Algeciras (Cádiz), de donde salió hace aproximadamente ocho meses. La Policía Nacional encontró el cadáver tendido sobre un charco de sangre dibujado sobre un paso de cebra en la calle Arturo Rubinstein, en el centro de la capital de la Costa del Sol. Este nuevo tiroteo, el enésimo en los últimos años, vuelve a poner de relieve la notable implantación en la zona de numerosas bandas del crimen organizado internacional.
En la Costa del Sol y sus alrededores conviven mafias de países de Europa del Este con otras bandas de Colombia, Suecia o Irlanda. Se interrelacionan a través de los negocios del tráfico de hachís, cocaína, la trata de mujeres, el tabaco de contrabando, el blanqueo de dinero o el sicariato. Esa mezcla provoca tensiones y muertes.
En marzo del año pasado, la Policía Nacional creó una unidad específica para combatir el crimen organizado tras el hallazgo de un joven congoleño asesinado a tiros en el Polígono Guadalhorce de Málaga. El reguero de sangre en la Costa del Sol, al oeste de la provincia, es incesante. A principios de diciembre de 2019 un ciudadano francés moría acribillado a tiros dentro su coche. Sucedió en las inmediaciones de un camping a las afueras de Marbella.
Los gatilleros emprendieron la huida por la autopista AP7, reventaron la barrera de un peaje y calcinaron el vehículo en el que iban, que era de alquiler. Continuaron su fuga en otro coche que tenían aparcado unos kilómetros más allá, cerca de Mijas. Se les perdió la pista. Todo estaba organizado al detalle: incluso llevaban máscaras para evitar que las cámaras de seguridad de alguna carretera o negocio pudieran grabarlos.
Miami-Marbella, capitales del crimen organizado
El último trimestre de 2019 fue especialmente violento en la Costa del Sol, comarca que, además de Marbella, engloba a unos 530.000 habitantes repartidos por Fuengirola, Benalmádena, Mijas, Casares, Benahavís, Estepona, Manilva y Torremolinos. Ese ciudadano francés asesinado era la sexta víctima del trimestre negro que vivió la zona como consecuencia de la ‘narcoguerra’ que vive desde hace años, recrudecida desde 2017.
Cinco de esos cadáveres presentaban disparos. Otro apareció en una cuneta con signos de haber sufrido una paliza. Entre las víctimas había un búlgaro, un galo, un británico, un marroquí y dos españoles. En sólo 19 días se concentraron tres de esas muertes. Dos en Marbella y una en Mijas.
“Se está trabajando muy bien y nuestro esfuerzo da sus frutos -comenta a EL ESPAÑOL un policía especializado en la lucha contra este tipo de mafias-. Pero aquí te salen bandas por todos sitios. Es como una tubería que revienta: aunque la tapones, el agua rebosa. Junto con Miami, donde los colombianos hacen mucho mal y llevan décadas establecidos, Marbella es el otro epicentro del crimen organizado en el mundo. No tengo dudas. Si lo medimos por su población, en ningún otro sitio hay tantos delincuentes y tantas bandas estructuradas como aquí”.
La violencia no se ha detenido en este 2020. El pasado 2 de junio Sur informaba de que la Guardia Civil investiga un asalto violento en una casa de lujo de Mijas Costa. Seis individuos que llevaban falsos chalecos de la Policía asaltaron la vivienda y secuestraron a la pareja que se encontraba en su interior. Tras maniatarlos, los torturaron durante horas para localizar los objetos de valor.
A finales de mayo, sólo unos días antes, un joven ingresaba en el hospital de Marbella con cuatro heridas de bala en las piernas. Ese mismo mes, una narcolancha ardía frente a las costas de Estepona. Sus tripulantes fueron rescatados por una embarcación particular. La Guardia Civil los detuvo al tocar tierra. Era un ejemplo más de cómo las mafias internacionales mantienen en vilo a la comarca española que más se relaciona con el lujo y el glamour.