"Te voy a quemar viva": Ana Mari, la mujer rociada con sosa, pidió protección pero el juez se la denegó
La mujer de 35 años denunció hasta 10 veces al hombre que le ha lanzado a ella y a su hija de 5 años un producto abrasivo. El agresor sigue fugado.
1 julio, 2020 02:29Noticias relacionadas
Se conocieron en una panadería de su pueblo, Sant Feliu de Guixols (Girona) e intimaron. Ella, Ana Mari, de 35 años, está casada. Él, un delincuente de 40 años y con antecedentes, se obsesionó con ella. Después de mantener algunos encuentros esporádicos a escondidas, ella intentó sacarlo de su vida. Pero ya era tarde y él había decidido hacerle la vida imposible. Aquello se convirtió en una pesadilla para Ana Mari: “Te voy a quemar viva”, le amenazó él en más de una ocasión.
Es lo que hizo el lunes 29 a mediodía. El acosador se plantó en la casa de su examante. Ella bajó dispuesta a ofrecer pelea. Se encontraron en las escaleras del piso, casi en la puerta de la calle. Por allí rondaba también una de las dos hijas de Ana Mari, que tiene 5 años. El hombre llevaba una bolsa en la que, según la víctima, portaba armas blancas. También una botella de sosa cáustica, que abrió y derramó sobre la cara y el cuerpo de Ana Mari, La mujer lucha ahora en Vall d’Hebron por no perder el ojo. Su hija está ingresada en la misma habitación, porque también acabó empapada de ácido.
Ella pidió ayuda hace más de un mes, pero el juez se la denegó. Hasta en diez ocasiones fue Ana Mari a denunciar los hechos a lo Mossos d’Esquadra, que han confirmado a EL ESPAÑOL que la mujer y su agresor se interpusieron denuncias cruzadas mutuamente. El pasado 30 de mayo, el magistrado, a instancias de la Fiscalía, rechazó adoptar medidas de protección, argumentando que no se disponía de la información suficiente. Ahora, Ana Mari y su hija permanecen en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona, en la unidad especial para quemados. El agresor, de momento, sigue libre.
Las fotos del chantaje
En Sant Feliu de Guixols (Girona) han convocado un pleno de urgencia y una manifestación para protestar por el suceso del que todo el mundo habla en el pueblo: han rociado con sosa cáustica a una vecina del pueblo y a su hija de 5 años en su propia casa. Es este uno de esos casos de violencia machista que al final de año no sale en las estadísticas porque no hay resultado de una persona muerta. Pero es, en cualquier caso, violencia machista de la más cruel. Ana Mari está a punto de perder su ojo izquierdo porque su examante fue a buscarla y le tiró sosa cáustica, un potente corrosivo que le ha provocado graves lesiones, tanto a ella como a la niña.
“Él se ponía en la puerta de su casa y le tiraba piedras, aunque estuviera el marido dentro”, cuenta a EL ESPAÑOL una persona del entorno de la víctima. Ella vivía con su pareja y con sus dos hijas, de 5 y 2 años, en un piso de la calle Valencia de Sant Feliu, una de las localidades más populares de la Costa Brava para los amantes de la playa. Lleva 7 años casada.
En el mismo municipio reside el agresor, un hombre del que de momento solamente ha trascendido que tiene antecedentes penales por hurtos y robo con violencia. Que ambos se conocieron de forma casual en una panadería y que a partir de ahí intimaron, según ha podido saber EL ESPAÑOL por el entorno familiar de la víctima. Mantuvieron relaciones fuera del matrimonio. Él le hizo algunas fotos comprometidas durante esos escarceos. Y cuando la cosa se fue complicando entre ellos, él sacó toda la artillería: la empezó a amenazar con mandárselas a su marido. La chantajeaba y la acosaba.
El falso atropello
El agresor acabó haciendo llegar las fotos al marido. En vistas de que aquello no fue suficiente para hundir a Ana Mari, la siguió acosando. Le lanzaba enormes piedras a su balcón, como la que aparece debajo. La amenazaba a gritos en la puerta de su casa. En una ocasión, incluso, llegó a fingir un atropello por parte de Ana Mari y su marido. Él interpuso denuncia contra el marido, que era el que conducía, tal y como ha confirmado a EL ESPAÑOL el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Esos hechos acontecieron el 30 de mayo. El agresor se presentó en urgencias diciendo que el marido de Ana Mari le había atropellado. Con el parte médico fue a interponer una denuncia a la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Sant Feliu de Guixols. Pero en el parte ponía claramente que no existían lesiones.
Ese mismo día, ella presentó otra denuncia contra el ahora huido agresor por un presunto delito de coacciones. Al parecer, él seguía amenazándola. El magistrado, de acuerdo con la fiscalía, desestimó la orden de protección porque “no se daban las exigencias para adoptarla con la información entonces disponible”. El Juzgado número 2 de Sant Feliu de Guixols también tiene otro procedimiento con denuncias cruzadas entre el agresor y el marido de Ana Mari por un presunto delito leve de lesiones que tuvo lugar el 8 de mayor. Sea como fuere, la orden de alejamiento y las medidas de protección que pidió Ana Mari jamás llegaron.
“Te voy a quemar viva”
La escalada de la violencia llegó a su punto culminante el lunes 29 de junio por la mañana. El agresor ya la había amenazado en varias ocasiones en los últimos días. Volvió a su puerta y volvió a increparla y amenazarla. El tono de la discusión subió porque ella no estaba dispuesta a callarse. Bajó a su encuentro, “dispuesta a pelearme”, según le ha explicado a Informativos Telecinco la propia víctima desde la Vall d’Hebron.
Bajó la mujer y se cruzaron en la parte baja de las escaleras. Cuenta ella que el hombre llevaba una bolsa llena de cuchillos. Pero no llegó a utilizarlo. En un momento de la discusión, sacó una botella con un líquido abrasivo y se lo lanzó a Ana Mari, resultando también herida su hija, que se encontraba allí. El agresor se dio a la fuga tras haber cumplido aquella promesa que le hizo: “Te voy a quemar viva”.
Y huido sigue. Los Mossos han confirmado a EL ESPAÑOL que la investigación sigue abierta y que se encuentran en el proceso de búsqueda del agresor, al que tienen perfectamente identificado. Mientras, Ana Mari y su hija tratan de recuperarse en la unidad de quemados del hospital Vall d’Hebron. Ella puede perder un ojo y la niña tiene heridas graves en la boca. Manifestaciones en su pueblo e indignación general, pero las medidas de protección que pidió Ana Mari nunca llegaron, porque el juez consideró que no era necesario adoptarlas.