“Hace falta una reforma del poder judicial, pero que tiene que ir a la raíz de la cuestión. Hoy hemos hablado muchísimo de cómo se designa a los vocales y yo me quiero ocupar también de una cuestión de la que nunca se habla. ¿De dónde provienen los vocales? ¿Y de dónde provienen los que pueden acceder a la carrera judicial? ¿Qué familia puede permitirse diez años de estudios sin becas, sin cobrar ni un euro porque sus estudios son de dedicación exclusiva gastando miles de euros en preparadores y temarios?”
Íñigo Errejón subió a la tribuna del Congreso el pasado 15 de diciembre, pronunció las palabras que usted acaba de leer e incendió Twitter. Le hizo falta un solo tuit, compartiendo su intervención en la mañana del 16 de diciembre, para ponerse en contra a muchos jueces y fiscales, también a abogados y juristas. Saltaron a la yugular de Errejón, que había puesto el foco en los magistrados.
Una hipérbole que le salió cara. Quizás porque la media para pasar esta oposición está en 4,5 años; quizás porque el examen es el mismo para jueces y fiscales, pero sólo se puso en el foco a los primeros; quizás porque los jueces tengan un origen más humilde de lo que parece.
Los profesionales del sector le acusaron de faltar a la verdad, de tener un desconocimiento total de lo que es la carrera judicial y de querer controlar el acceso al poder judicial.
Las palabras del líder de Más País eran fuego sobre un reguero gasolina. En la tribuna, el portavoz de la formación de izquierdas exponía que pocas familias podían permitirse pagarle a sus hijos la oposición a juez. “Y casi siempre, entonces, de los mismos entornos. Y ese sesgo marca de forma definitiva el carácter de la justicia española, que, en ese caso, se parece muy poco a la sociedad real”, afirmaba.
Su intervención hablaba de que el sistema actual de oposiciones no es plenamente democrático. “Democratizar la justicia es también democratizar el acceso a quién puede llegar a la carrera judicial”, exponía Errejón, que finalizaba con una propuesta. “Un MIR judicial y una academia pública para que los opositores se puedan formar con tasas accesibles y cobrando un salario digno durante sus años de preparación, para que se amplíe también la procedencia de quienes llegan al Poder Judicial”.
Las respuestas en las redes sociales no se hacían esperar. Actualmente el sistema está abierto para todo aquel que apruebe la oposición, contestaban los juristas. Además, una vez se aprueba la oposición, se accede a la Escuela Judicial. Algunos jueces y magistrados respondían con la cantidad de copas que pusieron o los trabajos que realizaron para poder vivir mientras estudiaban. Otros defendían su origen humilde y la estigmatización a la que les estaba sometiendo Errejón, que achacan "a su desconocimiento".
El político de izquierdas justificaba su intervención en tuits posteriores. Que haya familias que puedan sostener a sus hijos durante años va contra la meritocracia, exponía. Y, en parte, muchos jueces pueden estar de acuerdo. Sin embargo, entienden que hay oposiciones más duras en las que no se pone el foco y que el desconocimiento ha sido, cuando menos, el propulsor de estas palabras.
Sin embargo, la hipérbole y el señalamiento hicieron saltar los resortes. ¿Quién puede acceder a la judicatura? ¿Cuántos años se tarda? ¿Son costosas las oposiciones? ¿Sólo acceden aquellas personas que proceden de familias ricas? ¿Aquellas que tienen contactos? ¿Representan los magistrados a la sociedad? EL ESPAÑOL ha contactado con algunos jueces para conocer su procedencia y qué les ha parecido la propuesta de Íñigo Errejón.
Los ricos no quieren ser jueces
“La carrera judicial representa a la sociedad”. La tajante frase la expone María Jesús del Barco, jueza decana de Madrid. Se ríe cuando escucha hablar del origen de alta alcurnia de los jueces. Empezó a opositar en el año 1993 y tardó cuatro años en aprobar. Cuenta que pertenece a la primera línea de licenciados de su familia.
Del Barco piensa que puede haber algún caso en el que alguien de familia bien posicionada acceda a la carrera judicial, pero no es lo habitual. Para aprobar la oposición entiende que sólo hay que estudiar y sacrificarse. En algunos casos, por supuesto, también tienen que hacer el sacrificio los progenitores.
Expone que las personas con mayor poder adquisitivo no apoyarían que sus hijos se dedicaran a la judicatura. "Está mal pagado", comenta. Dice que esto es como la medicina: pura vocación.
Cree que lo expuesto por Errejón supone dar una “visión falsa” de la realidad. Además, no entiende que se ponga el foco únicamente sobre los jueces. La oposición para ser juez o fiscal, por ejemplo, es la misma. Sin embargo, dice, sobre la tribuna del Congreso sólo se habla de unos. “Y se pone el foco en el juez. Hay otras oposiciones complicadas que tienen una duración importante de tiempo y sólo se pone el ojo o el acento en la oposición a juez. Parece que les molesta no poder elegir quiénes son los jueces”, apunta la jueza decana de Madrid.
No obstante, la jueza decana sí abre la puerta a becar a algunos opositores. Es consciente de que hay gente sin recursos a las que ayudaría recibir un aporte económico mientras estudian. Ya hay asociaciones que lo hacen. Ese sistema, manteniendo el actual de oposición, lo ve factible.
“Somos gente normal y corriente, de todas las ideologías”, zanja.
“Que se dote de fondos públicos”
Carmen Romero es magistrada del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 2 de Mérida. Realizó la oposición en dos años y cuatro meses. Durante ese tiempo, recuerda, que tuvo dedicación exclusiva. “Era tomártelo como un trabajo, ocho horas diarias, los fines de semana sólo descansas un día”.
La magistrada afirma que no tiene ningún otro familiar que se dedique a la magistratura. De hecho, ella fue de la primera generación de su familia en acceder a la universidad. Su padre era mecánico y su madre ama de casa.
Hicieron un esfuerzo para que ella pudiera estudiar. Ha llamado a su madre: 20.000 pesetas costaba el preparador. Además, los apuntes que tenía. Pero afirma que proviene de una familia que no es que tuviera muchos recursos. Menos la EGB, el resto lo estudió en centros públicos.
Cree que las palabras de Errejón son un ataque a los jueces. “Si falla el sistema de oposición, falla en todos, no sólo en este”, comenta. “Yo creo que aquí lo que hay es una campaña contra el judicial, porque somos el último baluarte del estado de derecho. Son manifestaciones partidistas, interesadas”, expone.
No obstante, Romero habla de apoyar a los opositores con becas. Eso lo vería positivo y destaca que ya hay asociaciones de jueces que se han asociado con los bancos para otorgarlas. “Todo es mejorable, pero de todos los sistemas que se proponen este es el más objetivo. A lo mejor lo que se tienen que plantear es sacar becas para opositores”, finalizaba.
Errejón "falta a la verdad"
Carmen Pilar Caracuel es magistrada en Andalucía. Aprobó su oposición en el año 1991 tras dedicarse, siendo la mayor de cinco hermanos en una familia donde sólo entraba el sueldo de su padre, militar de carrera.
"Yo era la mayor y era un esfuerzo para ellos", comenta. "Teníamos que espabilar porque nuestro futuro era lo poco que nos podían pagar. Yo tenía que aprovechar la oportunidad", afirma la magistrada.
"Mi familia económicamente estaba bien, pero he tenido compañeros que no. Normalmente, los que tenían un poder adquisitivo mayor se dedicaban a la empresa privada. Esto es una carrera vocacional. Es como la medicina. Todo el que ha querido, de familia humilde, incluso trabajando, lo ha sacado", comenta.
Cree que los suyos han respondido por las palabras de Íñigo Errejón hastiados de ataques. "Ante la ignorancia, un colectivo que no suele responder a los ataques políticos, pues se molesta. Puede formar una opinión equivocada".
Además, la magistrado piensa que las palabras del líder de Más País han tenido tanta repercusión "porque faltan a la verdad. Son cosas que no se pueden tolerar. Yo creía que lo había visto todo, pero los ataques que estamos sufriendo son algo inusitado".
De acuerdo con Errejón, pero...
Carlos Viader, juez del Juzgado de lo Penal en Melilla, está en consonancia con sus compañeras, pero esa no es condición sine qua non para estar en desacuerdo con Íñigo Errejón. Él se considera un privilegiado, porque se pudo dedicar en exclusiva a la oposición. Parte de familia de clase media acomodada, no tuvo que pasar sinsabores algunos, aunque su estudio sólo duró un año y medio. “Estudié muchísimo”.
Piensa que es muy complicado que alguien de una familia muy pobre pueda hacer una oposición de judicatura. Comenta que el periodo medio para el acceso son entre 4 y 5 años. Por eso está de acuerdo con lo expuesto por Íñigo Errejón en gran parte. “Efectivamente, hay mucha gente que no se puede permitir esto. O mueres en el intento o eternizas la oposición”.
Habla de que el sistema propuesto por el líder de Más País, similar al MIR, es el implantado en Alemania. No lo ve mal, pero el español actual le gusta más. “Pero sí es verdad que el sistema tal y como está, limita mucho a personas que no se lo pueden permitir”, comenta. “Para democratizarlo habría que hacer un plan de becas”, expone Viader. Habla de pagar residencias o preparadores.
A pesar de todo, el juez de lo penal de Melilla piensa que “ideológicamente entra gente de todo tipo”. Además, opina que todo este tipo de cambios que tratan de hacerse en el sistema de oposición parecen más un instrumento de ataque, con el fin de politizar el poder judicial, que una ayuda para mejorar el sistema.
Opositar entre pleito y pleito
Elena de Oro es jueza en prácticas del juzgado mixto de Valdemoro. Bromea con su apellido y su origen, pero es de familia humilde, de Aranjuez. “Estudié en Icade, pero porque mis padres se gastaron su dinero en mi educación”. Ella se sacó su oposición años después de terminar la carrera. Primero quiso hacer registro, pero lo abandonó. Luego se dedicó a la abogacía. Desde 2019 es jueza en prácticas a la espera de culminar su formación.
Al igual que Del Barco, comenta que los ricos no querrían dedicarse a esto. Se gana poco dinero en comparación con el trabajo y los sacrificios que suponen. Ella misma podría ganar más como abogada, incluso. Lo descarta, por la experiencia en Icade. Comenta otros casos de compañeros que conoció posteriormente y han sido capaces de sacarse las oposiciones con pocos recursos.
Deja claro que no quiere sonar a frase motivacional y expone la receta. “Estudio y huevos” -en este caso ovarios, que predominan las juezas-. Que a nadie le vendan que no puede, porque eso es lo que pretenden, expone.
Además, cree que se hace un traje equivocado para los opositores. “No todos son jóvenes recién salidos de la carrera”, apunta. Ella misma es un ejemplo de que no sólo hacen las oposiciones de judicatura juristas recién salidos del horno.
Además, las oposiciones, dice, pueden tener un coste cero. A ella la preparó una jueza de manera gratuita. A cambio, De Oro tendría que hacer lo mismo con otra chica que estuviera opositando. Es lo que hace en estos momentos, y no quiere que nadie le rompa las ilusiones a otro opositor. “Y yo no le he preguntado cuánto dinero tienen sus padres”.
Cree que este tipo de alusiones públicas a la oposición son un ataque más al poder judicial. “Sólo pretenden controlar un poder del Estado. Ellos tienen que conseguir crear opinión”.
“No somos locos elitistas”
Fátima Beardo Olivares es magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y tiene grabadas a fuego las horas que estudió. 4 años, 9 meses y 11 días. Estudiaba cinco horas por la mañana y otras tantas por la tarde. Proviene de una familia humilde, monoparental, eran tres hermanos. Su madre era secretaria y tuvo que hacer un gran esfuerzo para poder ayudarle en aquella época.
No está de acuerdo con que sólo las grandes fortunas puedan acceder a la judicatura. “Un porcentaje altísimo no tiene ningún contacto. Que nos traten como algo elitista... Es mentira. Yo vengo de una familia que es humilde”, comenta Beardo.
Cree que la oposición es justa. Puedes tener mala suerte alguna vez, pero si estudias lo puedes conseguir. “A ninguno nos regalan la oposición. Todos hemos tenido que pasarla”, comenta.
“El motivo por el que creo que se hacen estas declaraciones es por poner en duda a un poder del Estado. Poner en duda que somos gente de la calle y que hemos vivido vidas distintas. O incluso poner en duda el acceso. Quieren poner en duda el poder judicial”, afirma la magistrada.
“No somos unos locos elitistas que vamos a juzgar según nuestros ideales”, zanja.
Copiar a catalanes y vascos
Inmaculada Goñi es magistrada en la Audiencia Provincial de Cádiz, en Algeciras. “En mi familia no hay ningún licenciado en derecho. Mi padre es ingeniero agrónomo”. Aprobó en el año 2000.
Durante cinco años se preparó la oposición. Vivía en casa de sus padres, que le ayudaban a sufragar los costes. Además, durante el verano realizaba trabajos esporádicos como clases particulares.
Considera que las oposiciones a la judicatura son las pruebas más objetivas que existen y piensa que lo propuesto por Errejón “es más perjudicial”.
Su fórmula es la de apoyar a los opositores con becas. Comenta lo que hacían los gobiernos catalanes y vascos hace años: “En Cataluña y País Vasco, en mi época, les pagaban a los opositores. Llevaban un control y se hacían unos exámenes paralelos. Creo que en aquella época cobraban 80.000 y 90.000 pesetas”. Cree que copiar ese modelo podría convertir el sistema en uno más justo.
Sin embargo, entiende que las exposiciones públicas que se están realizando son “un continuo ataque a la independencia judicial”. Cree que lo más justo es la oposición.
“Llegar contento al kilómetro 32”
“Me parece que gran parte de los políticos actuales, en cuanto al tema de la judicatura, hablan desde la confrontación, con el firme propósito de confundir a la población”. Francisco Hernández, juez del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Sepúlveda (Segovia), lo deja claro. No entiende por qué se empecinan en cuestionar la oposición de la judicatura y no de otras. “Un posgrado puede ser más costoso que el actual sistema, por lo que el ‘clasismo’ que se aduce es falso”.
Cuenta que proviene de una familia en la se le han inculcado “el trabajo diario, la educación y la formación”. Son cuatro hermanos, el mayor de ellos es abogado, y su padre es un catedrático de instituto, actualmente jubilado, y su madre ama de casa.
“Sin la ayuda incansable de ellos habría sido imposible haber aprobado la oposición”, narra el magistrado. Cree que habría que destacar a la gente que tarda años en sacarse la oposición. “Es muy duro y se tienen que realizar tremendos sacrificios”. Lo suyo fueron dos años y medio de maratón, en los que también realizó algunos trabajos como camarero. “Tienes que llegar al kilómetro 32 contento”, establece en un paralelismo, a pesar de todo.
Habla de un sistema de carrera judicial mejorable, “como todo en esta vida”. Quizás deberían formarles un poco más en lo práctico, piensa, una reclamación formulada en casi todas las formaciones de cualquier ámbito.
¿El sistema similar al MIR? “Me parece absurdo, puesto que la Escuela Judicial ya existe”. Se trata de una formación que los opositores realizan en Barcelona, que da paso a la parte práctica. “Las actuales promociones de jueces se encuentran tremendamente formadas”.
Prefiere un sistema de becas para opositores. “Creo que esa puede ser la clave para el futuro”, comenta. “En la actualidad existen muy pocas becas públicas y hay alguna asociación judicial, como la Asociación Judicial Francisco de Vitoria, que las ofrece. Lo crucial es que nadie las tuviese que ofrecer, salvo el Estado. No veo problema alguno en su implantación, siempre que se regulen adecuadamente las bases para acceder a las mismas”, zanja.