Juan Faro, el policía culturista que colgó el uniforme: sus dos Porches tras triunfar en las redes
El gallego, de 33 años, se ha convertido en uno de los 'influencer' más populares entre sus excompañeros y vive de lo que le pagan las marcas.
20 diciembre, 2020 02:17Noticias relacionadas
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El caso de Juan Faro (Pontevedra, 1987) es peculiar. Se arriesgó y ganó. Emprendió y consiguió la vida que soñaba desde pequeño. Quería viajar y tener calidad de vida. Pudo hacerlo como policía, pero colgó el uniforme para dedicarse en exclusiva a su cuerpo y a hacer vídeos en las redes sociales. La historia, sin duda, parece sacada de una película. ¿Quién cambiaría un futuro ‘seguro’ de funcionario por uno incierto? ¿Quién pasa de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado a ser youtuber?
Este joven gallego tiene cientos de miles de seguidores en las redes sociales. Allí narra su día a día, centrándose sobre todo en Instagram y Youtube. Él dice que tiene un canal de 'life style'. Expone su dieta, su casa, sus músculos, sus coches, sus fiestas y, a veces, sus pensamientos.
Se aleja del título de ‘influencer’ y se señala como “entretenedor”. Se muestra de forma natural, comenta. No quiere hacer parecer que tiene una vida idílica. Sin embargo, ya les gustaría a muchos tenerla.
Faro es todo un fenómeno en la red. Más de 100.000 reproducciones por vídeo. Cuando sale del gimnasio, un chaval le para y le pide una foto. Quizás sepa quién es actualmente, pero posiblemente no conozca su pasado, de dónde viene la persona con la que se ha retratado. No está aquí de casualidad.
Hace sólo tres años, en 2017, Juan Faro era Policía Nacional y su cuerpo no tenía casi nada que ver con el que muestra ahora. Patrullaba las calles de Castellón, donde estaba destinado. Recuerda cómo los vecinos llamaban a la policía diciendo siempre que había unos encapuchados. “Todo era para que fuera más rápido”, dice con media sonrisa.
Estando en el Levante español se había aficionado al mundo del Fitness. Lo hizo para seguir los pasos de su por entonces pareja. “Yo me metí en el deporte del Fitness básicamente para que no me quitaran a la piba”, comenta entre risas.
Es un hombre atractivo. Estatura media, 175 centímetros, y 85 kilos de peso. Zarcillos dorados y un corte en la ceja derecha colman su estilo moderno. Está fuerte como el vinagre; tiene músculos hasta en el DNI, que diría aquel, y el perímetro de su brazo debe andar en el medio metro. Tatuajes en el cuello, antebrazos y manos, para no pintar la zona de musculatura. ¿Modelo? Por lo menos, cuando llega el momento de las fotos se le ve acostumbrado a posar.
Vive a todo lujo después de abandonar el cuerpo policial. Y a pesar de ello, consigue que muchos policías le consideren uno más. Da consejos a los opositores y les defiende en muchos temas, como el de la equiparación salarial. Él se siente orgulloso de sus compañeros.
Proviene de una familia humilde de Mondariz (Pontevedra). Es el pequeño de tres hermanos y considera que tiene unos valores arraigados, tradicionales. Habla de sí mismo como alguien muy familiar que no se calla lo que piensa. Lo cierto es que no le importa mojarse políticamente. Responde a la pregunta sin pensarlo un segundo. “Soy de derechas. No me considero de ningún partido. Ni Ciudadanos, ni PP, ni Vox, pero soy de derechas”, dice.
Sus luchas políticas contra el gobierno, más bien contra Podemos, le han costado ser centro de las críticas en redes sociales. “Ya he dicho que no estoy de acuerdo con el pacto con Bildu, por ejemplo”. Se muestra contrario a toda formación independentista vasca y catalana. Ahora es un referente de opinión y no le gusta esconderse, quiere seguidores con los que se sienta identificado. Le da igual perder algunos por decir lo que piensa. “No puedo gustarle a todo el mundo”.
¿Todo esto de un policía?
No es un secreto, lo muestra en sus vídeos. Tiene dos coches de la marca Porsche en la puerta de casa. Al otro lado del patio, una piscina con vistas a la naturaleza. En el interior, ventanales a modo de pared y un espacioso salón con cocina americana. La decoración la firmaría cualquier película estadounidense. Una escalera blindada por otra cristalera, muebles a la última moda, chimenea, un sofá que cerca la pared donde se encuentra un televisor de bastantes pulgadas… El dinero aquí no falta.
Cualquier Policía Nacional no se puede permitir estos lujos. Al menos, no con el sueldo de agente. Juan Faro hace no tanto que dejó la vida como policía. Corría el año 2017 cuando pidió la excedencia, aunque todo comenzó mucho antes.
Corrían los años 2008 y 2009 cuando aprobó la oposición. De pequeño no quería ser agente, pero en la época de las vacas gordas (2006-2007), cuando sus amigos apostaban por el ladrillo, él lo hizo por hacerse funcionario. Quería tener calidad de vida, viajar, conocer el mundo. La Policía se lo permitiría.
Acabó en Castellón, patrullando la ciudad, en 2010. Era una agente más de los Zetas. Recuerda una de sus anécdotas más sufridas. A punto estuvieron de clavarle un destornillador en el abdomen. Sentado en el sofá de su casa rememora cómo evitó la cuchillada, haciendo gestos como si estuviera en la moviola. Recientemente ha decidido contar anécdotas de este tipo también en su canal de Youtube.
Cuando ocurrió aquello le gustaba el deporte, pero no había entrado aún en el mundo del Fitness. Lo hizo cuando vio a su expareja ganar campeonatos. Él la acompañaba y no se veía. A él no le gustaba la competición en bañador corto. Se decidió por una categoría de Fitness en la que se participa en bermudas. Ahí sí se sentía cómodo.
Comenzó a entrenar y a ganar peso. Se dio cuenta de que despuntaba, que se le daba bien aquello. Empezó a participar en campeonatos y a ganarlos. Tanto, que fue el primer español en tener la tarjeta profesional para irse a Estados Unidos. Por entonces, superados ya mediados de esta década, llevaba una vida ordenada, limitada por sus dietas y los entrenamientos.
Recuerda cómo se sentía en aquellos inicios. “Al principio mi jefe me llevaba al periódico, al Ayuntamiento… Decía: ‘Mira, tengo a un campeón’, no sé qué…”. Pero pronto llegaron los celos.
Faro apunta que, de presumir, sus jefes y compañeros pasaron a mirarlo con celos. “Empecé a ganar dinero fuera de la policía. Recibía permisos y días libres porque era deportista de alto rendimiento. Todo eso hizo que se levantaran envidias y todo eran problemas. Recuerdo que un superior me dijo: ‘Vives mejor que un jefe’. Me lo estaba reprochando”.
Con el paso de los días, Faro fue ganando campeonatos y las marcas se interesaron por él. Primero le dejaban los productos más baratos. Luego, gratis. Hasta que llegó el día en que empezaron a pagarle por consumir sus productos y recomendarlos. “Yo alucinaba al principio”. Con el paso del tiempo, su sustento principal pasó a ser la publicidad y no la policía.
Recuerda una anécdota con su padre. Le decía que era mentira, que nadie le pagaría por consumir sus productos. ¿Cómo le iban a pagar a él por promocionar algo?
Se ríe ahora. La marca Prozis es la que más apuesta por él. Recientemente ha promocionado desde complementos alimenticios y básculas hasta relojes inteligentes o proyectores de vídeo.
El dinero que ganaba y el tiempo que le dedicaba al Fitness acabaron por convertirse en su principal trabajo. Competía, generaba dinero por publicidad y preparaba a quien contratara sus servicios. Dudó, pero tomó la decisión. Tenía que dejar la policía. Y así lo hizo, a pesar de que sus padres no las tenían todas consigo. Ya se sabe: más vale pájaro en mano que ciento volando. Pero Juan no hizo caso.
Una vida muy tranquila
Atrás quedaron las noches de patrulla. También los días de obligado entrenamiento por la competición. Hace unos años que es su propio jefe. Dejó el mundo del Fitness cuando su cabeza ya no podía más. Ahora reconoce que hacer lo que te da la gana un año está muy bien. En cambio, hacerlo dos no lo ve tan buena idea. Por eso quiere establecerse una rutina que le haga salir de casa.
Ya no madruga. Recuerda cómo le costaba hacerlo. Levantarse a las 6 de la mañana para patrullar no era lo suyo. Él prefería los turnos de noche en la policía. “Por mucho que digan, no te acostumbras”, comenta. “Échame todas las noches que quieras, pero lo de madrugar es que lo llevo mal, no sé por qué”.
Su día a día es sencillo. Se levanta a la hora que gusta, desayuna, realiza las gestiones oportunas, va al gimnasio, graba los vídeos que toquen ese día, come y, por la tarde, suele dejar tiempo libre para disfrutarlo en lo que le plazca.
Faro es un hombre tranquilo. Lleva una vida muy acomodada. Ya ni siquiera se complica con la dieta. No es completamente severo. La cumple, pero no pesa los alimentos. Come lo que le pide el cuerpo. Hace años que no escatima.
Por ejemplo, cuando llegamos a su casa, nos ofrece un café. Él también se lo toma. No le echa azúcar, claro. Lo hace en una cafetera que está debajo de los productos que le patrocinan.
“Si tengo que salir un par de veces por semana a cenar a un restaurante, lo hago”, comenta. Es decir, no se priva tanto como cuando estaba en la competición. “Llevar esa vida es complicado, y cuando estás en la policía aún más. Te enfadas, estás cansado muchas veces… Hay algunos policías que practican el Fitness, pero los que lo hacen un largo periodo de tiempo es porque tienen mucha fuerza de voluntad. Es muy difícil”.
Una obsesión: Elena
Su fórmula para hacer dinero la tiene clara. Lo expone con seguridad. "Consigue a sólo 5.000 locos que se gasten 50 euros al mes en ti", afirma. Complicado parece si no eres un equipo de fútbol.
Actualmente tiene a tres personas trabajando con él y no volverá a la policía. Al menos, no es su objetivo. Él pretende ir quemando etapas. “Fue un pasado muy bonito, pero ya es otra época de mi vida, como la competición”. Ahora tiene un proyecto basado en un nombre: Elena.
Mira al futuro. Tiene bastante dinero. No hace falta que enseñe la cuenta del banco. Tiene el suficiente como para sortear uno de sus Porsche. El año pasado lo hizo con un Mercedes. “Vendo papeletas a 2,50 euros y es un lío. No es tan fácil. Lo regalo con un año de seguro gratis y con mil euros para gasolina”. Desde luego, los coches que hay aparcados en la puerta no parece que consuman poco. “Es un año de coche gratis. Luego, haces con él lo que quieras”, dice. ¿Por qué lo sorteas? “Porque puedo”.
Actualmente vive de la publicidad de sus vídeos, pero ya piensa en el futuro. Tiene un negocio de restauración y quiere diversificar en otros sectores.
Su primera apuesta será un gimnasio. Este le permitirá grabar los vídeos y entrenar sin tener que molestar a otros usuarios. “Un centro de entrenamiento para mí que, a la vez, me sirva de plató de televisión para grabar los vídeos”, comenta. También le obligará a tener una rutina que le haga salir de casa.
Posteriormente señala otros negocios. Por ejemplo, el vino. Quiere crear una bodega llamada ‘Elenium’. El gimnasio también se llamaría así.
El nombre no tiene apenas secreto: es el de su madre. Se considera un hombre familiar e, incluso, tiene a una de sus hermanas, la mayor, trabajando con él. La hermana mediana está en Londres, contenta, pero él quiere crear un negocio de medicina con el que pueda hacerla retornar. Es su sueño, quiere que estén juntos.
Se abrirá entonces una nueva etapa en la vida de Juan Faro, un hombre de éxito. Quién sabe si por entonces habrá dejado los vídeos. Otra etapa más que quedaría cerrada. De momento, sigue subiendo vídeos al menos una vez a la semana a Youtube.