La gran huida de los madrileños... a Madrid: 3 parajes para amar y 5 masificados que odiarás
Los municipios más emblemáticos de la sierra madrileña esperan gran cantidad de visitantes para este puente. En Morata de Tajuña, los vecinos culpan a los turistas por el aumento de contagios.
18 marzo, 2021 01:31Noticias relacionadas
Unos deliciosos dulces con forma de corazón tienen dividido por completo al pueblo de Morata de Tajuña, al suroeste de Madrid. Se trata de sus famosas palmeritas de distintos sabores que se exportan en medio planeta y que, desde hace tiempo, atraen a miles de turistas a esta localidad de 7.000 habitantes para degustarlas.
Hasta hace un año, ningún vecino del municipio se oponía a la llegada de visitantes por este motivo. Es más, las seis pastelerías que hacen estos dulces —que se comen a miles de kilómetros de distancia, en países como EE. UU. o Japón— son el motor económico de la zona y dan de comer a miles de familias. No obstante, con la pandemia todo ha cambiado. Y ahora los morateños señalan a los turistas que llegan en masa cada fin de semana como culpables del incremento de contagios de coronavirus en el pueblo.
Su enfado lleva gestándose desde octubre, fecha en la que la presidenta, ahora en funciones, de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se negó a cerrar perimetralmente la región a pesar de estar en plena segunda ola del virus, frente al resto de comunidades autónomas. Lo que provocó que el turismo interior y de montaña en Madrid comenzase a crecer. Una tendencia que, en los próximos puentes en marzo y abril, podría repetirse en los pueblos más emblemáticos de la región como Buitrago de Lozoya, Rascafría, San Lorenzo de El Escorial, Manzanares el Real o Rascafría, ante la imposibilidad de los madrileños de viajar fuera de sus fronteras.
En la actualidad, Morata de Tajuña es el único municipio madrileño que está confinado por su tasa de coronavirus. La semana pasada presentaba 572 casos por cada 100.000 habitantes; mientras que, según los datos publicados este martes, su incidencia ha crecido hasta los 624 contagios. Cifras que han acentuado todavía más la indignación de los residentes, quienes han denunciado de manera abierta que los culpables han podido ser los turistas que viajan hasta la región "atraídos por sus paisajes, sus rutas ciclistas y sus famosas palmeras".
Revuelo en Morata
El revuelo que han causado las declaraciones de estos vecinos ha sido tal que el alcalde del municipio, Ángel M. Sánchez, se ha visto obligado a publicar un comunicado pidiendo disculpas a los turistas, pero sobre todo a los comerciantes que, según expresa, "suponen un sector vital para muchísimas familias" de Morata de Tajuña. "Lo último que necesitan los hosteleros es una campaña de desprestigio con el pan que tanto les cuesta ganar", ha criticado.
"Hay que dejarlo claro: los contagios no se han producido esperando turno en un comercio, ni sentados en una terraza guardando las medidas de seguridad. No y mil veces no. Los contagios se han producido, en la gran mayoría de los casos, en el ámbito familiar y privado, en las reuniones en las que bajamos la guardia amparados en una falsa sensación de seguridad por ser familia o amigos", ha sentenciado el primer edil en la misiva.
Sea así o no, lo cierto es que los expertos siempre han insistido en que el hacinamiento de personas aumenta mucho el riesgo de contagio, aunque sea en espacios al aire libre. Lo decía, por ejemplo, el epidemiólogo Joan Caylá tan solo unos meses cuando los españoles abarrotaban las calles para ver las luces de Navidad. "Si tenemos a la gente hacinada el riesgo aumenta mucho. Hay que favorecer que se salga, pero que no salgan todos a las mismas horas. Es tener sentido común. De lo contrario, como está ocurriendo, hay un efecto atracción. Y los datos, después, empeorarán", advertía este médico catalán.
Y acertaba, claro. Tampoco era la primera vez. Después del verano, en el que hubo total libertad de movimiento, llegó la segunda ola. Tras el puente de diciembre, también ocurrió. Y una vez terminaron las navidades, incluso antes, se registraron los mayores niveles de incidencia, alcanzando cifras récord de muertes a diario. Esta tendencia, aseguran algunos epidemiólogos, como Margarita del Val, puede repetirse tras la Semana Santa, a pesar de que la vacunación avanza, si no cumplimos con lo dictado por las comunidades autónomas. Y no solo entonces, podría ocurrir en el puente de esta semana, por el día del padre.
La sierra madrileña
Nadie, desde este jueves, podrá viajar a otras comunidades, pero sí se permitirá hacerlo en la que residas habitualmente. ¿Y dónde irán los madrileños? A la Sierra de Madrid y, en concreto, a las localidades más conocidas de la zona. Como puede ser Buitrago de Lozoya, Rascafría, San Lorenzo de El Escorial, Manzanares el Real o Rascafría. En estos municipios, aseguran fuentes municipales a EL ESPAÑOL, lo que ocurra este puente no será algo nuevo. La masificación se repite cada fin de semana desde octubre, dicen. Aunque, claro está, habrá muchos que se quedarán allí todo el fin de semana.
Por lo pronto, la reserva de alojamientos está al 100% en la mayoría de estos municipios. Así lo asegura Carlota López, alcaldesa de San Lorenzo, en declaraciones a este periódico. "En nuestro caso, llevamos varios findes de semana, incluida Navidad, con mucha afluencia de visitantes. Para este puente, la ocupación hotelera está completa. Pero, durante todo este tiempo, hemos reforzado los efectivos de Policía y Guardia Civil para que se asegure el cumplimiento de medidas. También hemos hablado con los forestales para que se vigile el acceso de los coches a la montaña, hay mucha gente que pasa con él por zonas restringidas", apunta la primera edil.
— ¿Y no les preocupa que la masificación pueda incrementar los contagios? ¿Cómo ven esto los vecinos?
— Preocupa sí, aunque la gente vaya con mascarillas. Pero estamos concienciados y la inmensa mayoría respeta la distancia en el sector hostelero. El turismo está viniendo muy bien al sector servicios, después de los meses tan duros que han vivido. Aun así, hay vecinos preocupados por el gran número de personas que se concentra, por ejemplo, en la plaza principal. No obstante, tenemos mucho espacio para que los turistas se dispersen y habrá refuerzos de seguridad para evitar aglomeraciones.
En el Consistorio de Rascafría, otro de los puntos más conocidos de la sierra madrileña por estar en pleno valle del Lozoya y albergar el Monasterio cartujo de El Paular, en cambio, están "preocupados" con las masificaciones que se producen cada fin de semana. Principalmente porque los turistas no caben. "Estamos preocupados por la gran cantidad de personas que vienen. Todos llegan con coche y no tenemos la debida instalación. Hemos habilitado tres parking y estamos acondicionando el parque de las presillas, aún estaba cerrado por los destrozos que causó Filomena. En cualquier caso, aquí somos muy estrictos. Y nunca se puede echar la culpa al ojo ajeno, los contagios se producen en reuniones y fiestas ilegales", sentencian desde el ayuntamiento, respondiendo a la polémica que ha surgido en Morata de Tajuña.
Tres oasis
Frente a estos emblemáticos y transitados lugares, no obstante, también hay otras opciones en la sierra madrileña que no son tan conocidos por los turistas, pero que cautivarían de igual manera a cualquiera por su belleza.
El Berrueco es un ejemplo. Esta localidad está situada en la parte este de la sierra junto a la provincia de Guadalajara. Su paisaje combina el embalse del Atazar con el macizo de La Cabrera, muy cerca de Patones de Arriba. Además, su ubicación fronteriza permite conocer el valle del Lozoya, la Alcarria y los campos de Castilla. También los monumentos pertinentes como el puente romano sobre el Jóbalo y su trazado urbano excelentemente conservado.
En las estribaciones orientales de la sierra de Madrid, concretamente en la sierra del Lobosillo, está Puebla de la Sierra. Un municipio especialmente aislado, lo que hace que haya conservado aún mejor todo su encanto. Y al norte, también se puede visitar La Hiruela. Su encanto radica en que ha conservado durante siglos, una pequeña villa que conserva su molino y su colmenar, además de sus alrededores, plagados de parajes naturales, como el hayedo de Montejo.