El test para saber qué tipo de ego arruina tu relación de pareja o amistades: los ejemplos de la psicóloga
Freddy Mercury era calculador, pero eso le llevó al éxito; Stalin no tenía empatía... ¿y tú, eres como alguno de ellos?
16 octubre, 2021 03:42Noticias relacionadas
¿Te ves a ti mismo como mejor y más inteligente que los demás? ¿A menudo diriges una conversación hacia ti mismo? ¿Alguna vez te ha disgustado que alguien tenga éxito? ¿Frecuentemente necesitas recibir el reconocimiento ajeno? Si la respuesta a alguna de ellas es afirmativa es que tu ego te domina (al menos en esas situaciones). Tranquilo, todos en un momento dado podemos ser ególatras. Quererse a uno mismo no es malo, está bien para tener confianza en uno mismo. Pero en exceso esa importancia personal puede resultar dañina para la salud mental propia y de las personas que nos rodean. Muy probablemente ese punto egocéntrico y narcisista que te caracteriza es el culpable de que tus relaciones de pareja no funcionen. No desesperes, está en tu mano cambiar: conociéndote a ti mismo, para empezar -por ejemplo, a través del test de personalidad Eneagrama-.
“Solo el 20% de los ególatras son conscientes de que lo son, el resto no se reconoce como tal”, explica la psicóloga clínica y coach ejecutivo Pilar Guerra Escudero. Así que el primer paso para evitar que el ego dirija tu vida consiste en darte cuenta de qué tipo de egos malignos predominan en ti para poderlos mejorar. Esta experta clasifica los egos problemáticos más comunes en 8 tipos.
Para entender por qué se producen estas diferentes conductas negativas, debes saber que el ego, nuestro yo, no está solo en la psique, según la descripción de Freud. El ego convive en nuestra mente con otras dos instancias, el superyó y el ello, y juntas forman un equipo. “Cuando nacemos solo tenemos el ello. Si tienes una más potenciada, la otra se ve afectada. Si están descompensadas, entonces se convierte en un ego disfuncional”, explica Guerra. Vamos, que uno no nace siendo narcisista.
Si bien nuestra forma de ser depende en parte de nuestra genética, el superyó —el entorno social y educativo (padres, amigos, familia, pareja...)— y el ello —nuestra parte más impulsiva— influyen en el desarrollo del ego. “El superyó se relaciona con la educación recibida, con los valores, con la autoridad, con cómo nos han tratado las personas de nuestro entorno. El ello, lo que yo llamo nuestro hermanito más pequeño, es la parte más infantil, porque nacemos con unos reflejos primitivos que tenemos que ir educando para construir un ego adulto, empático y sano”, señala Guerra.
Grosso modo, los ególatras o narcisistas se creen superiores a los demás. Generalmente les cuesta integrarse en la sociedad y vincularse o comprometerse con una pareja, porque “se trata de un trastorno afectivo. Presentan mucha dificultad para alcanzar una relación de igualdad porque se creen más que el otro. Alardean de todo sin que nadie les pregunte”.
Los 8 egos que arruinan relaciones
Si bien existe un yo sano que Pilar Guerra denomina el ego empático, esta especialista en desintoxicación emocional describe los 8 tipos de ego más habituales en una personalidad narcisista.
1- Ego ecpático: se refiere a personas que carecen de empatía. O lo que es lo mismo, no tienen la capacidad de comprender la vida emocional de otras personas. No les importa lo que sientan otras personas, ni entienden que necesites su apoyo. Solo empatizan con ellos mismos. Por ejemplo, no escuchan activamente. Aprovechan lo que dices para expresar sus necesidades. En vez de atender a lo que tú estás contando, utilizan ese problema para hablar de sí mismos.
Josef Stalin es el prototipo de este ego. Ya saben, gobernó la Unión Soviética de forma tiránica desde los años treinta hasta su muerte, implantando el régimen más totalitario que haya existido jamás. Quizá influyó el hecho de haber quedado huérfano desde temprana edad, pero lo cierto es que su vida estuvo marcada por su desmesurada ambición de poder. Fue un individuo sin empatía. Este tipo de ego no les deja ni permite ponerse en el lugar de otras personas. Si alguna vez empatizó, fue consigo mismo.
2- Ego máscara: se caracteriza por la poca transparencia en su forma de actuar y pensar. Están del lado de la mentira, de la trampa para relacionarse con los demás. Al utilizar la máscara ocultan su verdadero yo. Tienen una personalidad diferente con cada persona con la que se relaciona. Son personas que a solas te hablan de unas cosas y cuando estáis en grupo defiende otras para ser aceptado, no pone en práctica su verdadera personalidad.
El británico Charles Chaplin, considerado como uno de los grandes genios de la historia del séptimo arte, es el prototipo de este ego. El talentoso artista mundialmente conocido por su capacidad de transmitir emociones con simples gestos tenía claramente una doble cara, dos formas diferentes de presentarse a los demás. Tras el creador del tierno y humanísimo Charlot, según las personas que le rodearon en su vida privada y en los rodajes, se hallaba un ser controlador e hiriente que nada tenía que ver con la fachada que presentaba en la gran pantalla. Sus sentimientos dejaban mucho que desear, por lo que su talento artístico era una máscara o vía de escape para demostrar que era “el poli bueno”.
3- Ego manipulador: es un clásico de la literatura y de las películas de psicópatas. Son altamente inteligentes, astutos y sin escrúpulos. Consiguen todo lo que se proponen, aunque para ello mientan o se hagan las víctimas. Se las apañan para que otras personas ejecuten todo lo que ellos quieran para su propio beneficio. Cuando alguien intenta siempre convencerte para que lleves a cabo algo que ellos quieren. Los reconocerás porque para ejecutar esa acción te refuerzan muy positivamente y cuando ya lo han conseguido te retiran la atención, ya no les importas. La víctima se queda enganchada porque está deseando que le vuelvan a reforzar.
Grigori Rasputín, aventurero y cortesano ruso, de origen campesino y humilde, logró gracias a su ego manipulador llegar al poder. En sus viajes por el país, se granjeó la fama de místico y se le atribuyó el poder de curar enfermedades y predecir el futuro. Cuando llegó a San Petersburgo, se ganó la confianza de la zarina y eso le llevó a ser investido de un inmenso poder. Inteligentemente astuto, consiguió todo haciendo tergiversaciones con la sutileza de la seda.
4- Ego aventurero y navegante:necesitan llevar a cabo muchas actividades para dar una imagen atractiva de cara a los demás y presumir de esas buenas experiencias. Comparten su vida continuamente en las redes sociales, dando la idea de que son muy felices y que son más interesantes que tú. Aprovechan y se ponen al lado de un famoso y te etiquetan para que lo veas.
Cristóbal Colón comenzó a soñar y diseñar el ambicioso y desmesurado proyecto que habría de obsesionarlo toda su vida: descubrir una ruta más corta y segura a las Indias, navegando hacia occidente. Y por este “sueño” vivió toda su vida. Las personas que presentan este ego las pequeñas cosas no les son suficientes, y necesitan embarcarse en aventuras extraordinarias para dar un poco de sentido a sus vidas que poco sentido tienen. Son egos que viven de cara a la galería.
5- Ego parásito: para sobrevivir necesitan la energía de otras personas empáticas y así compensan su oscuridad. Suelen ser personas envidiosas, a las que les cuesta celebrar el éxito de los demás. Por ejemplo, cuando alguien te cuenta algún éxito y notas que te miran con rivalidad, se les cambia la cara porque no lo soportan y minimizan ese logro. Sin embargo, les encanta ver mal a otra persona y ahí son superprotectores. Sería alguien con la que te vas de compras y aunque el pantalón te quede genial, ponen en duda que te favorezca y te dicen “te hace tripa”. No aguantan tu energía positiva, que estés contento porque te quede bien.
Freddy Mercury, a pesar de su liderazgo y personalidad arrolladora, tenía un carácter adictivo e inseguro. Para alcanzar el éxito se valía de personas empáticas para reforzar su éxito y liderazgo. Necesitaba de los otros para reafirmarse.
6- Ego vampiro: copian la personalidad de otras personas y se apropian de ella. Falsean su identidad para lograr la aceptación de los demás. Observan e imitan (gestos, palabras, ideas, comportamientos, forma de vestir...) para construir su forma de ser. Esta conducta en psicoterapia se llama almagemelización. Por ejemplo, cuando intuyes que alguien te está mintiendo acerca de sus preferencias y lo que hacen es repetir las que tú tienes.
Enrique VIII presentaba una estructura de personalidad inmadura y de frialdad emocional, fue menos conocido por los logros de su reinado que por sus seis esposas, que fueron engañadas, repudiadas o ejecutadas. Su objetivo era enamorarlas, cosificando a las mujeres, llegándolas incluso a decapitar cuando consideraba que no le eran útiles.
7- Ego reciclaje: quienes cosifican y descartan. Si encuentran algo mejor, te dejan y se van, tanto en el plano amoroso como de amistad o laboral. Pueden dejar de ser amigos o tu pareja de un día para otro. O terminar una relación con un mensaje de WhatsApp. Actúan así porque son impulsivos. En este ego se incluyen las parejas que son infieles. Te reciclan: rompen y luego vuelven a ti.
Anna Karenina, protagonista de uno del libro del escritor Leon Tolstói, perteneciente a la aristocracia rusa del siglo XIX, casada y con un hijo, se enamora del comandante Vronsky, dejándose llevar únicamente por la intensidad de sus sentimientos. Las personas con personalidad como la de este personaje de ficción encuentran dificultad para instaurar relaciones de compromiso, por una estructura de personalidad incoherente.
8- Ego calculador: personas que todo lo hacen por interés y para su propio beneficio. No se mueven por sentimientos sino por objetivos. Extremadamente prácticos y fríos. Para ellos el fin justifica los medios. Aquí se incluye a los estafadores. No les importa apropiarse de ideas de un compañero, con tal de ascender en el trabajo.
Napoleón Bonaparte fue un niño introvertido, a quien le gustaba la soledad para meditar y no le preocupaban demasiado los estudios, excepto las matemáticas. Podemos decir que no confiaba mucho en nadie y era bastante frío con las mujeres, pero era inteligente, metódico e independiente y con un alto nivel de racionalidad ante las diferentes situaciones de toma de decisiones. Absolutamente todo lo que hacía era por interés: acción, reacción.
Para domar estos egos, la psicóloga aconseja primero conocerse a uno mismo —siendo conscientes de la vinculación del yo, el superyó y el ello— para querer cambiar esos comportamientos y después aprender a gestionar la frustración manteniendo a raya la ira, la tristeza y la rabia. Algo que es posible lograr si de verdad nos proponemos sanear estos egos nocivos. Porque “no todo el mundo quiere cambiar”.