Las redes ardieron. Para bien y para mal, pero, sobre todo, para lo segundo. Durante todo el fin de semana pasado, hubo un extraño local abierto en Malasaña, céntrico barrio madrileño, en el que, según anunciaban en medios y en el propio escaparate del antro, "estaba bien estar mal".

Este local, llamado ‘La Llorería’, inició sus andadas el pasado viernes 15 y bajó la persiana el domingo 17, solo dos días después. El objetivo del lugar, aparentemente, era reivindicar la normalización de los problemas mentales más habituales de la juventud española, como la ansiedad y la depresión, por lo que los clientes podían entrar a hablar con algún terapeuta con el que llorar y desahogarse. Sin embargo, a pesar de ser de entrada gratuita, el auténtico fin que había detrás era vender el paquete psicológico online de la aplicación que había lanzado el proyecto.

Aunque ‘La Llorería’ nació como una desenfadada estrategia de marketing con la que atrapar a nuevos clientes para TherapyChat, una especie de app que te ofrece los servicios en línea de un psicólogo al que recurrir en momentos puntuales, el lanzamiento del proyecto suscitó una enorme polémica en redes sociales, sobre todo en Twitter, por la aparente mercantilización de la salud mental.

Sin embargo, aunque este motivo suscitó el cabreo de multitud de usuarios de Twitter, el auténtico escándalo vendría ese mismo fin de semana, cuando se supo cuánto cobraban los profesionales de la salud mental que estaban trabajando en ‘La Llorería’: según un anuncio que la propia TherapyChat había colocado en la web de búsqueda de empleo InfoJobs, la empresa estaría pagando a sus colaboradores entre 12 y 24 euros la hora.

'Uberización'

Muchas voces discordantes apuntaban a que este tipo de aplicaciones, que pueden recordar a otras webs de servicios como Glovo o Cabify, estaban provocando una uberización de la psicología, lo que conllevaría un aumento de la precariedad, ya no solo de los trabajadores, sino también de la calidad del propio servicio que se está prestando. Sin embargo, ¿hasta qué punto son reales las informaciones de jornadas mal pagadas y explotación de los profesionales?

"Era como trabajar para Deliveroo, pero haciendo terapia", asegura Lidia, quien esconde su nombre real bajo este pseudónimo por miedo a represalias dentro del mundo laboral de la psicología. "Nos obligaban a darnos de alta como autónomos, a pagar nosotros la cuota de la Seguridad Social, a abonar la colegiación al Colegio de Psicólogos y hasta a pagarnos el seguro de responsabilidad civil. Eran las desventajas de ser un freelance, pero sin ser un freelance".

Lo que Lidia denuncia es que el sistema planteado por TherapyChat estaría completamente basado en el denunciado modelo de explotación laboral que algunas webs de reparto de comida rápida tienen con sus riders – o, al menos, tenían hasta la entrada en vigor de la nueva ‘Ley Rider’: jornadas extenuantes, altas en autónomos sin serlo y sueldos míseros.

"Es cierto que los requisitos para entrar en el programa de colaboración eran bastante exigentes", sigue narrando Lidia. "Teníamos que hacer tres entrevistas, presentar nuestros diplomas, números de colegiados y experiencia laboral. Dentro de TherapyChat hay profesionales excelentes y muy bien formados. El problema venía cuando te oficializaban como colaborador".

Según relata Lidia, les hacían firmar un contrato mercantil en el que les dejaban muy claro que la aplicación era solo un software, una plataforma a través de la que el profesional podía conseguir clientes, y que no existía ningún tipo de relación laboral entre ellos.

"Pero no era así", continúa. "Para ganar, pongamos, unos 1.200 euros brutos al mes, tenías que hacerte más de cuarenta horas a la semana. Y pueden parecer mucho 1.200 euros, pero nosotros éramos autónomos, así que quítale las trimestrales, el IVA, la Seguridad Social, etcétera. Te tenías que dar con un canto en los dientes si llegabas a los 950 euros mensuales. Se quedaban con la mayor parte del dinero de las sesiones".

Falsos autónomos

Fuentes consultadas por EL ESPAÑOL relatan que es habitual, dentro del sector de la psicología, la figura del falso autónomo. Esto consiste en que el propietario de un gabinete "alquila" a un profesional su despacho, de tal manera que este puede desarrollar allí su actividad a cambio de cederle al propietario una parte, normalmente, el 50% de los honorarios. "Pero con TherapyChat no es así", matiza Lidia.

Según ella misma denuncia, la empresa detrás de TherapyChat permitiría que el profesional cobrara, por cada sesión trabajada, unos 10 euros brutos. Consultando los precios a los que ofrecen las sesiones en su web oficial la aplicación, esto sería poco menos del 25% de la sesión, ya que los precios de cada hora de terapia, dependiendo del tipo de paquete que compres, oscilan entre los 44 y los 34 euros.

"Nosotros no pagamos a los profesionales que colaboran en nuestra plataforma, sino que son ellos los que nos pagan a nosotros por usar nuestro software", se defiende Nicolás Luca de Tena, portavoz de Altania de Mar, S. L., empresa detrás de TherapyChat. Esta sociedad, que lleva ya casi seis años en el mercado, ha facturado en lo que llevamos de 2021 unos 460.000 euros, aunque recientemente recibió una inyección de capital de cinco millones.

Este proceso de cobro de una "pequeña comisión" por usar el servicio se realizaría a través de un sistema de retención, ya que todo el proceso de pago se hace mediante la propia TherapyChat, que luego tiene que abonar el montante a su colaborador.

Sin embargo, Lidia denuncia que las presuntas prácticas opacas no acabarían aquí. "Yo trabajé tres sesiones gratis. Cuando entras y te suscribes a los acuerdos de la plataforma, tienes que aceptar un plan de retención en el que debes conseguir que el paciente se quede durante al menos cuatro sesiones. Si no lo consigues, no cobras las que ya hayas dado. Como si fueras el HBO y tuvieses que causarle intriga al cliente para que no se marche. Hubo un caso en el que un chico estuvo solo tres sesiones y se fue. Y yo no las cobré".

"Condiciones abusivas"

Lidia, que decidió dejar TherapyChat solo un mes y medio después de haber entrado, no es la única persona que se queja de esta uberización de la psicología por parte de la plataforma. Cristián, otro psicólogo – de nombre igualmente ficticio – con casi siete años de experiencia, también decidió probar suerte en el sistema de Altania de Mar, S. L. durante 2020: "Con el confinamiento, decidí meterme porque andaba mal de dinero, pero fue una decepción".

"Las condiciones son abusivas", relata. "Te venden que TherapyChat es solo un software que contratas para realizar tu actividad, pero es mentira. Entre sesión y sesión, solo te dejaban descansar quince minutos. ¿Qué tipo de autónomo eres si no puedes trabajar cuándo y cómo quieres?"

Pero eso no es lo peor: "Decidí irme cuando me di cuenta de una de las cláusulas del servicio. Según ponía en el acuerdo, si llevabas menos de seis meses con ellos y habías conseguido seis pacientes o más, si querías dejar de trabajar te obligaban a pagar 500 euros por cada uno de ellos. Es decir, que si en un mes me hubiese ido bien y hubiese conseguido seis clientes, pero luego lo hubiese querido dejar por haberme salido otro curro mejor, tendría que haber pagado 3.000 euros. Menos mal que no me fue nada bien y gané cuatro perras. Y ya otro día, si quieres, hablamos de la calidad que te permite dar un servicio así, que te obliga a ir a toda leche con los pacientes y atraparlos en la app".

Aunque Luca de Tena, el portavoz de la empresa, admite que estas condiciones son reales, asegura que "es normal que, cuando contrates un servicio, haya una permanencia. Actuamos como cualquier otra empresa proveedora de software. No podemos permitir que un profesional nos use para conseguir clientes y luego se vaya".

Actualmente, según datos de la compañía, TherapyChat cuenta con unos 300 psicólogos en su cartera y unos 2.000 clientes.

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