El reto de Toni, el estudiante de periodismo que no puede escribir tres líneas seguidas
El apoyo le ha permitido uperar su grave disgrafía y comenzar el grado universitario en la Universidad Complutense.
19 noviembre, 2021 06:02Noticias relacionadas
Toni Dunne es incapaz de escribir tres líneas seguidas. No puede coger bien el bolígrafo y cada trazo exige un esfuerzo ímprobo. Cuando redacta, parece que las letras se van a poner a bailar y es probable que los renglones acaben juntándose.“Me han dicho mil veces que tengo letra de médico y, de hecho, a menudo incluso yo mismo soy incapaz de entender lo que he escrito”.
Y, sin embargo, este joven mallorquín acaba de sacar una excelente nota en la prueba de acceso a la Universidad y ahora entra cada mañana a la Complutense para asistir a clases de Periodismo. El respaldo familiar, el trabajo de sus profesores y orientadores y el apoyo de las nuevas tecnologías le han permitido superar su grave disgrafía y comenzar un grado universitario. Esta es la historia de cómo Toni ha conseguido, finalmente, escribir derecho con renglones torcidos.
Todo comenzó cuando empezaron las clases de lectoescritura en el colegio. Algo no acababa de ir bien en los trazos de Toni. En la escuela de Son Ferrer, un pequeño núcleo urbano dentro del municipio de Calvià (Mallorca), notaron que el chico no evolucionaba correctamente con su escritura. Dieron algo de tiempo al tiempo, probaron con trabajos específicos, le hicieron rellenar varios cuadernos de caligrafía… Pero los problemas persistían.
Pronto llegó el diagnóstico: disgrafía grave. Toni sufre este trastorno del aprendizaje, que le impide coordinar correctamente los músculos del brazo y de la mano, lo que tiene como consecuencia serias dificultades para escribir de forma ordenada y legible. “Es un trastorno de aprendizaje como puede ser la dislexia, que es más conocida porque está más visualizada gracias, por ejemplo, a la labor de las asociaciones; pero yo la situaría al mismo nivel”, explica a EL ESPAÑOL Lola Burgos, la jefa de Orientación del Instituto de Educación Secundaria de Son Ferrer, donde Toni acaba de terminar el Bachillerato.
Con el diagnóstico en la mano, los profesores y orientadores se pusieron manos a la obra. El objetivo era que el chaval recibiese exactamente los mismos contenidos que sus compañeros, pero que pudiera demostrar el aprendizaje de otra forma. Porque claro, Toni no puede hacer un examen escrito en las mismas condiciones. Según la prueba, necesitará más tiempo, más folios, hacerlo de forma oral, leer las respuestas en alto al profesor al terminar o redactarlo mediante un ordenador.
Y para las clases, lo mismo. “Se realiza una adaptación no significativa, es decir, conseguir que acceda a los contenidos de la enseñanza a través de otras vías. Como escribir a mano le supone un trabajo excesivo, le evitamos copias innecesarias o le proporcionamos mapas conceptuales que para el resto de alumnos pueden ser un apoyo más, pero para él son pilares para conseguir aprender los conceptos”, explica Burgos. No es una cuestión de reducir contenidos o darlos de otra manera, sino de “proporcionar las oportunidades justas y conseguir una igualdad de oportunidades real”: “Se trata de ajustar las circunstancias al caso para que pueda dar lo mayor de sí”.
Adaptado
“Me han ayudado mucho. Tanto en el colegio como en el instituto han sido bastante comprensivos”, agradece Toni desde la residencia de la Ciudad Universitaria de Madrid donde ahora vive. Por su parte, los orientadores del centro se quitan méritos: “No hemos inventado nada. Aquí el mérito es del chico, que tiene una voluntad de esfuerzo tremendo, y del profesorado”. El otro puntal que ha permitido completar un Bachillerato exitoso ha sido la tecnología. Toni sí puede manejarse perfectamente con el teclado de un teléfono o de un ordenador, así que el instituto optó por aumentar el trabajo con computadora, especialmente para los exámenes.
Cuando llegó la hora de la extinta Selectividad -actual Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU)– la propuesta del IES Son Ferrer a la Universitat de les Illes Balears (UIB) fue usar un ordenador.
“Nos pusimos en contacto con la universidad mediante un informe exhaustivo en el que explicamos el tipo de ayudas que habíamos adoptado desde el centro para que la UIB las asumiera también porque no hay dificultad en la producción de los contenidos”. Toni lo recuerda con total normalidad, porque para él no era nada raro hacer un examen con computadora: “Me pusieron en la parte de atrás con un ordenador, algo más separado del resto. Y yo iba haciendo los exámenes y guardándolos en una carpeta”. Sólo una pequeña pega: tuvo que ir a la sede central de la UIB, a las afueras de Palma, en vez de acercarse a la próxima Paguera, donde se examinaron sus compañeros.
La nota confirmó, una vez más, el éxito de la adaptación: un 11,8 que le permitía “elegir sin problema lo que quería” porque para Periodismo bastaba un 9. “Yo de pequeño quería ser futbolista, pero como soy muy malo jugando, la mejor manera de acercarme a ese mundo es ser periodista deportivo: me gustaría tener un programa de televisión o de radio, o estar comentando en tertulias”.
Toni ya ha demostrado que tiene madera para escribir porque el año pasado ganó el primer premio en su categoría de la II edición del concurso de redacción de la Asociación de Periodistas de las Islas Baleares (APIB). “También pude presentarlo por ordenador; mi texto hablaba sobre el periodismo en la pandemia, en concreto sobre las fake news que habían surgido alrededor de la Covid”. Fue lo primero que hizo relacionado con el periodismo y se llevó un premio. “Fue toda una sorpresa, aunque siempre me habían dicho que se me daba bien el redactar”.
Y en esas está ahora, disfrutando de los trabajos y entrevistas que le encargan en la facultad de Periodismo de la Complutense. “Me está gustando, porque es más práctica de lo que esperaba”.
Para un futuro, sueña con la televisión o la radio, pero es consciente de que en cuatro años hay tiempo de sobra “para cambiar de idea”. Mientras tanto, está completando el proceso de adaptación al hecho de vivir fuera, algo a veces difícil para los mallorquines, a los que les suele resultar difícil “salir de la isla”. “Al principio me costó adaptarme, pero ahora estoy bien. Te abres rápido porque la gente es bastante maja”, reconoce Toni, que ya sueña con acercarse al Paseo de la Castellana para ver a su Madrid por primera vez en el Bernabéu.