Marisa me llamó por primera vez el 26 de febrero de 2020. Me preguntó por mi vida, mis aficiones, me hizo un examen de cultura y humanidades, charlamos un rato y me dio una fecha para ir a Saber y Ganar. Fui uno de los casi 2.500 aspirantes que se presentaron al programa ese año, cada uno con sus respectivas entrevistas. Dos años después la llamé yo para concertar esta entrevista. Se acordaba de todo.

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Si en algún momento de su vida ha encendido una televisión, es probable que se haya encontrado con ese extraño fenómeno que es Saber y Ganar, un concurso que gana años al mismo ritmo que su presentador los pierde. Durante los últimos 25 años, programa y hombre han permanecido congelados en una máquina del tiempo hasta convertirse en los más longevos de la parrilla española. Los números asustan: más de 4.000 horas de emisión, 450.000 preguntas formuladas y cerca de 2.800 concursantes. Todos parten de una mujer alejada de los focos, la misma que recuerda cada cara y cada respuesta.

Si se busca su nombre entre los títulos de crédito, la única referencia que aparecerá será de la guionista, pero en realidad es mucho más. Desde el primer programa hasta el último -casi 6.000 en el momento de escribir este artículo-, la labor de reclutar a la élite cultural de la televisión española ha recaído en las manos de Marisa Pérez, una gironina de 55 años diplomada en relaciones laborales y licenciada en sociología. Suyas son las entrevistas, las preguntas y las llaves del Ministerio del Tiempo que es Saber y Ganar.

Marisa Pérez, en el plató de 'Saber y Ganar'. TVE

Desde los estudios del programa en Barcelona, Marisa atiende por teléfono a EL ESPAÑOL la semana antes de las bodas de plata del programa y desgrana entre risas, como dándose poca importancia, las claves del éxito de un formato insólito en nuestra televisión. En su parcela, al otro lado de los focos, recuerda milimétricamente a todos los sabios y magníficos que ha reclutado, a los que ganaron, los que perdieron e incluso a los periodistas ingenuos que ni siquiera decidieron concursar. Por sus manos pasan más de 200 solicitudes al mes, pero no le hacen falta papeles para recordar una cara o una respuesta.

El casting

El proceso es sencillo: alguien manda un email o una carta -la mayoría toda se presenta por correo postal-, ella hace la criba y se encarga de llamar uno por uno a los candidatos. El mecanismo no ha cambiado un ápice desde que empezó a ejecutarlo en 1997, un método selectivo en el que la inmensa mayoría de los aspirantes se quedan en eso, en las preguntas de Marisa, y no llegan a más.

Jordi Hurtado y Marisa Pérez. Cedida El Español

“Les pregunto por sus estudios, su trabajo, sus datos personales, sus aficiones y qué materias domina más, pero nunca descarto a nadie sólo por esto”, señala. “Luego paso al test cultural, que son 15 preguntas que suelen ser las mismas, pero que a veces voy cambiando para introducir temas de actualidad, ver cómo responden y comprobar que están al día”. Presentarse implica saber qué río pasa por Varsovia o cuál es la fórmula de la relatividad, sí, pero también poder hablar de tu libro favorito o de qué película te llevarías a una isla desierta.

Por eso no se trata sólo de dar respuestas correctas. La faceta de “guionista” pasa también por estudiar la parte personal del concursante, encontrar perfiles distintos, televisivos, y juntar a gente abierta, dicharachera y capaz de dar juego. Muchas veces también es una cuestión de sensaciones, “lo que te transmite cada persona”, pero no suelen ser motivo para negar la admisión. Esa única entrevista es suficiente para hacer la criba. La fórmula lleva 25 años funcionando, así que algo tendrá de bueno.

El plató de 'Saber y Ganar'. TVE

Lo que sí cambió de la receta principal, que idearon en grupos a partir de concursos más antiguos, es mediar en la representación. Parte del trabajo -autoimpuesto- de Marisa es que todos los espectadores puedan sentirse identificados entre el elenco de concursantes a todos los niveles, desde el lugar de procedencia hasta el estado civil, además de las profesiones o personalidades. En ese sentido, no deja nada al azar.

Sobre todo, se preocupa por la paridad. Al concurso siempre se han presentado más hombres que mujeres, “alrededor de un 65% frente a un 35%, pero la diferencia se acorta en quienes salen finalmente en pantalla: “Un 55% de hombres frente a 45% de mujeres”, aclara, “y menos gente de Cataluña y Canarias que del resto de regiones”. Para sacar todos estos datos, además de los totales de programas, preguntas, nombres propios e historias personales, Marisa se vale únicamente de su cabeza, que sigue recordando al milímetro cada detalle de los casi 6.000 programas a sus espaldas.

Marisa Pérez, en su despacho. Cedida El Español

“No es que sea una superhéroe ni nada, pero es verdad que tengo buena memoria. Eso me ayuda para eventos como el del 25 aniversario, que me acuerdo de todo el mundo". Con una memoria así, cabe pensar que podría medirse a los campeones que ella misma se encargó de descubrir, pero le quita hierro al asunto: “Igual hace 10 años me hubiera presentado, que tenía más reflejos. También es cierto que parto con ventaja después de tantos años rodeada de magníficos”, ríe.

“Antes eran mejores”

En realidad, nadie lo hubiera dicho cuando acabó la universidad. Antes de fichar cerebros televisivos, Marisa trabajó durante seis años en una autoescuela y estaba a punto de sacarse el título de profesora, pero un viaje a Nueva York le cambió la vida. Se mudó medio año a Londres para aprender inglés y, a su vuelta, se puso el reto de trabajar en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Lo consiguió en la subsede de Banyoles, donde se preparaban las pruebas de remo, como responsable de voluntarios. Al terminar los juegos encontró su sitio.

El equipo detrás de 'Saber y Ganar', durante la gala por su 23 aniversario (2020). TVE

Ingresó en Produccions Quart, la actual productora de Saber y Ganar, en octubre de 1992, primero como secretaria en La Vida es Juego y luego como ayudante de guion en Valor y Coraje, ambos en TVE y presentados por Constantino Romero. Al fracasar este último, en 1995, se juntó con Jordi Hurtado por primera vez. Y reclutó a sus primeros sabios.

¿Ha bajado el nivel de los concursantes en estos 25 años?

—Creo que sí, antes eran mejores, pero hace 15 años te hubiese dicho lo mismo: los primeros eran los mejores. Tengo la sensación de que el nivel de las escuelas ha bajado también, o por lo menos antes se tenía una manera de aprender y de o de estudiar que choca con las nuevas generaciones. Si me tengo que quedar con algunos me quedo con los primeros, los Alberto Sanfrutos, Javier Dávila… antes te encontrabas a muchos más así, de quedarte con la boca abierta. Antes se tenía un saber más enciclopédico y ahora es algo más general, supongo que gracias a internet.

¿Entonces, los mejores han empeorado pero el nivel medio ha subido?

—Eso va por épocas. Las crisis se han notado mucho, cuanta más gente hay en el paro más se animan y dicen “venga, lo probamos”. En esos años aumentan los aspirantes y claro, llega mucha gente sin nivel de entrada. Era una época muy dura, entrevistaba a muchísima gente sin empleo y se me rompía el corazón, que de repente ganaban 400 euros en un programa y ese era el dinero que cobraban en un mes de trabajo normal. Ahora, que hay más trabajo, hemos vuelto a recuperar el nivel.

Con casi 3.000 concursantes a sus espaldas en este cuarto de siglo, cuesta creer que Marisa nunca haya tenido que buscar directamente a sus reclutas, o ficharlos de otros programas. Se siente orgullosa de que, por contra, suele ser al revés, y la mayoría que han pasado por su cantera son capaces de dar el salto a programas con mejores premios.

Alberto Izquierdo, Antonio Ruiz o Paz Herrera son sólo algunos de sus fichajes que, a la larga, acabaron triunfando en Pasapalabra; de hecho, prácticamente todos los que han conseguido el premio del concurso del bote pasaron antes por las fichas de Marisa. Lo mismo ocurre con Los Lobos de ¡Boom!, un equipo completamente integrado por exconcursantes de Saber y Ganar que acabaron alzándose con el mayor bote de la historia de la TV.

“¡Los descubrí yo!”

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