El refugio de Ricardo en España, el periodista colombiano que ha sufrido 26 atentados desde 2017
Tras su paso por Granada y León, el reportero vive actualmente en Toledo. Denuncia que Pedro Sánchez condecore a Álvaro Uribe e Iván Duque.
14 febrero, 2022 02:29Noticias relacionadas
El periodista colombiano Ricardo Ruidíaz (Bogotá, 1971) pasea por Toledo en un día soleado con la aparente parsimonia de quien tiene la vida en orden, aunque la realidad sea todo lo contrario. Esboza una mueca cuando le preguntan por su estado de ánimo: “Preferiría vivir, pero me ha tocado sobrevivir”.
Este veterano reportero, especialista en corrupción política y activista defensor de derechos humanos, lleva tres años sin dormir en una cama por miedo a que un sicario le mate en su lecho. “Lo he perdido prácticamente todo, pero no me arrepiento. Estoy orgulloso de mi trabajo”.
El temor, la vocación y el empecinamiento rigen la carrera y la vida de Ruidíaz, uno de los periodistas más amenazados de Colombia: ha sufrido 26 atentados desde 2017 en su país por denunciar la corrupción de políticos vinculados al narcotráfico y el abuso sexual de niñas por el clan del Golfo, el cártel más grande y poderoso de Sudamérica.
“Ya no existo en Colombia”
Ricardo llegó a España en marzo del 2020, justo después de que el Gobierno declarase el estado de alarma por la pandemia, a través del Programa de Protección de Amnistía Internacional. La organización acoge a Defensores de Derechos Humanos de todo el mundo que ven peligrar su vida.
En el caso de Ruidiaz, Amnistía Internacional intervino, en colaboración con la embajada de España, en una misión que era cuestión de vida o muerte. El periodista dice que nunca olvidará lo que sintió cuando las puertas del avión se cerraron: “Supe que no iba a volver a ver a mi familia en años, y que mi identidad como ciudadano colombiano se había terminado para siempre”.
Su exilio se precipitó al sufrir un atentado en Bogotá: “Ocurrió en un supermercado a plena luz del día y escapé de milagro. Ahí entendí que, si no tomaba medidas, no duraría zafarme del peligro mucho tiempo más”.
El veterano reportero cuenta que se negaba a abandonar su país a sabiendas del peligro que estaba corriendo su vida, y que resistió hasta que vio que ya no le quedaba otra opción que salir de allí o morir: “He aguantado de todo hasta aceptar con resignación mi situación actual. He sufrido atentados a través de asesinos a sueldo, llamadas y cartas amenazantes, persecuciones, hackeo de redes sociales, y sobre todo he vivido con la angustia de saber que mi familia también está amenazada. Ese fue mi límite, la línea roja”.
Las incesantes amenazas a sus familiares y compañeros de trabajo acrecentaron la gravedad de la situación y fueron un factor decisivo para que decidiese poner tierra de por medio. “La embajada española me sacó oculto en un vuelo humanitario que repatriaba a trabajadores por la Covid-19”, relata entre lágrimas.
El periodista, que llevaba escolta desde 2017, denuncia que la Unidad Nacional de Protección (UNP) del ejército colombiano le quitó ese acompañamiento en 2019 por denunciar vínculos del partido del Ejecutivo con grupos paramilitares. Ruidíaz tenía un esquema de protección con varios escoltas pero explica que se lo quitaron por denunciar los vínculos del partido de Gobierno con narcotraficantes y grupos paramilitares. “Varios de los sicarios que han intentado matarme gozan del apoyo de la Policía”, explica con rabia.
El primer año en España lo pasó en el sur, en Granada: “El shock inicial dejó paso a cierta tranquilidad, pero tristemente no duró demasiado, enseguida empecé a recibir amenazas y tuvieron que moverme a León”. En ambas ciudades compartía piso con otros hombres, y reconoce sentirse desubicado: “Pasar de tener un empleo y una independencia económica a vivir como si fuera un niño chico es duro”.
Ruidíaz es un apasionado de Castilla y León, y lamenta que su estancia en esta comunidad autónoma haya sido tan fugaz: “Espero volver, pero por cuestiones de seguridad, de momento me toca vivir en Toledo”. El reportero lleva viviendo en la capital de Castilla La-Mancha seis meses y cada vez, asegura, respira mejor: “Nunca volveré a ser el de antes, pero sí aspiro a recobrar cierta paz. Me tomo este periplo como una oportunidad para volver a nacer”.
Torturas y vejaciones
Ruidíaz, reconocido como defensor de los Derechos Humanos en Colombia por la Unión Europea, añade que ha sufrido torturas por parte de miembros de las fuerzas de seguridad estatales y presiones para entregar su ordenador con fuentes e investigaciones periodísticas. Asegura que el estado colombiano colabora en la persecución de periodistas para defender sus intereses. Amnistía Internacional expresa al respecto que este es “un caso más” que evidencia el peligro que corren los reporteros en América por hacer su trabajo.
La vocación periodística y activista es el germen de toda esta odisea. En octubre de 2017, Ruidiaz estrenó un programa de radio semanal llamado El Rompecabezas, que se emitía los domingos por la mañana y donde el reportero exponía la complicidad de políticos del Gobierno con el narcotráfico, así como los abusos de cientos de niñas secuestradas, abusadas y desaparecidas.
Aquel boletín radiofónico le cambió la vida. “Hay una amalgama muy fuerte que uno lleva en la sangre, y es la voluntad por informar. Eso no me lo quita nadie”, sentencia con orgullo mientras muestra las cicatrices que tiene en el rostro y en las muñecas.
Lo que sí le han quitado, admite con rabia, es la tranquilidad desde el otoño de 2017, cuando recibió la primera amenaza en directo. El mensaje era claro: le daban 24 horas para que saliera del país, para que dejara de investigar, y se escondiera: “En el estudio de radio nos quedamos todos mudos, empezamos a temer por nuestra integridad”.
El autor de la misiva era un miembro del clan del Golfo, el cártel que controla más de la mitad de la droga que sale de Colombia y tiene un ejército de unos 1.500 hombres que operan en un centenar de municipios como la máxima autoridad. El grupo armado, surgido de la desmovilización de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), es un actor vigente del conflicto armado interno del país.
Ruidíaz celebra la detención del líder de la organización, Dairo Antonio Úsuga David, alias ‘Otoniel’, el pasado noviembre, pero lamenta que la estructura siga operando: “Es una red criminal dedicada principalmente al narcotráfico, la minería ilegal y el reclutamiento de menores que no ha desaparecido con la caída de su jefe y extorsiona a muchos comunicadores”.
Se le llevan los demonios cuando se menciona al Clan del Golfo: “He metido mi vida en dos maletas mientras estos criminales siguen impunes”, lamenta el reportero.
La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) destaca que la amenaza a Ruidiaz les alarmó especialmente por ser la primera en directo a un periodista. Desde entonces, le proporcionaron apoyo y exigieron a la policía que fortaleciese su esquema de protección, así como pidieron a la Fiscalía que recaudase material probatorio para encontrar a los responsables, algo que jamás se logró.
El presidente de la FLIP, Jonathan Bock, advierte que desde 2017 se han duplicado las amenazas a la prensa: “Hay periodistas publicando información que les envían los grupos armados, una gran violencia y estigmatización por parte de las fuerzas del estado”. Bock añade que se ha instalado un ambiente político agresivo que tiene como objetivo a los medios de comunicación: “Las instituciones no toman medidas para atajar la situación”.
Periodismo es esquivar balas
Colombia es el segundo país del mundo con mayor criminalidad, según el Índice Global de Crimen Organizado 2021. Las consecuencias para los profesionales amenazados no son solo físicas, también psicológicas, como recalca Ruidíaz, que sufre ansiedad crónica y ataques de pánico constantes: “Todas las personas relacionadas conmigo están amenazadas, me siento como un veneno para la gente que me quiere”.
La culpabilidad, reconoce con nerviosismo, le “carcome” a diario. Su pareja está exiliada en México, su familia amenazada en Bogotá y todo su equipo de trabajo huyendo por el mundo. Aministía Internacional ha brindado al reportero terapia psicológica y el implicado asegura que usa la tristeza y el miedo como combustible: “Yo sigo por los más de 6.000 jóvenes que han perdido su vida a manos del ejército por orden de Álvaro Uribe e Iván Duque, que inexplicablemente ha sido premiado por Pedro Sánchez”.
Ricardo Ruidiaz tiene claras sus prioridades: “Es duro perder tu patria, pero lo que no consentiré es que me roben la libertad de expresión”.
Le brillan los ojos cuando habla de cumplir el deseo que lleva meses imaginando: tener una vida apacible en algún pueblo de la España vaciada. El reportero se considera un apasionado de Castilla y León, y en los últimos meses ha realizado numerosos viajes a otras provincias de la región para establecer vínculos con periodistas y sacar un proyecto adelante en esta tierra: “He convertido el miedo en la fuerza para seguir adelante, porque nunca te puede paralizar. Si uno se deja vencer por el miedo, la vida termina. Sigo teniendo ilusión por descubrir España y poder ejercer mi oficio aquí”.
Pese a mostrarse muy con España, es crítico con el Gobierno y lamenta que el Presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, haya otorgado un premio a Iván Duque: “Mientras se sigan ofrezcan condecoraciones como defensor de los derechos humanos a personas que no lo merecen, no avanzaremos”.
El veterano reportero resopla cuando reconoce las dificultades que tiene para establecerse definitivamente: “No sólo me enfrento a los problemas materiales, también de arraigo”.
Pese a todo, tiene claro que su sueño es vivir en un pueblo de León o de Valladolid: “Ambas ciudades han supuesto una acogida impecable y me han tratado siempre como si estuviera en mi casa”. A estas alturas del partido, reconoce, no pide mucho más: “Tengo claras mis prioridades, y no pasan por seguir batallando contra el mundo sino luchar por mí”.