Salva y otros 'artesanos' ante la Semana Santa más cara de la historia: flores y cera se han disparado
La subida generalizada de precios se encuentra con cofradías que no han recibido cuotas durante dos años de pandemia.
13 abril, 2022 03:40Noticias relacionadas
La Semana Santa es una de las fechas más esperadas en Andalucía: ocupación hotelera al máximo, hostelería rebosando y, por supuesto, la tradición de las procesiones en la calle. Una forma de vivir los días de primavera tan diferente como especial. Tal es así, que este año, tras dos años sin salir a la calle, las cofradías vuelven a poner en marcha la gran industria en torno a ellas. Si 2021 fue un año duro, 2022 es, sin duda, el de la recuperación, pero con los precios más altos que nunca.
En la Hermandad de la Macarena, por ejemplo, no tienen datos de cuánto más le puede costar la salida de esta próxima Madrugá en Sevilla. La compra de cera, que es una de las inversiones más importantes, no se puede conocer hasta después de la Semana Santa. La hermandad encarga siempre cirios para que todos los hermanos que lo deseen y saquen su papeleta de sitio, puedan hacerlo. Sin embargo, siempre sobran y esos gastos no se computan.
En Málaga, hermandades como La Sentencia, confirman a EL ESPAÑOL que se nota una subida con respecto al último año de la normalidad y confirman un aumento de en torno al 5% de los gastos en comparación con 2019.
La cera es una de las artesanías que más han sufrido la pandemia. El 70% de la facturación anual de muchas de ellas se concentra en Semana Santa. Es el caso de la Cerería Bellido, de Andújar (Jaén). Manuel, descendiente del fundador de la fábrica de velas, admite que este año han tenido que subir los precios, pero no se atreve a confirmar el porcentaje.
En cuanto a la alegría en el negocio, su mercancía no es perecedera, como puede ocurrir con las flores: "Hay muchas hermandades que tienen todavía guardada la de 2020", indica. Además, a pesar de que el ambiente estaba más normalizado, hay quien ha esperado hasta los últimos días: "La gente ha aguantado, ha esperado a hacer los pedidos hasta que no estuviera todo seguro".
Ahora están sufriendo porque los plazos son más cortos que nunca y, además, la huelga de transporte ha incidido especialmente y confirma que van "con retraso" en algunas entregas por la huelga de transporte pero, para tranquilidad de sus clientes, todo estará con tiempo para la Semana Santa.
Flores
Las flores son una parte muy importante de la Semana Santa. Los pasos y los tronos requieren de coloridas decoraciones para poder salir a la calle. Sin embargo, el paro del transporte que comenzó el 14 de marzo está influyendo más de los esperado. Hay hermandades que han tenido que rehacer los pedidos por la imposibilidad de conseguir lo que querían a tiempo.
Así, la subida de los carburantes también está influyendo. Francisco Pérez Segovia, de Arte Floral Victoria, en Málaga, afirma que hay algunos tipos de flores que están subiendo hasta un 35%. ¿El motivo?, el peculiar funcionamiento del mercado de la flor, que exige mucho gasto de combustible: "Las flores, todas, van al gran mercado de Holanda. Se da la circunstancia de que pueden viajar de España a Países Bajos y volver aquí", indica. También la pandemia ha hecho mella, porque "muchos proveedores han cambiado durante estos años. Donde antes se criaban flores, ahora se están cultivando alimentos".
El mundo de la Semana Santa está compuesto por un carrusel de negocios que, de forma artesanal y tradicional, han venido dando forma y fondo a los ritos que la componen. Los exornos que acompañan a las imágenes no solo responden a cuestiones estéticas, sino que llevan implantados en su ADN una razón de ser. Así, la cera y las flores, actúan como símbolo de la belleza y divinidad de los sagrados titulares.
La floristería cordobesa Pinsapo es una de las empresas encargadas de realizar esta labor. Al frente de la misma se encuentra Luis Nevado. Desde hace nueve años, él y su equipo trabajan para hermandades de todos los rincones de Andalucía. Afirma que la suspensión de las procesiones en el año 2020 les pilló “a las puertas de la Semana Santa”.
Faltaban menos de tres semanas para el Domingo de Ramos, por lo que las corporaciones, en un ejercicio de cautela, decidieron cancelar todos los pedidos: “Fue nefasta. No se llegaron a hacer las compras, por lo que pérdidas como tal no hubo, pero no tuvimos ningún beneficio porque todo estaba cerrado. La recaudación fue cero”.
Explica que durante el 2021 "no llegaron" a los niveles de 2019, la última Semana Santa en plenitud: "La mayoría de hermandades montaron algún tipo de altar. Aunque el número de jarras y frisos fuera menor que el de los pasos y tronos, al menos había algo". En esta Cuaresma se ha vuelto a recuperar la dinámica normal, pero se están encontrando con los problemas derivados de la subida de precios.
Desarrolla que el propio cultivo de las flores necesita una serie de productos fitosanitarios que permitan mantener a las plantas en su punto óptimo de recolección: "La fabricación de estos químicos requiere de un proceso en el que el uso de la electricidad es elevado, por lo que nos estamos encontrando con costes adicionales que se suman a cada pedido".
Además, hay que tener en cuenta el lugar de procedencia de la mayoría de encargos: “Las rosas vienen de Ecuador y Colombia, por lo que hay un sobrecoste por el avión”. Pero es que otra parte importante de su almacén procede de Holanda, así que hay que sumar el encarecimiento de la gasolina y el propio viaje del camionero: "Estamos encontrándonos con hermandades que llevan dos años sin recibir beneficios de cuotas, por lo que no pueden hacer frente a la subida de 200 o 300 euros más por pedido".
Pese a esto, confiesa que ahora mismo se encuentran al 100% de su actividad. El hecho de tener hermandades repartidas por toda la comunidad les permite tener un público fiel: “No podemos coger nuevos trabajos a no ser que haya algunas bajas. Son nueve años de trayectoria. Esta vez, sí, por fin hemos vuelto”.
Bordados
Situado en el corazón del antiguo barrio de El Perchel, uno de los núcleos históricos de la ciudad de Málaga, se encuentra el taller de Salvador Oliver. Este artesano, referente en el mundo del hilo de oro malagueño, lidera uno de los estudios más importantes del gremio. Pese a la inminente vuelta de las procesiones de Semana Santa, Oliver explica que la actividad se está recuperando “por momentos”, pero que todavía no llega a los niveles de 2019: “Podemos decir que estamos al 75% con respecto a lo que había antes de la pandemia”, destaca.
Relata que la dinámica que había existido hasta entonces ha cambiado: “La mayoría de encargos que tenía era de hermandades, pero ahora tienen que hacer frente a otros gastos, por lo que nos estamos encontrado con muchos grupos de devotos y benefactores que pagan de su bolsillo los trabajos que realizamos”, explica. Además, se ha encontrado con el caso de personas que durante estos años “lo han pasado mal” y que le han hecho algún tipo de promesa a su Cristo o a su Virgen, y ahora lo agradecen en forma de regalo: “No solo en mi negocio, también en otras áreas”.
Mirando con perspectiva la evolución que ha tenido su taller desde marzo de 2020, asegura que la declaración del estado de alarma supuso un “parón gordo” de los encargos que tenía: “Hablamos de cofradías que no han podido pagar durante ocho meses porque, además de ir algo más justas, han dejado de recibir subvenciones, cuotas de salida e ingresos extraordinarios”.
Recuerda haber recibido llamadas de algunos hermanos mayores, muy afectados, pidiendo la paralización de los bordados porque no tenían liquidez para hacer frente a los costes: “Conforme se han ido recuperando, nos hemos vuelto a poner en marcha. Yo también he intentado ayudar con los plazos porque soy cofrade y entiendo que tenemos que tirar todos para adelante”.
Ahora, la recuperación se hace patente “por momentos”. Confiesa que se nota sobre todo en la ilusión con la que los cofrades llegan pidiendo una saya para su Virgen o una túnica para su Cristo: “Todo el mundo quiere hacer muchas cosas, pero como hay poco dinero, se reúnen en grupos grandes y lo pagan particulares”.
Echando la vista al pasado, relata que los ingresos de la Cuaresma de 2020 fueron “casi cero”. En 2021 mejoró “algo”, pero la mayoría procedía de encargos atrasados del año anterior: “Un año perdido; ahora estamos viendo la luz”. Sin embargo, no ha sido una tarea fácil: “Me quedé prácticamente solo”, subraya.
Por eso, insiste que en este proceso de revitalización de la artesanía cofrade, las hermandades tienen que hacer un esfuerzo para mantener vivo el gremio: “Están un poco paradas, y son ellas las que tienen que pensar en los artesanos. Si este mundo se hunde, luego vendrán los llantos cuando quieran hacer algo. La obra social que han realizado ha sido fundamental, pero también tienen que pensar en nosotros. No sirve con darte un pez, sino una caña para que podamos pescar”.