La fiebre por el sushi de Valentina, el más pedido de Barcelona que ya está en Madrid: lo probamos
La Uramakería llega a Madrid después de conquistar la hostelería asiática de Barcelona.
14 mayo, 2022 03:58Noticias relacionadas
En una de las primeras películas de Kathryn Bigelow, Keanu Reeves era un policía que se infiltra en un grupo de ladrones surferos de Los Ángeles con la mala suerte de que entre ellos están Patrick Swayze y Lori Petty y claro, acaba perdidamente seducido por ellos. Al sushi le pasó más o menos lo mismo que a Reeves: llegó al Estado Dorado para abanderar la 'marca Japón' y acabó convertido en una delicia 'made in U.S.A.'. De todo aquello herencia nació en 2020 La Uramakería, una serie de restaurantes que combina la tradición nipona con el desenfadado estilo californiano y que en apenas dos años se ha colado en el top 5 de restaurantes más pedidos a través de Uber Eats en toda España.
La estrategia de Valentina Ye, socia fundadora de La Urakamería, es aprovechar la capacidad que ha tenido el sushi para hacerse internacional: "Tuvimos de referencia muchas marcas americanas que han desarrollado el estilo de los rolls; también traemos un poco de lo que es nuestra cultura asiática; en cuanto a imagen, los pokes, que están muy de moda...". En definitiva, lo que buscaron fue algo que sugiera diversión.
En EL ESPAÑOL hemos comprobado que, efectivamente, en La Urakamería son de todo menos gente aburrida. Hemos pedido vía Uber Eats al nuevo local que han abierto en Madrid -en lo que supone una gran apuesta expansiva-, situada simbólicamente céntrica calle Manuela Malasaña -aunque de momento no admite clientes presencialmente- y podemos adelantar que la experiencia empieza antes de hincarle el diente. Pero antes, un poco de contexto.
'California dreamin'
El nombre 'sushi' viene de la contracción entre 'su' (vinagre) y 'shi-meshi' (arroz). Por tanto, el único ingrediente indispensable en este plato, a diferencia de lo que piensa mucha gente, es el arroz. De hecho, el sushi de salmón es uno de los inventos modernos que se han añadido en su proceso de internacionalización y que poco tiene que ver con su origen.
Valentina Ye dice que su idea es que "La Uramakería tenga el espíritu del 'fast food' con comida de calidad". Y, aunque esto parezca un concepto modernito, la realidad es que el sushi como negocio nació para el 'fast food'.
Después de un par de siglos en que el arroz se ponía con el pescado para ayudar a la preservación de este, en el año 1800 Yohei Hanaya, que era más listo que el hambre, decidió que iba a comercializarlo como un plato de rápida preparación y consumo. Solo le hizo falta un pequeño puesto al estilo de los perritos calientes actuales, arroz -que allí no escasea- y los excedentes del pescado para crear el negocio del siglo.
La emigración puso su granito de arena (o de arroz) y, a finales del siglo XIX, llevaba el sushi a occidente vía San Francisco. Así, en el californiano barrio Little Tokyo, las calles se llenaban de atún, algas y arroz. Los estadounidenses, maestros del marketin, hicieron un cambio decisivo para mejorar su aspecto y provocar que el público americano no fuese reacio a su consumo: colocaron el arroz por fuera y las algas por dentro. Acababan de crear los California rolls, uno de las modalidades más demandadas en occidente actualmente y que es la base del estilo que adopta La Uramakería.
'Barcelona dreamin'
Valentina Ye, Alessia Zhou y Jiajie Sun, socios fundadores de La Uramakería, son chinos pertenecientes a la segunda generación nacida y crecida en Europa. Sus raíces multiculturales se hacen notar en todo lo que hacen. Valentina Ye, por ejemplo, habla hasta cinco idiomas: catalán, chino, español, inglés e italiano (pasó su infancia en Italia).
Llegaron a Barcelona para trabajar en diferentes negocios, aunque los tres han tenido experiencias en la hostelería antes de lanzarse a La Uramakería. "Yo vengo del sector del lujo", cuenta Valentina, que trabajaba como asistente de ventas en una joyería catalana.
En el verano de 2020 -sí, el de la pandemia- lo apostaron todo al sushi. Esto tiene una explicación: con los establecimientos cerrados, se produjo el boom del delivery. "Acabábamos de empezar y ya entraban bastantes pedidos", recuerda Valentina. Eso sí, dependían al 100% del reparto a domicilio.
Para el éxito inmediato hubo dos claves. Por un lado, el tipo de sushi que cocinan: "No somos el típico sushi tradicional. Nosotros trabajamos con trazas de comida tailandesa, hawaiana... Además, si a un cliente no le gusta el sushi también puede comer platos calientes o rolls que no sean de prescado crudo", cuenta Valentina.
Por otro lado, presumen de 'know how', es decir, de saber cómo hay que hacer las cosas. Esto no solo tiene que ver con las recetas originales, también con la agilización de pedidos, no equivocarse en el empaquetado... De hecho, ellos no dependen al 100% de las plataformas de delivery porque cuentan con repartidores propios. "Esto lo fuimos viendo cuando empezamos a trabajar con Uber Eats: veíamos cómo recibían los 'riders', cómo entregaban el pedido, el tiempo promedio, la distancia... y lo aplicamos a nuestros propios repartidores", explica esta empresaria.
Los más pedidos
El crecimiento de La Uramakería vino acompañado del crecimiento del reparto a domicilio y del consumo de sushi. En España se consumieron 2.715 toneladas de sushi el año de lanzamiento de La Uramakería, según datos de Asociación Española de Fabricantes de Platos Preparados (ASEFAPRE). Además, en los últimos tres años los hogares lo piden un 48% más que antes. Teniendo en cuenta esto y que no había demasiado competencia, La Uramakería era ya en 2021 el asiático más pedido por los barceloneses en la aplicación de Uber Eats.
Ante semejante pelotazo, no tardaron en expandirse por la ciudad condal: llegaron a los cuatro establecimientos, dos de ellos con sala para comer presencialmente. De hecho, Valentina atiende a este periódico justo antes de firmar su quinto local. "Nunca hemos cogido locales de más de 200 m². La diferencia es que, en las tiendas exclusivas para pedidos a domicilio, los tres o cuatro camareros se encargan de preparar los pedidos en vez de servir a las mesas", dice Valentina. Ellos se marcan una cuenta atrás de 15 minutos para preparar cada entrega, algo difícil "cuando entran 20 o 30 pedidos seguidos".
Los días de más trabajo son los fines de semana; los lunes son el día más flojo. En total, a la semana hacen alrededor de 500 pedidos. El ticket medio ronda los 25 euros para dos personas, "con 15 euros por cabeza te quedas bien", confiesa Valentina, que añade: "Los tradicionales están muy bien, pero cuestan 50 euros, igual eso es demasiado para nuestro público".
Uramakería en Madrid
Desde el 1 de mayo La Uramakería se puede disfrutar también en Madrid. Han abierto un restaurante en la calle Manuela Malasaña, si bien solo sirven a domicilio. EL ESPAÑOL ha probado sus Dragon rolls (8 piezas de salmón, langostino rebozado, aguacate, queso, salsa teriyaki y sésamo) y el combo 4 Crispy (24 piezas: 8 ura chicken teriyaki, 8 crunchy salmón y 8 maki crispy salmón y queso).
En efecto, el ticket ronda los 25 euros que decía Valentina y, la verdad, es bastante comida para dos personas. Los sabores son sorprendentes y la estética es divertida y juvenil. El precio final, eso sí, es algo mayor por los gastos de servicio y envío. "Estas aplicaciones empiezan con comisiones de entre el 25 y el 30%; Glovo nos pedía un 40%... Nosotros empezamos a trabajar con Uber y estamos contentos porque tienen muchos usuarios a los que llegamos gracias a ellos".
El porcentaje de dependencia respecto al reparto a domicilio también ha decrecido ("ahora ya no es el 90%-10% de la pandemia, más bien un 60%-40%") y eso hace que se estén planteando en abrir una sala presencal en Madrid cuando estén asentados.
Pero, hasta entonces, los uramakis de Valentina solo se podrán disfrutar en Madrid a domicilio. Como explica la propia Valentina, ellos se encargan de poner el 'yumminess', es decir, "la calidad, el buen sabor, el disfrutar de cada bocado, el estilo desenfadado...". Un auténtico viaje a California y Japón desde el sofá de casa.