Más de 12 millones de ucranianos han abandonado su hogar tras la invasión rusa del 22 de febrero. Cuando el 4 de mayo Soffia dejó Lviv para aterrizar en Bradford, una localidad cercana a Leeds, solo era una refugiada más de entre las miles que habían encontrado asilo en una familia inglesa. Sin embargo, en 15 días su vida iba a experimentar unos picos y precipicios más propios de las montañas de los Peninos que rodean la ciudad: el marido del matrimonio que la acogió dejaba a su mujer porque se había enamorado de Sofiia.
El escándalo ha dado la vuelta al mundo. La prensa local ha dedicado un buen número de páginas a hacer de Sofiia la refugiada más mediática de las islas. La historia lo tiene todo para convertirse en el nuevo juguete morboso de los británicos: una guerra militar que desemboca en otra familiar a 2.000 kilómetros de distancia, infidelidad, pasión, ruptura, declaraciones cruzadas y amor desatado.
Tony Garnett (29) y su mujer Lorna (28) llevaban juntos desde 2014. Formaban uno de esos clásicos matrimonios de campiña inglesa donde todo es perfecto: su casita en el West Yorkshire, una hija de seis años, otra de tres. Pero llegó Sofiia y la historia se convirtió en una más propia de película de tarde.
Amor de película
Tony es guardia de seguridad en el Servicio Nacional de Salud. Concretamente, en el centro de acogida. Además, él mismo era descendiente de refugiados: su abuelo llegó a Reino Unido en los años 60 procedente de Rusia. Por su trabajo e historia personal, Tony tenía una sensibilidad especial para casos como el de Sofiia, aunque Lorna no esperaba que esa sensibilidad especial fuese a serlo tanto.
Cuando Lorna se iba todas las noches a la cama mientras Tony y Sofiia se quedaban hasta las tantas viendo la televisión, una de las explicaciones que ella se daba a sí misma era que habían congeniado más por el tema del idioma: su marido hablaba eslovaco, que es bastante parecido al ucraniano.
Lo que está claro es que Lorna empezó a quedarse apartada, la tercera en discordia, antes de que pasase algo entre Tony y Sofiia. El no entender nada de las conversaciones que tenían era peor que saberlo: la imaginación puede ser a veces nuestro peor enemigo. Claro que, en este caso, los celos de Lorna no debían de ir muy desencaminados.
"Todo empezó con un simple deseo de hacer lo correcto y darle un techo a alguien que lo necesite, un hombre o una mujer", cuenta Tony al diario The Sun. Sin embargo, ese deseo dio pronto un giro inesperado: el 14 de mayo, Tony y Lorna estaban divorciándose. Ahora, la nueva pareja ya planea "el resto de la vida juntos".
Sofiia Karkadym
Para Sofiia, una ingeniera informática de 22 años, la sensibilidad especial que la unió con Tony no tiene que ver con la empatía ni con el trabajo de él: "Fue amor a primera vista. Tan pronto como lo vi, me gustó. Sé que la gente pensará mal de mí, pero estas cosas pasan. Pude ver lo infeliz que estaba Tony", dijo la ucraniana a The sun.
Los hechos se desarrollaron en un intervalo brevísimo de tiempo y de forma intensa. Las discusiones entre Tony y Lorna crecían paralelos al amor de la nueva pareja. "Lorna comenzó a ponerse muy celosa", explica Sofiia. Hasta que, en un momento definitivo, Sofiia le dijo a Tony que tenía que elegir.
El ambiente era cada vez más tenso y no podía seguir viviendo con el matrimonio en esas circunstancias. Algo en lo que estaba de acuerdo Lorna, quien no pensaba que ella también iba a acabar siendo una refugiada: de su propio matrimonio.
Tony fue claro: "Si Sofiia se va, yo me voy con ella". Dicho y hecho. Llenaron las maletas y se fueron a casa de los padres de él. Además, empezaron a buscar un apartamento compartido y a iniciar los trámites para conseguir la nacionalidad de Sofiia.
"Lamentamos el dolor que hemos causado. Si nos invadieran, esperaríamos que el resto del mundo interviniera para ayudarnos. Eso es todo lo que quería hacer, pero las cosas han dado un giro inesperado", ha dicho Tony.
Lorna, por su parte, está "devastada" junto a sus hijos, según afirman personas cercanas a ella. Sin duda, se trata de un caso de refugiada tan anómalo que no puede tomarse como ejemplo de nada más que como una extravagancia. Del mismo modo que los ucranianos que están abandonando su hogar momentáneamente por la guerra no aspiran a conseguir un nuevo pasaporte del país que los acoge, tampoco puede pensarse que casos como el de Sofiia van a repetirse.
El miedo entre las refugiadas ucranianas de que se las empiece a mirar como potenciales rompehogares es real: así le ha pasado a Sofiia, tal y como ha declarado. Durante este tiempo está sufriendo todo tipo de ataques que, una vez más, culpan a la mujer y no al hombre de lo sucedido. No obstante, ella no fue más que el detonante: "La pareja había destruido su relación mucho antes de que yo llegara al Reino Unido", argumentó Sofiia.
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