Álvaro Alegría (izquierda) e Ionu Lexi, los dos trabajadores muertos en la planta de biodiesel de Calahorra (La Rioja).

Álvaro Alegría (izquierda) e Ionu Lexi, los dos trabajadores muertos en la planta de biodiesel de Calahorra (La Rioja).

Reportajes EXPLOSIÓN EN LA BIODIÉSEL

Álvaro e Ionu murieron en un silo "sobrecalentado desde hace tiempo" en la planta de Calahorra

Ambos operarios fallecieron por la brutal explosión de un tanque de biodiésel de la empresa Iniciativas Energéticas. Acumulaba varias irregularidades.

28 mayo, 2022 01:55
Calahorra (La Rioja)

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La tragedia estaba anunciada desde hacía años en la planta de Iniciativas Energéticas S.L. de Calahorra. El azar quiso que les tocara a Álvaro Alegría Cebrián, de 33 años, como adelantó este periódico, y a su compañero de nacionalidad rumana Ionu Lexi, de 41. Pero podría haber sido cualquiera, porque era cuestión de tiempo que “la Biodiésel” se cobrara sus víctimas con un accidente como el que se registró en la mañana del jueves en la localidad riojana.

Según ha podido conocer EL ESPAÑOL por parte de fuentes cercanas al suceso, la explosión habría ocurrido cuando ambos trabajadores soldaban una tubería de trasiego de un depósito a otro. "Parece que las llaves no cerraban bien y al hacer la última soldadura del tubo nuevo al viejo ocurrió todo", indican estas fuentes.

Además, según un antiguo operario de una empresa de mantenimiento de la zona, el silo en el que Álvaro e Ionu trabajaban estaba "sobrecalentado desde hacía tiempo". Ese trabajador anónimo visitó la planta hace alrededor de cuatro años para realizar labores en la misma. Pero se negó por los riesgos que entrañaba. Un encargado de mantenimiento de la propia empresa le comunicó que “no se hacía responsable” de lo que pudiera ocurrir.

La planta de Calahorra donde han muerto dos trabajadores ya sufrió otra explosión en 2016 Esteban Palazuelos

Al aumentar la temperatura, el tanque de biodiésel separa partículas y genera metano. La concentración de este gas, junto las chispas de un trabajo de soldadura como el que ejecutaban Álvaro e Ionu el jueves, habría sido la combinación mortal que habría generado la brutal deflagración. "Al no cerrar bien la llave de paso, la tubería no estaría bien limpia y comprobada, y habría gas del depósito", indican las fuentes. Es solo una hipótesis probable, a la espera de conocer las conclusiones de la investigación policial.

En una operación de mantenimiento como en la que participaron los dos fallecidos, se hacen mediciones de gas y de otras sustancias antes de proceder a los trabajos. También se suelen introducir gases inertes para anular cualquier riesgo. Pero según comenta otro empleado del gremio, también anónimo, los medidores de concentración y de presión muchas veces no detectan pequeñas fugas que se producen incluso después de hacer las comprobaciones. “Una fuga de metano, por pequeña que sea, al contactar con la chispa de un soplete, prende. Luego afecta a todo el depósito y la explosión puede ser como la que hemos visto”, asegura.

El incendio fue finalmente sofocado a las 2:00 de la madrugada del jueves al viernes, aunque según los bomberos desplazados al lugar del suceso, podría haberse prolongado “durante días”. El biodiésel, al contrario que la gasolina, “quema por capas”, siendo su combustión mucho más lenta. Las autoridades locales, de hecho, llegaron a temer que la enorme columna de humo tóxico que se desprendía desde el polígono industrial de Tejerías, al este de Calahorra, afectase a la localidad. El viento, sin embargo, la desplazó hacia el sur, donde ningún núcleo urbano se vio afectado.

Dos vecinos trabajadores

El municipio de Calahorra, de 24.000 habitantes, está desolado por la tragedia. No se habla de otra cosa. “No es un lugar donde se vean accidentes como estos”, asegura un vecino. Uno de los dos fallecidos, Álvaro Alegría, era un querido joven del pueblo. Se educó en el colegio de La Milagrosa y luego prosiguió sus estudios en uno de los dos institutos del pueblo. Su familia era original de Munilla, un pueblo situado a 35 kilómetros de Calahorra de 100 habitantes. Allí había reformado Álvaro la casa rural familiar, donde pasaba algunos fines de semana y festivos con su cuadrilla, haciendo parrilladas.

“Era un chaval muy querido, su familia es muy conocida en Calahorra”, dice uno de sus amigos a este periódico. Con él jugaba ‘pachangas’ de fútbol sala en los polideportivos del pueblo. Porque Álvaro era un gran deportista. “Jugaba al fútbol, al baloncesto; le daba a la ‘mountain bike’, al motocross, a los quads, al crossfit, y últimamente al 'airsoft'”, describe su amigo.

También era visto con su grupo de amigos por los dos bares de copas del pueblo, el Mendika y el Cube, y era un amante de las fiestas y comidas en las ‘bajeras’ (garajes y locales privados en los bajos de edificios, muy populares en el municipio), como cualquier otro joven de su edad.

Imagen aérea de la planta afectada este viernes, tras extinguirse el incendio.

Imagen aérea de la planta afectada este viernes, tras extinguirse el incendio. EE

Además del deporte y salir, al joven calagurritano le gustaba pasar tiempo en el campo y la naturaleza. Tenía un perro de raza ‘malinois’ (pastor belga) que siempre le acompañaba en sus aventuras y viajes por La Rioja, y por toda la geografía española. Álvaro no estaba casado, y tampoco se le conocía novia, según el amigo; y era un joven muy familiar. Tenía un hermano, Alejandro, profesor de educación física. Su madre se llamaba Carmen. Por su parte, Álvaro trabajaba como soldador en la empresa de su padre Eduardo, Talleres Margal, situada en el otro extremo del polígono donde se produjo el fatal accidente.

La empresa familiar estaba cerrada este viernes “por defunción” mientras que una esquela anunciaba en la puerta el funeral de Álvaro el sábado 28 de mayo. El sepelio será en La Iglesia Santos Mártires y en el Tanatorio San José de Calahorra al mediodía. Eduardo, el padre, estaba visiblemente afectado en la mañana del viernes, cuando fue a cerrar el taller.

La empresa ofrecía mantenimiento de carpintería metálica de acero inoxidable y de metalistería, como era el caso de Iniciativas Energéticas S.L. Daba servicio a las numerosas compañías de la zona, distribuidas en varios polígonos industriales. “Aquí todo el mundo trabaja en las fábricas o en empresas que dan servicios a estas fábricas”, apunta el amigo de Álvaro. La empresa de biocombustible contrató a la empresa de su padre para que realizase una tarea de mantenimiento, en concreto, de soldadura y calderería en el silo de biodiésel. El destino quiso que fuera su propio hijo quien se encargara.

El fatal accidente se cobró también la vida de Ionu Lexi, un vecino rumano afincado en Calahorra y residente en el barrio de la plaza de toros. “Llevaba mucho tiempo aquí, primero tuvo una tienda de alimentación de productos rumanos, trabajó como albañil y últimamente se desempeñaba como soldador. Hizo de todo para salir adelante”, relata una de sus vecinas.

Ionu estaba casado con una mujer rumana de nombre Verónica y tenía dos hijos menores de edad, “de 12 y 14 años”, según describe uno de sus conocidos en conversación con este periódico. Al menos uno de ellos atendía el colegio Quintiliano, donde el viernes, no acudió a clase. La familia estaba muy integrada en Calahorra, y era especialmente activa dentro de la comunidad rumana.

Explosión en 2016

En consonancia con lo descrito por el exoperario de una empresa de mantenimiento, “la Biodiésel” sufrió ya en 2016 una explosión que debió haber encendido todas las alarmas. Era el 4 de diciembre de aquel año y no hubo que lamentar víctimas mortales.

La planta comenzó a funcionar en 2009 y acumulaba, hasta el año 2014, cuatro expedientes sancionadores de la Confederación Hidrográfica del Ebro: dos por vertidos de sustancias tóxicas, uno por un pozo de captación ilegal de agua y otro por obras ilegales. Los expedientes vinieron después de varias denuncias de la ONG Ecologistas en Acción.

La explosión del jueves se produjo a las 12:53, pasado el mediodía. Un trabajador de la planta llamó a los servicios de emergencia ante los que solo pudo verbalizar “ha explotado, ha explotado”. Se refería a uno de los dos tanques de biodiésel de 400 metros cúbicos de capacidad dentro de la planta, pegados a dos depósitos del mismo tamaño que contenían aceite crudo. El incendio se extendió a tres de estos cuatro silos haciéndolos explotar, como ha podido comprobar EL ESPAÑOL a través de imágenes aéreas a las que ha tenido acceso.

Entrada de la empresa familiar en la que trabajaban ambos operarios, cerrada con un anuncio de defunción.

Entrada de la empresa familiar en la que trabajaban ambos operarios, cerrada con un anuncio de defunción. RM

Los bomberos alertaron de que otro depósito de metanol de 1.800 metros cúbicos y otro de metilato de 400 metros cúbicos cercanos a esos cuatro tanques afectados estaban en especial riesgo de ser alcanzados después de la deflagración, lo cual habría podido generar una catástrofe mayor. Aún así, la columna de humo era visible, en la tarde del día del accidente, a más de 40 kilómetros a la redonda, lo cual da cuenta de la dimensión de la explosión.

El peligro llevó a los servicios de emergencia desplazados a la zona a desalojar el polígono industrial y a establecer, primero, un perímetro de un kilómetro, que luego fue reducido a 600 metros. Hasta 20 vehículos de emergencias trabajaron en la extinción del incendio y en asegurar la zona. Participaron efectivos de la Policía Local, Guardia Civil, Emergencias de La Rioja y equipos de bomberos de la misma comunidad, de Navarra y de Álava.

Nada más producirse la explosión, el personal encargado de la planta contabilizó el número de empleados que estaban en aquel momento trabajando. Faltaron dos: Álvaro e Ionu, de la empresa Talleres Margal que realizaba el mantenimiento en uno de los silos. Otros 20 trabajadores fueron atendidos por crisis de ansiedad y posible intoxicación y uno fue desplazado a un hospital cercano, siendo dado de alta el mismo jueves.

Los cuerpos de los dos fallecidos fueron identificados pasadas las 18:20 del jueves, cuando una veintena agentes NRBQ (equipos para riesgo Nuclear, Radiológico, Biológico y Químico) de la Guardia Civil entraron en el corazón del incendio, aún activo, para asegurar la zona y permitir que el secretario judicial, los forenses y otros agentes pudieran levantar los cadáveres.